Uno de los momentos democráticos importantes, en nuestras sociedades, están constituidos por los tiempos electorales, sobre todo en sus etapas de campaña, para lograr la participación de los ciudadanos en la política. Se trata de conocer a los candidatos, no sólo físicamente, sino sus personalidades, ideologías, propuestas políticas, así como los partidos que los postulan y concluir en la expresión explicita de estar de acuerdo con su persona, para así votar por él y hacer el compromiso correspondiente de continuar luchando juntos, organizarse y participar, no sólo en esta etapa hasta el día de la elección, sino después de la votación para refrendar participación en la construcción de la democracia y la solución a las problemáticas sociales existentes y las emergentes. El grado de identidad y simpatía con el candidato concordara con la integración del ciudadano ya sea como simple votante, como promotor del voto, como organizador de un comité de apoyo en su territorio electoral, como un representante de casilla, como activista con un liderazgo organizativo para el trabajo político posterior al proceso electoral, como el que hemos venido promoviendo en el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) a nivel nacional, porque nuestra lucha por el cambio verdadero, iniciara realmente despues del 1 de julio.
Todo esto se ha pervertido por el mercantilismo imperante y la deshumanización que los dirigentes de los partidos políticos y organizaciones sociales siguen privilegiando en sus conductas políticas con sus pragmatismos oportunistas transgresores de mínimos valores como la integridad, la honestidad y la solidaridad. Son fácilmente atrapados por la subcultura política del nefasto priísmo con sus mercadologos, que no se cansan de asegurar, por ejemplo, que la imagen de un candidato es uno de los pesos mayores para que los electores simpaticen y voten por el, de ahí que prevalezcan, en todos los partidos, sus promocionales (televisivos, espectaculares, pendones, carteles, dípticos, etc..) las caritas sonrientes, atractivas, joviales, casi quinceañeras, enmarcadas por seductoras poses, con temáticas frívolas, superficiales, donde persisten las demagogias, con temas que no estarán integrados en sus atribuciones de conformidad con el puesto por el que están luchando en estas elecciones, así vemos aberraciones en las publicidades de candidatos a alcaldes, diputados o senadores con algunas bravuconadas absurdas (“El que no cumpla que se vaya” “Soy alejo y no me dejo”, “En el Congreso hacemos Maiz “, “Sin miedo” “Me Gusta” “Yo amo” “Los incomparables”, “Yo se lo que vale la Vida”, etc., etc.…). Los dirigentes de los partidos de izquierda y sus coordinadores de campañas, si es que tienen, no han integrado las realidades que representan, ni siquiera como rentabilidad electoral, la organización ciudadana y la manifestación de las masas contra la barbarie política que prevalece y que tratan de continuar los regimenes pripanistas, como los jóvenes lo han venido mostrando en el movimiento #Yosoy132, una vez mas en nuestra historia.
Las campañas de los partidos siguen desarrollándose conforme a los intereses de la partidocracia, lejos de su papel para fortalecer la democracia participativa con la motivacion mas conciente, informada, con conocimiento, mas racional y menos emotiva de las personas en la política y atada a sus intereses de sus redes clientelares y de sus militantes, familiares y dependientes económicos. Los ciudadanos que lograron “pescar”, en sus redes, para darle el toque de apertura “ciudadana”, juegan el papel ignominioso de ser usados en el marco de sus motivadores protagónicos, fantasiosos y en algunos casos de mucha ingenuidad de lograr victorias inalcanzables en las realidades políticas que vivimos. Así los recursos económicos que los partidos manejan centralizados y con opacidad son focalizados en los candidatos preferidos, los que desean que ganen, aunque sean las míseras posiciones plurinominales muy disputadas por los partidos pequeños de oposición, sobre todo de la izquierda, que en Nuevo León prevalecen manteniendo el régimen bipartidista (PRI-PAN), satisfaciendo a modo a las mafias del poder oligárquico que han gobernando por mas de un siglo.
Las campañas dejan ver así los dineros públicos, operados patrimonialmente por las cúpulas partidistas, pasa a ser su dinero, imponiéndose su manejo discrecional, sectario y centralizado, muy alejados de las cifras que luego presentan ante los organismos electorales que según ellos esta legitimado con las firmas de los candidatos, algunos por lealtades mal entendidas llegan a firmar esos reportes, otros simplemente firman documentos sin conocer su trascendencia, con tal de recibir esos dineros. Basta revisar las cifras, de los informes oficiales que presentan ante el IFE, de lo que supuestamente gasto de dinero público un candidato a diputado federal y contrastar con lo que realmente recibió de ese partido, aunque claro sus justificaciones no faltan, los partidos discrecionalmente deciden todo los manejos de promocionales y publicidad, que en oraciones han sido fraudulentamente detectadas por facturas apócrifas y empresas inexistentes en investigaciones periodísticas que lamentablemente quedan impunes. En tanto son muy bien camuflajeadas las aportaciones privadas, las de algunos empresarios de casinos, giros negros y otras redes delincuenciales; sin rubores, algunos candidatos desvían además, recursos de instituciones públicas que algunos partidos en los diferentes niveles de gobierno realizan sin el mínimo escrúpulo. Hay que agregar el gran posicionador público que representan los medios de comunicación, prensa, radio y televisión, donde ha pesar de estar prohibido la compra de espacios de publicidad, los dueños se las arreglan para producir entrevistas y reportajes de corte informativo, donde los beneficiarios son los candidatos priviligiados, cuyos costos son bien pagados, una parte en la campaña, otra parte, una vez que el candidato inicia su función como funcionario público.
Así se dan las graves inequidades que persisten en las campañas electorales, donde se generan hasta tres tipos de candidatos: los impulsados con un gran apoyo por los grupos políticos y económicos dominantes, sean del PRI o del PAN, los apoyados por las cúpulas de los partidos de oposición que tratan de posicionar a sus dependientes en las plurinominales y finalmente los candidatos testimoniales, protagonistas y prestanombres para cubrir la simulada cobertura de la tarea electoral de un partido, donde hay de todo desde personajes desconocidos en sus barrios, artistas, periodistas y empresarios hasta activistas y lideres de grupos ciudadanos de movimientos feministas, defensores de los derechos humanos y ecologistas, sin faltar los familiares para llenar los huecos de las listas exigidas por las leyes electorales. Así los candidatos del primer grupo dejan ver sus equipos de campaña con sus coordinadores que los posesionan en su imagen en los medios de comunicación, con sus asesores del marketing, sus oficinas ejecutivas y operativas, con sus bases organizativas de apoyo en sus territorios, los brigadistas, la abundante publicidad política con la proliferación de sus promocionales y los abundantes obsequios. En tanto los del segundo grupo son operados, centralizadamente, donde el equipo de campaña esta integrado por las cúpulas partidistas, deciden todo, son incapaces de lograr un plan de campaña integral para todos sus candidatos, sus candidatos privilegiados son los que llegaran a tener algunos promocionales espectaculares, mantas, pendones, obsequios y recursos para pagar a algunos integrantes de su primitivo equipo de campaña y brigadistas; lo mas que trascenderán será en sus territorios clientelares, garantes de sus posiciones plurinominales de diputados locales y alguno que otro regidor y desde luego de no perder el registro, y con ello las prerrogativas y los dineros públicos que el gobierno les proporciona, al no alcanzar el porcentaje mínimo que la ley exige (1.5% de la votación en las elecciones locales y el 2% en las elecciones federales). Los del tercer grupo son donde prevalecen los candidatos que dan pena, porque sus espejismos protagónicos llegan a diluirse en su estoicismo mal entendido, ante sus demandas de apoyos, con los coordinadores de las campaña, los traen vuelta y vuelta, desgastándose inútilmente. Son los utilitarios, a los que se les repite una y otra vez, ante sus demandas de apoyo, que hay pocos recursos económicos, y llegan a recibir apoyos ínfimos de los recursos económicos de los partidos y sus promocionales son reducidos a publicidad de piso (volantes, dípticos, carteles, pendones) mal diseñados, suministrados fuera de tiempo, distribuidos sin actividades proselitistas en las colonias, donde a duras penas un brigadista va casa por casa arrojando el material sin ton ni son, literalmente tirados a la basura; esto se incrementa en este mes de junio, a un mes de la elección, cuando sus pésimas organizaciones y administración culminan en sus aberrantes congestionamientos, sobre todo de los materiales promocionales, que terminan por apurar a sus candidatos a distribuirlos a como de lugar. No se diga las pésimas improvisaciones para lograr cubrir los representantes de casilla de los candidatos y partidos, que permitan defender el voto, con sus fallas recurrentes de ausentismo y falta de capacitación que aprovechan los adversarios en sus conductas transgresoras de la ley y fraudulentas del proceso electoral. Por décadas los partidos de oposición, sobre todo de izquierda ni siquiera han logrado una estructura electoral sólida para la defensa del voto, mucho menos la integración de organización, durante los tiempos de campañas electorales, para fortalecer los movimientos sociales opositores al regimen decadente del pripanismo. Una vez terminadas las elecciones, negociados los resultados, satisfechos sus mezquinos intereses, sus políticas siguen el ciclo alienante de fortalecer sus partidocracias con sus conductas dogmáticas, sectarias, clientelares, corporativistas y pragmáticas. Los candidatos “ciudadanos” entonces son desechados, incluyendo los que simpatizaron militantemente con su partido, mas si proyectaron sus vocaciones libertarias y democráticas y protestaron por las conductas ignominiosas de que fueron objeto; para sus militantes protestantes seguirá el proceso de exclusión, marginación que les permita acabar con sus amenazas libertarias que atentan sus poderes partidistas.
En fin nuevamente estas campañas electorales del 2012 aportan muy poco para fortalecer la democracia participativa de los ciudadanos en nuestra sociedad y al saludable pluralismo y alternancia de las ideologías, de todos los partidos políticos existentes, que deberían existir en la integración de los poderes que gobiernan nuestro estado, y que seria una de las bases para lograr la transformación social que logre acabar con las redes delincuenciales y corruptas que nos gobiernan.
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