viernes, 22 de junio de 2012

POLITICOS Y DESARROLLO HUMANO

En los últimos meses hemos visto conductas violentas, propias de la inestabilidad emocional, en funcionarios públicos, algunas ignominiosas como las aparecidas en la televisión donde un diputado golpea a una mujer durante un debate con sus compañeras, en un canal griego de televisión, o la de parlamentarios rusos y de corea del sur agrediéndose físicamente en sus reuniones, sin faltar el escenario violento que nuestros diputados mexicanos han mostrado en el presente sexenio. Se agregan además conductas sexuales impropias de altos funcionarios, algunas de abuso sexual, como las que le costo el puesto a Dominique Strauss Kahn, director- gerente del Fondo Monetario Internacional, detenido en Nueva York, USA, por acusaciones de acoso sexual e intento de violación hacia una recamarera de un hotel de esa ciudad. Están también las del ex presidente italiano, Silvio Berlusconi, juzgado por prostitución infantil y abuso de poder y sus conductas eróticas inmersas en la prostitución. Hasta personajes como Moshe Katsav, ex - presidente de Israel, donde la religión es rigurosa, fue acusado en varias ocasiones de abuso sexual y, en una ocasión, de violación, todo mientras era ministro de Turismo a finales de los 80, denuncia que le llevo renunciar a su cargo, aunque su proceso judicial inicio en el 2007 y concluyo en el 2011, la finalmente la Corte ratificó su condena a siete años de cárcel contra por violación, acoso y obstrucción a la justicia.

Existe en Estados Unidos una larga lista de políticos acusados de abuso sexual, desde el famoso caso del ex- presidente Bill Clinton, en los noventas, con Monica Lewinski. Antes, George W. Bush se vio envuelto en serias acusaciones en 1989, junto con Donald Reagan, por una presunta red de prostitución homosexual que se desempeñaba con frecuencia en la Casa Blanca; el proceso no trascendió aunque entre la lista se encontraron oficiales de gobierno, importantes militares, banqueros, congresistas y demás personas de las altas esferas estadounidenses. En el 2008, Eliot Spitzer, gobernador de Nueva York tuvo que abandonar el cargo tras hacerse público que había gastado 4.000 dólares en una prostituta de lujo llamada Ashley Dupré (nombre artístico), la investigación posterior demostró que Spitzer había gastado cerca de 80.000 dólares en una década de encuentros con prostitutas. Mark Foley, en sus tiempos de congresista republicano en 2006, se le acusó de enviar mensajes explícitos sexualmente a diversas personas, entre ellas menores de edad, a través de varias páginas en Internet. Larry Craig, senador estadounidense, fue acusado y condenado por delito menor de conducta desordenada debido a que se le encontró teniendo actividad sexual con otro hombre en el baño público del aeropuerto internacional de Minneapolis- Saint Paul. En México ha sido denunciado, valientemente por la periodista Lydia Cacho, la asociación delictiva de funcionarios, en el desarrollo del trafico sexual de mujeres y el ejercicio de la pederastia que involucro públicamente al ex - gobernador de Puebla Carlos Marin, sin que la justicia se ejerciera correctamente.
Agregemos los antecedentes de conductas inmorales de corrupción y represión sangrienta que gobernantes autoritarios han manchado la historia de nuestro último siglo (Hitler, Mussolini, Stalin, Pol Pot, IdI Amin, Pinochet, Videla, Stroessner , etc.) o como las del depuesto presidente egipcio Hosni Mubarak que gobernó por casi dos décadas a su pueblo emulando las dictaduras militares, represoras que en Latinoamérica prevalecieron en el siglo pasado. En México hemos cursado con políticos gobernantes y funcionarios, desde el siglo pasado, que son descritos magistralmente en los ensayos de Luis María Díez-Picazo, en su obra “La criminalidad de los Gobernantes” (Crítica, Grijalbo, Mondadori), sobre la barbarie de quienes hacen suya la divisa cavernícola de que el poder es el poder de matar y que, como gobierno, es decir, funcionarios están por encima de la legalidad e impunemente se integran a la criminalidad de los narcotraficantes y de los empresarios conformando lo que se denominan las redes delincuenciales del poder que nos gobiernan.
Sumemos la deficiente formación educativa de los gobernantes, sobre todo en los países denominados eufemísticamente, como en vías de desarrollo, ya que no prevalece un alto nivel de vida como o muy alto desarrollo humano, conforme a los criterios de la ONU que toman en cuenta la riqueza, la educación y la sanidad del país. En México ha sido visible la existencia de políticos gobernantes, desde presidentes, gobernadores hasta ministros, con estas deficiencias, aunque en sus niveles de escolaridad algunos muestran ostentosos títulos desde licenciaturas hasta maestrías y doctorados que les han otorgado, en su mayor parte universidades privadas en dudosos procesos académicos, algunos de ellos detectados fraudulentamente, otros ni siquiera lograron concluir una educación universitaria básica. En la mayor parte de ellos prevalece el deficiente cultivo de los conocimientos básicos de las ciencias básicas, las humanidades, las artes, la literatura y algunos de ellos son de las denominadas "analfabetas funcionales", con sus deficientes habilidades para la lectura, la escritura, el cálculo matemático y la integración de los procesos del pensamiento creativo, que asumen poderes generados por el apoyo y el mantenimiento de las oligarquías, que los manejan a su antojo. Los casos más visibles paradigmáticos de estas circunstancias han sido los últimos presidentes panistas como Vicente Fox, el actual Felipe Calderón y el actual candidato priísta, Enrique Peña Nieto con sus expresivas ignorancias literarias y sus producciones como gobernante del estado de México. Lo más patético, en este momento, es el prevaleciente ejercito de personajes con estos perfiles de candidatos de diputados federales, senadores, diputados locales y alcaldes, de todos los espectros políticos, izquierdas, derechas, centro que actualmente disputan el poder en el actual proceso eleccionario y que no augura esperanza en mejorar sus desempeños para gobernar contribuyendo al anhelado desarrollo humano y social que como sociedad nos merecemos. Así pocos son los candidatos que cubren los perfiles necesarios para desempeñar el puesto al que aspiran, basta hacer un análisis mínimo de sus curriculums y sus capacidades discursivas en los foros, exigidos por las leyes electorales, para conocer estas terribles realidades de quienes formaran parte de las redes de gobierno de nuestra sociedad. Quizá una de las propuestas, en la reforma electoral pendiente, pueda lograr la exigencia de los perfiles mínimos para el desempeño de las funciones a las que aspira un candidato sin que esto contravenga la libertad del ciudadano para votar y ser votado.

México y sus estados siguen siendo de las sociedades en el mundo donde el poder político es sinónimo de impunidad, donde no sólo se seleccionan a personas sin perfiles adecuados para el desempeño de la función pública sino se les tolera la ineficacia o incompetencia en el desarrollo de las responsabilidades técnicas y profesionales inherentes al puesto y las conductas transgresoras de las leyes por sus gobernantes y funcionarios corruptos no son objeto de la aplicación de la justicia y excluyen la ética del ejercicio de sus funciones, con el grave daño consecuente al desarrollo económico, social, cultural y político de nuestro pueblo.
Necesitamos políticos gobernantes y funcionarios con los más altos niveles de desarrollo humano en sus personas para que puedan generar los mas altos niveles de desarrollo social de nuestras sociedades donde la violencia en cualquiera de sus manifestaciones no este integrada a sus actos políticos con los ciudadanos, mucho menos al quehacer de gobernar. Como ejemplo reciente, esta el ignominioso suceso que vivimos en nuestro estado de Nuevo León, la semana pasada, donde el alcalde de San Pedro Garza García, el municipio mas rico de México, Mauricio Fernández, qué reto a “madrazos” al Procurador de Justicia en el estado, profirió insultos a un ciudadano denunciante llamándolo imbecil, estúpido, menso, luego llama “mameluco” y remata diciendo loco, “inútil” a los funcionarios del Estado, incluyendo al gobernador Rodrigo Medina. Existen, sin duda, otras conductas más saludables para afrontar la injusticia, el abuso del poder y el desempeño mediocre de los funcionarios y gobernantes. Lo lamentable es que Mauricio, es uno de los políticos y empresario, de los más ricos económicamente, supuestamente de los más cultos, con un acervo cultural importante que simplemente ejemplifica uno de los grados del desarrollo humano que estan inmersos en nuestros políticos mexicanos.





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