En menos de un año hemos visto posicionarse a muchos personajes de la política del calificativo de traidores, mas allá del uso al que ordinariamente utilizamos, como simple epíteto a los disidentes u opositores que pululan en los diferentes partidos que integran la partidocracia en México.
Son personajes indefendibles en sus graves transgresiones a los valores, que simple y llanamente han renegado con sus dichos y acciones al compromiso de la fidelidad o lealtad que hacían con sus principios ideológicos y grupos de pertenencia, haciendo lo contrario de lo que de ellos se esperaba de acuerdo con sus reiteradas promesas de cumplimiento con los acuerdos pactados.
El ejemplo más ignominioso lo están dando los dirigentes políticos de los principales partidos opositores: el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido de la Revolución Democrática y el Partido del Trabajo (PT), con sus acciones están transgrediendo la elemental lealtad con sus principios, estableciendo alianzas deshonrosas que transgreden su elemental dignidad como personas, son los que han hecho de la traición el fundamento de su exitosa vida a costa de su prevaleciente desvirtualización de el arte inherente al quehacer político. Son los que han carecido de la inteligencia para lograr sus anhelos transformadores de nuestra sociedad sin integrarse a las conductas corruptas que las oligarcas, estratégica y eficazmente han logrado instrumentar para evitar los cambios radicales, de fondo, que países como el nuestro requieren para lograr los mas altos grados de desarrollo humano y social que sean garantes de la libertad, la democracia, la justicia pero sobre todo logre los máximos de bienestar y felicidad de todos los ciudadanos.
Han suscrito con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que combatian, una alianza política que han denominado “Pacto por México”, donde se han comprometido a apoyar las acciones reformistas que tienen por objeto incrementar las políticas económicas del capitalismo depredador neoliberal en perjuicio de la economía nacional, de los programas para el desarrollo social, sustentable y con justicia social. Su reforma energética tiene como único fin, lograr la privatización de PEMEX, para que los capitales privados sangren sus ganancias millonarias y los energéticos sigan encareciéndose y contribuyan al deterioro económico que precariza nuestra vida. Luego su pretendida reforma en de las telecomunicaciones se dirige al fortalecimiento de los oligopolios empresariales que durante mas de 40 años se han beneficiado de las redes radiales, los espectros de la televisión, y hoy con la integración de las redes ópticas pretenderán seguir dominando para satisfacer sus intereses insaciables del mercantilismo, su perorata modernizadora nada tiene para lograr la necesaria democratización de estos medios que seguirán siendo sus instrumentos estratégicos para mantener sus regimenes dominantes explotadores. Su reforma fiscal ya avizora incrementar el peso de la carga a las clases bajas y medias con en la propuesta de eliminar la tasa cero a alimentos y medicinas en el contexto de la que significa un posible incremento en la recaudación tributaria, pero implicaría un incremento del precio de productos de primera necesidad, repercutiendo en mayor proporción en el poder adquisitivo de las familias más vulnerables, según el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la misma Cámara de Diputados; nada dicen de acabar con el régimen de los privilegios fiscales de los grandes corporativos. Ni que hablar de la reforma laboral que nos han impuesto, la simulada reforma educativa y sus reformas al IMSS y al ISSSTE que sólo han sumado mas injusticia y precarización de los trabajadores y los servicios que debieran otorgar con calidad.
Complementan ademas, esa traición, sus alianzas políticas electorales, en el marco del nefasto pragmatismo oportunista del ganar, ganar, para satisfacer sus ambiciones vulgares en los usos del poder. Sus declaraciones son cínicas y desvergonzadas como las declaradas al periódico la Jornada, por el dirigente nacional del Partido del Trabajo (PT), Alberto Anaya (http://www.jornada.unam.mx/2013/03/15/politica/) que reconoció que en política de alianzas ‘‘hay mucho desorden” entre los partidos de izquierda en este año electoral. “Hay situaciones de mucho pragmatismo y en esa perspectiva se están dando alianzas estructurales entre el PAN y PRD” en diferentes estados, pero también entre el PT y el PRI, en el caso de Baja California.
En fin están haciendo política a su modo, acordando en pequeños grupos, sin debate ni transparencia y convirtiendo a los órganos legislativos en sus instrumentos de legitimación, ordenando a sus huestes dependientes económicos y políticos que voten sus reformas. Estos son los líderes políticos de la izquierda partidistas, otroras revolucionarios, defensores de la soberanía nacional, repudiadores de las privatizaciones, de la explotación, de la manipulación y luchadores libertarios por la democracia y contra la injusticia
Están muy lejos de las virtudes que llevan a la lealtad, que pertenece a una esfera elevada del ser humano, donde se gestan los valores morales y éticos. La lealtad es una obligación de fidelidad que un sujeto o ciudadano le debe a su estado, gobernante, comunidad o a sí mismo. Si la lealtad tiene que ver con el grado de respeto que cada ser humano tenga hacia sí mismo, como consecuencia a sus semejantes, estamos muy lejos de tener dirigentes políticos y gobernantes dignos para acabar simplemente con la corrupción que nos agobia, la dignidad es una cualidad que le pertenece a todo ser humano, quien persiste en no respetarla pierde el honor pasando a ser utilizados como medios de otras personas.
A propósito de la reflexiva semana santa que se avizora en este mundo cristiano, estos políticos se reflejaran en el beso que Judas de Iscariote delató a Jesús de Nazaret en el Huerto de Getsemaní, beso que ha sido representado en diversas manifestaciones artísticas simbolizando tradicionalmente a la traición.
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