En nuestra amada patria mexicana, como en muchas otras sociedades en vías de desarrollo en el mundo, alejadas de los anhelados niveles de desarrollo humano y social que se corresponda con nuestras riquezas históricas, culturales y patrimoniales, estamos urgidos de políticos y políticas que se alejen de sus condiciones egoístas, ambiciosas e inmorales que subordinan sus decisiones trascendentes primero a satisfacer sus intereses personales y facciosos ligados a las oligarquías partidistas, empresariales y religiosas y luego al ejercicio de la simulación con sus razones manipulatorias y mentirosas articuladas en sus debilidades ideológicas e inmorales, actuando como vasallos, perdiendo su mas elemental autonomía, su capacidad de ser libre, fortaleciendo su razón de ser en sus vidas políticas partidistas, que les pueda seguir esperanzados en satisfacer sus aspiraciones de poder en el seno de la política.
Son los políticos sin ética, sin convicciones, sin conciencia ideológica, sin escrúpulos y sin el más mínimo interés, como lo decía en el artículo anterior, de integrar el conocimiento científico al contexto de sus análisis y decisiones para lograr decisiones trascendentes que nos solucionen de fondo los problemas sociales, económicos, políticos que nos agobian, generando sociedades violentas, inseguras, con gran pobreza, con sus absurdos problemas de salud, educativos, injusticia y de corrupción, muy alejados de niveles de desarrollo humano altos para sus personas, mas alejados en sus familias, mucho mas en sus aspiraciones y discursos esperanzadores inherentes al desarrollo de nuestra sociedad.
Son los que no quieren entender ni aceptar que ha sido el modelo económico y político que desde hace décadas se nos ha impuesto por las oligarquías empresariales al servicio de los imperios, no de nuestras naciones, a través de sus instituciones operadoras, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que lo único que han generado ha sido mas hambre, pobreza, desempleo, perdida de derechos laborales y sociales, degradación y depredación ecológica, con la disminución consecuente de los niveles de bienestar de nuestra población y su integración a procesos de deshumanización con su nefasto mercantilismo, inmerso en su estrategias del hiperconsumismo, de su dios mercado que se ha constituido en la raíz mas profunda de la degradación de los valores humanos básicos, que constituye el fondo de los graves indicadores de desintegración social que amenazan seguir agobiándonos. Tan sólo en una semana los medios de comunicación en nuestro páis, han destacado la grave pérdida del poder adquisitivo de las familias, por los bajos ingresos económicos de las familias, destacan el grave incremento de la pobreza que acecha a más del 80% de nuestra sociedad mexicana, así como el grave incremento de la violencia derivada del crimen organizado.
Son los que se prestan a vender los recursos patrimoniales energéticos, engañando, mintiendo, escudándose en reformas dizque modernizadoras, que lo único que han servido es para enriquecer a empresarios sin escrupulos, muchos de ellos de empresas trasnacionales, y encarecer su uso por los ciudadanos, como ha venido sucediendo con el petróleo, las gasolinas, electricidad, gas, las energías eólicas y solares. No atienden ni siquiera el uso razonable de los argumentos que sobre las necesidades de modernizacion administrativa, con mejor inversión, desgravación de regimenes fiscales y combate frontal de la corrupción en el manejo de las instituciones públicas responsables (PEMEX, CFE, SECRETARIA DE ENERGIA), se puede lograr mejores beneficios para nuestra nacion que coadyuve a mas altos niveles de desarrollo social.
Son los que en todos los niveles de gobierno, desde el municipio, los estados y la federación están prestos a ser cómplices de las redes de corrupción, traficando con sus influencias, desde el mal uso y desviaciones de los recursos públicos que administran, hasta el otorgamiento de permisos, licencias y concesiones (obras públicas, servicios, usos de suelos, etc.) que no cumplen los requisitos legales y los mas grave protegiendo a delincuentes desde funcionarios corruptos, hasta los responsables de delitos de cuello blanco, el narcotráfico, así como en los negocios de los casinos, prostitución, alcohol, drogas y el trafico de seres humanos.
Son los políticos para los que el ejercicio de la ley es una quimera, donde el estado de derecho esta sujeto primero a sus intereses políticos, al poder económico, las leyes las perfeccionan para fortalecer sólo las presionantes demandas de justicia, para existir como letra, sin visos de vida, de acción, de respeto escrupuloso por todos los integrantes de la sociedad. Son los políticos que se ufanan de sus iniciativas de reforma a los deferentes códigos, desde el penal hasta el civil, sin reconocere las graves injusticias de las victimas de los delincuentes, más del 90% de las transgresiones a las leyes, sobre todo en relación a los delitos siguen sin ser objeto de la procuración de justicia en nuestro país.
Son los políticos que viven de hacer política, los que sus riquezas económicas y patrimoniales visibles no son congruentes con sus desempeños laborales remunerados en las instituciones y los puestos públicos, ni con sus negocios lícitos, menos con sus ostentosos títulos profesionales u oficios que se atribuyen; mucho menos con sus enarbolados principios doctrinarios revolucionarios que han servido de estrategia militante en sus luchas contra el poder corrupto y la construcción de la nueva sociedad que según ellos buscan en su lucha desinteresada.
Políticos y políticas así son los que no necesitamos, ni en México ni en el mundo, para poder avanzar en nuestra lucha por lograr los más altos niveles de desarrollo social que merecemos.
Son los políticos sin ética, sin convicciones, sin conciencia ideológica, sin escrúpulos y sin el más mínimo interés, como lo decía en el artículo anterior, de integrar el conocimiento científico al contexto de sus análisis y decisiones para lograr decisiones trascendentes que nos solucionen de fondo los problemas sociales, económicos, políticos que nos agobian, generando sociedades violentas, inseguras, con gran pobreza, con sus absurdos problemas de salud, educativos, injusticia y de corrupción, muy alejados de niveles de desarrollo humano altos para sus personas, mas alejados en sus familias, mucho mas en sus aspiraciones y discursos esperanzadores inherentes al desarrollo de nuestra sociedad.
Son los que no quieren entender ni aceptar que ha sido el modelo económico y político que desde hace décadas se nos ha impuesto por las oligarquías empresariales al servicio de los imperios, no de nuestras naciones, a través de sus instituciones operadoras, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que lo único que han generado ha sido mas hambre, pobreza, desempleo, perdida de derechos laborales y sociales, degradación y depredación ecológica, con la disminución consecuente de los niveles de bienestar de nuestra población y su integración a procesos de deshumanización con su nefasto mercantilismo, inmerso en su estrategias del hiperconsumismo, de su dios mercado que se ha constituido en la raíz mas profunda de la degradación de los valores humanos básicos, que constituye el fondo de los graves indicadores de desintegración social que amenazan seguir agobiándonos. Tan sólo en una semana los medios de comunicación en nuestro páis, han destacado la grave pérdida del poder adquisitivo de las familias, por los bajos ingresos económicos de las familias, destacan el grave incremento de la pobreza que acecha a más del 80% de nuestra sociedad mexicana, así como el grave incremento de la violencia derivada del crimen organizado.
Son los que se prestan a vender los recursos patrimoniales energéticos, engañando, mintiendo, escudándose en reformas dizque modernizadoras, que lo único que han servido es para enriquecer a empresarios sin escrupulos, muchos de ellos de empresas trasnacionales, y encarecer su uso por los ciudadanos, como ha venido sucediendo con el petróleo, las gasolinas, electricidad, gas, las energías eólicas y solares. No atienden ni siquiera el uso razonable de los argumentos que sobre las necesidades de modernizacion administrativa, con mejor inversión, desgravación de regimenes fiscales y combate frontal de la corrupción en el manejo de las instituciones públicas responsables (PEMEX, CFE, SECRETARIA DE ENERGIA), se puede lograr mejores beneficios para nuestra nacion que coadyuve a mas altos niveles de desarrollo social.
Son los que en todos los niveles de gobierno, desde el municipio, los estados y la federación están prestos a ser cómplices de las redes de corrupción, traficando con sus influencias, desde el mal uso y desviaciones de los recursos públicos que administran, hasta el otorgamiento de permisos, licencias y concesiones (obras públicas, servicios, usos de suelos, etc.) que no cumplen los requisitos legales y los mas grave protegiendo a delincuentes desde funcionarios corruptos, hasta los responsables de delitos de cuello blanco, el narcotráfico, así como en los negocios de los casinos, prostitución, alcohol, drogas y el trafico de seres humanos.
Son los políticos para los que el ejercicio de la ley es una quimera, donde el estado de derecho esta sujeto primero a sus intereses políticos, al poder económico, las leyes las perfeccionan para fortalecer sólo las presionantes demandas de justicia, para existir como letra, sin visos de vida, de acción, de respeto escrupuloso por todos los integrantes de la sociedad. Son los políticos que se ufanan de sus iniciativas de reforma a los deferentes códigos, desde el penal hasta el civil, sin reconocere las graves injusticias de las victimas de los delincuentes, más del 90% de las transgresiones a las leyes, sobre todo en relación a los delitos siguen sin ser objeto de la procuración de justicia en nuestro país.
Son los políticos que viven de hacer política, los que sus riquezas económicas y patrimoniales visibles no son congruentes con sus desempeños laborales remunerados en las instituciones y los puestos públicos, ni con sus negocios lícitos, menos con sus ostentosos títulos profesionales u oficios que se atribuyen; mucho menos con sus enarbolados principios doctrinarios revolucionarios que han servido de estrategia militante en sus luchas contra el poder corrupto y la construcción de la nueva sociedad que según ellos buscan en su lucha desinteresada.
Políticos y políticas así son los que no necesitamos, ni en México ni en el mundo, para poder avanzar en nuestra lucha por lograr los más altos niveles de desarrollo social que merecemos.
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