viernes, 29 de marzo de 2013

El PERDON Y LA POLITICA

Políticos, funcionarios y gobernantes de nuestra patria siguen dañando el bienestar, la prosperidad y la felicidad de la mayoría de los mexicanos desarrollando y promoviendo conductas antivalores y deshumanizantes, que a propósito, de esta semana santa 2013, ya hemos venido abordando en los comentarios y reflexiones que durante este mes de marzo he escrito en este blog.

Hoy que es viernes santo, con motivo de recordar la muerte de Jesucristo, el mundo cristiano hace la correspondiente celebración religiosa mediante procesiones, actos peniténciales y oficios en todo el mundo, son los tiempos excelsos para las cofradías, los sacerdotes, obispos y fieles de las diferentes iglesias cristianas. Es el día en que Jesús realizó el acto de mayor misericordia en sus históricas siete palabras, que corresponden a las últimas frases que pronunció durante su crucifixión, según los evangelios canónicos, antes de morir y que inicio con la primera:"Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Pater dimitte illis, non enim sciunt, quid faciunt) Lucas, 23: 34. Es una oración que ofreció para quienes eran culpables de darle muerte, que puede interpretarse como dirigida a los judíos, a los soldados romanos o genéricamente a la humanidad entera.

Ese fue un ejercicio del virtuoso perdón, que implica la idea de una condonación, remisión, cese de una falta, ofensa, demanda, castigo, indignación o ira, eximiendo al culpable de una obligación, discrepancia o error. Todas las "religiones universales" (católica, cristiana, judía, musulmana y budista) recomiendan el perdón en tres contextos: perdonar a los demás, pedir perdón por las ofensas a los demás y solicitar el perdón divino de los pecados, así como no sentir rencor por los castigos o designios divinos, eventualmente crueles o incomprensibles para los humanos. Nuestra prevaleciente religión católica lo refrenda en sus oraciones más importantes, en el credo y el tradicional padre nuestro.

Pero bien, estas son concepciones religiosas y espirituales sobre el perdón, hay perdón también en al ámbito jurídico que se ejercita en el marco de ofensas civiles, penales, como el indulto, y el perdón en la política que son legitimadas mediante legislaciones hechas por fiscalias y comisiones de reconciliación nacional que por consideraciones de utilidad general aconsejan renunciar a la potestad sancionadora del Estado o moderarla. La legitimidad y eficacia de estas leyes es sin embargo discutible, cuando son los mismos criminales, quienes estando aún en el poder las dictan, como ha sido el caso de las acciones legales sobre la responsabilidad de los militares, gobernantes y funcionarios mexicanos en las masacres del 2 de octubre de 1968, el 10 de junio de 1971 y mas recientemente las matanzas de Aguas Blancas en 1995, la de Acteal en 1997 y las victimas de la represión de Atenco en el 2006 que siguen en la impunidad de los gobernantes y funcionarios responsables.

La integración de estas concepciones, del perdón, me remite a dudar en el ejercicio de esta virtuosa conducta para los políticos mexicanos que nos han ofendido, dañado, que han faltado a sus obligaciones, en sus protestas de cumplir y hacer cumplir sus compromisos, que persisten en sus hipocresías, simulaciones, engaños y mentiras recurrentes, pervirtiéndose y corrompiendo nuestra sociedad, que han sido privilegiados del régimen de oprobio e impunidad que padecemos los mexicanos. Son los que con estas conductas a diario nos generan calvarios en las tragedias cotidianas de nuestras familias con sus miles de muertos, lesionados y desaparecidos, en su ineficaz estrategia militarizada de combate a la delincuencia; son los que sus políticas económicas y sus reformas privatizadoras sólo generan las lacras de desempleo, malos salarios, precarización de las prestaciones, pobreza y hambruna, que luego utilizan sin escrúpulos para sus clientelismos electorales. Son los que insisten en mantener la mala educación de los ciudadanos para que prevalezca la ignorancia, la fácil manipulación y explotación, reforzada con sus programas radiales y televisivos idiotizantes, promotores de la deficiencia mental; son los que hacen de la procuración de la justicia el uso faccioso de las leyes para criminalizar opositores políticos, favorecer intereses económicos, legitimar conductas criminales y fomentar y proteger el ejercicio impune de la corrupción, en el entramado de las redes de intereses del estado delincuencial que prevalece en nuestra patria. Son en suma los políticos que a diario nos roban, se enriquecen ilicitamente, nos quitan libertades, son déspotas, antidemócratas, obstaculizan nuestro ejercicio pleno de los derechos humanos y sociales y con sus mentiras recurrentes insisten en considerarnos unos estúpidos, ignorantes capaces de manejar a su antojo.

Piense en nombres de estos políticos, que habría que perdonar, la lista sería interminable, mi generación los ha soportado por miles, desde Díaz Ordaz, Luis Echeverria, José López Portillo, Ernesto Zedillo y el abominable Carlos Salinas con sus familias delincuenciales hasta sus hijos putativos, encabezados por el que detenta la presidencia actual Enrique Peña Nieto, le seguiría su primer circulo de colaboradores, con políticos que jamás fueron objeto de acción de la justicia por sus responsabilidades en actos criminales, desde Emilio Chuayffet, Secretario de Educación, hasta Rosario Robles, Secretaria de Desarrollo Social. No faltarían los principales lideres de los partidos comparsas del priísmo como los del PVEM con Jorge Emilio González, paradigma ejemplar del trafico de influencias a costa de la depredación ecológica, que dicen ser la razón de su ser político; o del PANAL en proceso de fétida descomposición por lo afrentosa de su lidéresa Elba Esther Gordillo y su familia, corresponsales de la mala educación imperante en México, sin faltar los lideres gobernantes panistas, desde el foxismo traidor y corrupto, hasta el calderonismo genocida con sus mas de cien mil muertos y desaparecidos de ese sexenio. Ni que decir del perredismo, con sus lideres denominados los Chuchos, que hoy hacen pacto con sus otroras archienemigos del nefasto priísmo y los panistas, no sólo en alianzas electorales en el denominado pacto por México, sino apoyando servilmente las reformas laboral, educativa, telecomunicaciones y las que vienen, la fiscal para aumentar los impuestos a los que menos tienen con el incremento al IVA de alimentos y medicamentos y la energética para privatizar a PEMEX. En el Partido del Trabajo, sus lideres, siguen vendiéndose al mejor postor, los mismo se alían con el PAN que con el PRI, de acuerdo a quien pague mejor y les siga garantizando el manejo impune de los recursos financieros que los gobernantes en turno les otorgan los programa sociales a sus organizaciones e instituciones asistenciales y educativas en tanto el MC muestra sus grandes virtudes al gobernar integrándose al estado delincuencial que gobierna en el estado de Guerrero.

Los políticos podrán ser objeto del perdón divino, en el marco de su religiosidad, difícilmente lo podrán conseguir en este mundo terrenal, donde persisten seguir sus vidas sin escrúpulos, enfermos en la soberbia, muy lejos de la bondad, sin capacidad de pedir el perdón por sus hechos cometidos en el ejercicio de sus funciones, menos en su vida privada, porque son incapaces de aprender de los errores y solicitar la indulgencia, pidiendo a sus electores nuevas oportunidades. En sociedades como la nuestra donde no existe un gran control público de las actividades y las conductas de los políticos, porque seguimos reduciendo la participación democrática a los procesos electorales, con una gran ausencia participativa en los actos de gobierno, es imposible que los políticos pidan perdón porque esta conducta es propia de las democracias mas avanzadas. Así es como vemos con frecuencia a políticos y personalidades de países europeos y de los estados unidos disculparse en público por abusos de autoridad, trafico de influencias, hasta conductas privadas inmorales que incluyen infidelidad, prostitución, abusos sexuales y consumo de drogas entre otras.

La frecuencia y sinceridad con la que se pide en el ámbito político el perdón en público en una sociedad es un reflejo de la frecuencia y sinceridad con la que igualmente se pide perdón en privado. En México esta lejano lograr la integración del perdón como virtud en nuestras vidas, más lejano esta vincular el perdón en la política.

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