En
México, la inmensa mayoría de los ciudadanos, seguimos sobreviviendo en una
sociedad inmersa en la corrupción, que genera grandes abusos, explotación y una
prevaleciente desconfianza entre los habitantes de nuestras comunidades, que
sigue aniquilando lenta, pero seguramente el amor fraternal y solidario y los valores esenciales para un saludable
desarrollo humano.
Los
detentadores del poder político y económico, integrantes de los partidos
políticos y del gran capital financiero nacional, siguen privilegiando sus intereses económicos y el uso perverso del
poder, con sus mentiras y grandes manipulaciones, sin ética, transgrediendo
leyes, fomentando la injusticia social, viviendo de la corrupción,
incrementando las desigualdades sociales y las lacras de pobreza y hambre sobre
los ciudadanos.
La
democracia, sigue reducida a sus
imposiciones despóticas de personajes a su modo, para el ejercicio del poder, en
los simulados procesos electorales, donde una y otra vez impera como factor
esencial para sus victorias, el uso clientelar de la pobreza, las capacidades
de inversión económica de los candidatos, sus partidos y la manipulación
mediática de los medios de comunicación, beneficiarios finales de sus
perversiones. La cultura democrática inmersa en las instituciones y
organizaciones sociales, expresada cotidianamente en el fomento de la
participación ciudadana en las tomas de decisiones, nutrida por la libertad de
expresión, el consentimiento informado, y los avances científicos, que
enmarquen estas deliberaciones, simplemente no les interesa; desdeñan el gran
valor que ha tenido, la cultura democrática, inmersa en el desarrollo de las
sociedades mas avanzadas con los mas altos índices de desarrollo.
Con
impotencia, observamos como desdeñan e insultan la necesaria participación deliberativa,
de los integrantes del poder legislativo, los especialistas, los trabajadores y
la ciudadana, en sus grandes propuestas
reformistas, educativa, laboral, energética, hacendaria, comunicaciones, dizque
innovadoras y trascendentes en sus discursos para lograr ingresar a la
modernidad y los supuestos grandes beneficios para todos los habitantes de nuestra
patria, les es mas fácil recurrir a las mentiras en sus manipulaciones
mediáticas y a la imposición autoritaria transgresora de nuestras leyes.
No
dudan en seguir promoviendo sus valores nefastos, en sus ideologías retrogradas,
anquilosadas en el pasado, reproductoras de los abominables feudos y contextos
históricos y religiosos que chocan con la modernidad, sus rígidos sistemas de
creencias para seguir obstaculizando el desarrollo
humano de las futuras generaciones. El ejemplo mas patético han sido sus
influencias en los modelos educativos, que han impactado en las políticas
educativas del régimen de oprobio que padecemos, con el prevaleciente
analfabetismo pleno o funcional de los adultos, capacitando para el desempeño,
sin lograr la anhelada formación integral del educando, exentándolos hasta del
conocimiento básico de las ciencias sociales, la filosofía y mas del elemental fortalecimiento de los valores en la ética,
que integrada en el ser se convierte en un seguro escudo repelente de la
corrupción y degradación del ser humano. Su objetivo es ahora muy centrado, en
su dios mercado, se han apropiado del conocimiento avanzado de las
neurociencias, para usar los circuitos psicofisiológicos de las emociones
armonizando sus concepciones del éxito en la vida, con las incrementadas ventas del hipermercado global,
inhibiendo la racionalidad de la corteza cerebral, llevando a promover y
fomentar el gobernar, las emociones sobre la racionalidad en los humanos, su
cinismo es tal que al ser evidenciados mandan al diablo la ética y los valores.
Poco
les importa los perfiles, las necesidades y virtudes de quien o quienes estarán
en el poder, sus propuestas de gobernantes y funcionarios, nos han indignado
con sus presidentes, secretarios, gobernadores, alcaldes, diputados y senadores
con mínimos perfiles de desarrollo personal, político, académico, profesional,
científico, cultural, que han destacado mas por su servilismo a los oligarcas,
garante de impunidad infinita ante sus actos delincuenciales que desarrollan en
sus funciones.
El ejemplo más
patético de estas conductas políticas, se extiende en lo que ha venido
sucediendo en Nuevo León, los últimos meses, donde la política ha sido reducida
a una lucha intestina por posicionarse como candidatos, de los personajes mas
carentes de esos mínimos perfiles y con trayectoria inmersa en conductas, que
si fueran juzgadas en sociedades donde imperan los mínimos de respeto a la ley,
no dudarían de ser catalogadas como criminales, independientemente del grado de
criminalidad que se les sentenciara. Observe a los personajes, que se están
tratando de posicionar, la mayoría han sido funcionarios en los diferentes
niveles de gobierno, que en la última década estuvieron inmersos en
responsabilidades, por su mal desempeño en las grandes tragedias que nos han
conmocionado, como los impunes miles de asesinatos, secuestros, desapariciones,
los infames asesinatos suscitados en los casinos, penales, restaurants, con sus
mutuas acusaciones de complicidades, con alguno de los carteles que han estado
operando en nuestro estado, y con su destacada contribución a la sociedad
insegura, violenta y degradada que vivimos; sin olvidar sus enriquecimientos
ilícitos que han provenido de sus tráficos de influencias en el otorgamiento de
contratos en obra pública, adquisiciones, licencias, permisos y la procuración
de justicia en nuestra sociedad; además de sus ostentosos salarios y
prestaciones que como funcionarios se
autoasignan con cinismo, provocando graves daños en las finanzas públicas.
Nuestra sociedad, necesita urgentemente politicos empoderados para detener la desintegración social que vivimos en México y en Nuevo León, en el Movimiento de Regenaración Nacional (MORENA) anhelamos la integración de los hombres y mujeres honestos, con probidad y capacidad para lograr los maximos niveles de desarrollo humano y social.
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