sábado, 12 de octubre de 2013

LA GRAN VIDA DE LOS POLITICOS CORRUPTOS


En estos tiempos de informes de gobiernos, resulta que no pude contenerme en abordar la persitente corrupcion de los politicos que nos gobiernan, esta semana se informó del caso del ex gobernador panista de San Luis Potosí, Marcelo de los Santos (luego nombrado director de la Casa de Moneda por Felipe Calderón), que ha sido inhabilitado por 20 años para ocupar un cargo público, y multado con casi 8 mil millones de pesos por la Contraloría Generaldel Estado, como consecuencia de desvío de recursos públicos, específicamente de un préstamo por mil 500 millones de pesos al final de su sexenio. No esta encarcelado, vive en libertad y sigue disfrutando la gran vida y puede acudir a otras instancias jurídicas que los liberen de esas sanciones que le han impuesto.
El estado delincuencial con todas sus redes de criminales, que nos gobierna en México,  incrustados en todos los niveles de gobierno, desde el federal, los gobiernos estatales y los municipales, ha seguido simulando el ejercicio de la justicia mostrando como ejemplos sus acciones sobre personajes políticamente inservibles u obstaculizadores de sus voraces intereses políticos y económicos.
Otros, ni siquiera se cuidan de las formas, como le sucedió al gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz, quien llego a declarar en su cuarto informe de gobierno, qué en nuestro estado “no hay mas jefes de plaza que la autoridad”, son políticos que ni siquiera logra una comunicación política saludable, que no sean tan proyectivas del lenguaje de los criminales, que nos agobian perseverando con sus transgresiones violentas de las leyes que nos rigen. Los que somos analistas de la conducta humana, sabemos muy bien, de que no se tratan sólo de una frase desafortunada en un discurso político, sólo los delincuentes se apropian de lenguajes y formas de comunicación en sus ambientes delictivos. Las declaraciones posteriores para “aclarar” que su mensaje “estaba dirigido a los policías, a fin de que se asumieran como tales en su labor”, contra los delincuentes, sólo incremento su desacierto terminológico, del prevaleciente uso de “jefe de plaza”, que a nivel mundial, no sólo en México, utilizan las organizaciones criminales.
Pues bien ha sido este prevaleciente estado delincuencial, donde tan sólo la corrupción, sin abordar sus impunidades, en sus precariedades del desempeño profesional en sus funciones, de los políticos en México y en Nuevo León, es tan atroz que puede en este momento estar afectando hasta el 30% de las economías de las sociedades y sus gobiernos. Si así a sido, este comportamiento en el curso de las pasados 40 años, sería una de las grandes causas, de que nuestras sociedades no hayan logrado su desarrollo social, con la infraestructura de servicios públicos básicos de calidad integrados, en un desarrollo urbano sustentable, solucionando los problemas crónicos que padecemos de vialidad, transporte público, drenaje pluvial, vivienda digna, escuelas, hospitales, clínicas, unidades de salud; ni que decir de la superación de la pobreza y el logro de la cobertura universal de educación y salud para todos los ciudadanos.

Me atrevo a afirmar que este costo de la corrupción, nos afecta hasta el 30% de la economía, porque sigue siendo vigente los llamados porcentajes, que fluctúan del 15 al 20% que estos políticos corruptos exigen como cuota, por medio de sus enviados, para concesionar contratos en las adjudicaciones de obras públicos, en las concesiones de servicios, en las adquisiciones de bienes y materiales; los cuales se suman al otro 15% a 20% que derivan del costo devaluatorio de la calidad de la obra o servicio público que el proveedor suma para ajustar los gastos invertidos en la corrupción. Si nos faltara para sustentar, esta estimación de costos de la corrupción, sumemos los ingresos ilícitos que los funcionarios obtienen por el otorgamiento de permisos en sus diferentes modalidades, permisos sanitarios, comerciales, para venta de alcohol, casinos, desarrollo urbano; donde como alguna vez llegué a demostrar como, en un solo día, el último de su gestión, un alcalde de Monterrey, condono el 95% de las multas a los giros negros que pululaban en nuestra ciudad con transgresiones graves al reglamento; a la tesorería municipal sólo llego el 5%, la sumas de sus corruptelas le permiten hasta ahora vivir la gran vida, hasta de su familia extensa.

Simplemente en el caso de los alcaldes que han ocupado este puesto en Monterrey, desde los ochentas, todos han logrado vivir en la impunidad, a pesar de los hechos públicos más registrados en los medios de comunicación en sus momentos más prevalecientes de denuncias investigadas de corrupción en sus administraciones, muchos de ellos con cinismo y desvergüenzan se enaltecen de haber logrado esa impunidad, de llevar su gran vida, algunos hasta fueron evidenciados públicamente, los personajes de sus redes delincuenciales en sus administraciones sin que pasara nada.

Son los políticos que presumen que se dan la gran vida, enarbolando la lucha por la democracia y los niveles mas altos de desarrollo humano y social de las sociedades donde paradójicamente se comportan con los mas bajos niveles de desarrollo humano en sus personas, son autoritarios, manipuladores, mentirosos, extorsionadores, chantajistas, defraudadores, enriquecidos ilícitamente, sin escrúpulos e inmersos en la perversión de la política.

Hoy también leia, la noticia de que el ex alcalde de Detroit, Kwame Kilpatrick, del partido demócrata, quien terminó su periodo hace 5 años, fue sentenciado a 28 años de prisión por corrupción, dos meses después de que la ciudad se declarara en bancarrota; fue acusado y evidenciado de conspiración, chantaje, extorsión, soborno y evasión de impuestos,  junto con un socio y su propio padre, que se encargaba de hacer sus declaraciones de impuestos, al terminar su periodo se ufanaba de ser considerablemente más rico. En palabras de la jueza, que lo sentenció ‘‘se dio la gran vida’’ empeorando la situación de Detroit.
En tanto aquí en México, seguimos padeciendo de los políticos que empeoran nuestra situación de pobreza, desigualdad, injusticia y violencia social que nos agobia, en tanto ellos siguen dándose esa “gran vida”, que metafóricamente utilizó la jueza contra este alcalde criminal.  

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