viernes, 14 de marzo de 2014

UN DÍA MÁS, PARA LAS MUJERES


El 8 de marzo, se escogío por la ONU para conmemorar en el mundo los derechos de las mujeres, debiera de ser un día de lucha mas intenso y profundo, para lograr los cambios que permitan acabar con la explotación, la desigualdad y la discriminación de las mujeres, fortaleciendo la equidad de genero en la cultura de nuestra sociedad, y con ello, tratar de disminuir sustancialmente las tragedias de la lacerante pobreza, violencia, los feminicidios, el trafico sexual, con sus efectos de esta victimización, que generan prevalencias incrementadas de los trastornos de salud mental y sexual, como la depresión, ansiedad, el estrés postraumático y las enfermedades de transmisión sexual y las disfunciones sexuales, en las mujeres, que día a día, los que somos trabajadores de la salud, observamos como se incrementan como motivo de consulta.
 
Nuestra sociedad sigue conformándose con los actos mediáticos e institucionales, con sus reconocimientos de personajes femeninos que han trascendido por sus profesiones, oficios o actividades distinguidas en la lucha por la igualdad de las mujeres, sin embargo algunos de los comunicadores, en editoriales y comunicaciones de radio y televisión, la mayor parte de los periodistas o conductores de programas, expresan, paradójicamente, contenidos que en este día se pretenden eliminar porque son proyectivos de la cultura machista, misógina, homofobica y estereotipos de sumisión autoritaria de la mujer, que por siglos han obstaculizado la equidad de genero; así las campañas de sensibilización e información del gobierno no han logrado la eliminación de estereotipos negativos del género en las relaciones cotidianas de nuestra sociedad, ni en sus principales agentes de cambio.  En tanto, las sociedades europeas se manifiestan protestando, en las principales capitales de sus países, como Alemania, Francia, Italia, contra las políticas regresivas contra los derechos de las mujeres, de los regimenes conservadores de derecha, como en España, donde su presidente quiere lograr la eliminación del aborto libre, como derecho de la salud sexual y reproductiva de las mujeres.
 
Nuestra sociedad sigue pasiva, desmovilizada, alienada sin ni siquiera demandar, mucho menos exigir el respeto incondicional de los derechos de la mujer ya existentes en leyes federales y estatales, menos se ha conmocionado, para rebelarse y protestar contra la ignominiosa violencia de género que no sólo no ha disminuido, sino se ha incrementado y prevalece con sus múltiples rostros, en el seno de las familias, las instituciones educativas, laborales, religiosas, contribuyendo a la sociedad violenta, insegura y sin la anhelada paz social que debe  ser garantizada por el estado; lo anterior a pesar de que una de la mayores inversiones en recursos financieros y jurídicos en los programas de los gobiernos, en los últimos sexenios, ha sido dirigida a proteger el derecho de las mujeres a una vida sin violencia.
 
Otro de los graves problemas es que persiste el desconocimiento de las leyes y programas, que han derivado de los tratados y convenios internacionales, que nuestro país ha aceptado y que han llevado al desarrollo de reformas constitucionales y leyes secundarias para garantizar plenamente los derechos humanos de las mujeres, lo cual sigue impidiendo acabar con las enormes desigualdades que persisten en todos los ámbitos de la vida política, social, económica y cultural sobre las mujeres.

Los gobiernos no han logrado incorporar la perspectiva de género en las políticas, programas, presupuestos y gestión de instituciones públicas, en todos sus niveles desde, el federal, estatal y el municipal, menos en los tres poderes del Estado Mexicano, el ejecutivo, judicial y legislativo; se resisten  a eliminar plenamente la discriminación contra la mujer en la vida política y pública del país, adoptando todas las medidas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera de sus derechos económicos, sociales y culturales.
 
Uno de los grandes pendientes ha sido el respeto de los derechos reproductivos y derechos sexuales de las mujeres, nuestras mujeres siguen siendo victimas de leyes antiabortos, donde se les criminaliza; en ellas sigue prevaleciendo la alta incidencia de embarazos no deseados, sobre todo en adolescentes; el abuso de las intervenciones quirúrgicas (cesáreas), las prevalecientes tasas altas de morbi mortalidad  materno-infantil, sobre todo asociadas a las lacras de la pobreza y la ausente garantía del estado de satisfacer plenamente su derecho a la salud.
 
Los institutos nacionales y estatales de las mujeres, creados por los gobiernos, con el objeto de “promover y fomentar las condiciones que posibiliten la no discriminación, la igualdad de oportunidades y de trato entre los géneros; el ejercicio pleno de todos los derechos de las mujeres y su participación equitativa en la vida política, cultural, económica y social del país, bajo los criterios de: Transversalidad, Federalismo, Fortalecimiento de vínculos con los Poderes Legislativo y Judicial tanto federal como estatal.”, simplemente no han logrado trascender cumpliendo cabalmente sus objetivos, siguen acotados por las influencias políticas ideológicas de la clase gobernante, menoscabados en su autonomía, con recursos limitados y sin capacidades de protestar por la inexistencia real de la vigencia y aplicación real de las leyes, normas y programas existentes dirigidos a proteger los derechos humanos de las mujeres.
 
Lo más lamentable ha sido la disminución de las capacidades de lucha de los movimientos feministas de nuestro país, quizás acotados por las redes de intereses de los gobiernos, que les destinan en los recursos económicos y apoyos para su operatividad en sus organismos de la sociedad civil que dirigen, en la persistente estrategia central del estado de lograr los controles de los opositores.   

Sin cambios profundos y radicales en las políticas de los gobernantes a favor de los derechos de la mujer, subsistirán las enormes desigualdades entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida política, social, económica y cultural en nuestro país.

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