viernes, 26 de septiembre de 2014

ETICA E INVESTIGACIÓN DE MEDICAMENTOS EN MEXICO


En estos días se informaba en los diarios nacionales, como el Universal  http://www.eluniversal.com.mx/primera-plana/2014/impreso/prestan-su-cuerpo-a-pruebas-de-genericos-46909.html , como experimenta la industria farmacéutica con humanos en México, tan sólo para probar medicamentos genéricos en su bioequivalencia en relación a los de patentes, y así cumplir con el requisito principal para lograr su comercialización y el uso correspondiente en nuestro país.
Lo que debería ser un acto voluntario, motivado más por el consentimiento informado, altruista, resulta que se ha estado convirtiendo en un acto mercantilista, ignominioso, integrando una red de consumidores y empresas en todo el país, que las autoridades de la SSA, principalmente de la Comisión federal para prevenir Riesgos Sanitarios (Cofrepis), otorga en permisos para autorizar a personas físicas o  morales, como  terceros que apoyan para el control sanitario en estas investigaciones, una vez que han demostrado contar con la capacidad técnica, humana y financiera y de infraestructura para desarrollar esta función, existen actualmente 21 unidades clínicas autorizadas para recibir voluntarios para estudios de bioequivalencia, que  supuestamente son supervisados estrechamente en el cumplimiento de las normas sanitarias, éticas y legales para el desarrollo de sus funciones.

Según la información de la Cofrepis, son más de 25 mil personas en México de entre 18 y 55 años de edad sirven como "conejillos de Indias" a las farmacéuticas para experimentos con el fin de probar medicamentos genéricos, por un pago de hasta 3 mil 500 pesos, falta por conocer los miles de pacientes, que padeciendo una enfermedad son integrados a protocolos de investigación para valorar la eficacia de los fármacos nuevos o en proceso de autorización, con patentes ya autorizadas en otros países.
México y el resto de los países de América Latina y del caribe se han convertido en una gran área de oportunidad para este tipo de investigaciones “científicas” en seres humanos, sobre todo de la gran industria farmacéutica internacional, por los bajos costos en su operación, tanto en los  gastos en los recursos humanos del personal técnico científico, así como de las necesidades de los humanos objeto de la investigación, además de una legislación sanitaria muy flexible, el equilibrio sanitario que prevalece en nuestros territorios, sobre todo por las pocas emergencias que generan las enfermedades infecto contagiosas, como se ha venido suscitando en las últimas lustros en países asiáticos, con los virus de la influenza, y en África, con el Ebola, 

En los hechos todos ganan, desde los investigadores, los médicos y personal de salud participante, hasta los pacientes y sanos  voluntarios, algunos ellos, como lo destaca el artículo periodístico, lo han integrado como un modus vivendi, en el marco del prevaleciente desempleo y pobreza que peligrosamente persiste en este grupo de edad de los 18 a los 55 años,  que paradójicamente representa los años de mayor productividad en las etapas evolutivas que comprenden del desarrollo humano, algunos médicos hemos rechazado compensaciones económicas ofrecidas tan sólo por referir pacientes para integrarlos a protocolos de investigación sobre medicamentos en trastornos psiquiátricos.
Desde la declaración de Helsinki, hecha en 1964 y enmendada en 1975, 1983 y 1989, denominada: recomendaciones para los médicos que realizan investigaciones humanas, adoptada por la Asamblea Medica Mundial, se hace énfasis en la voluntariedad y libertad de los seres humanos participantes, a los cuales se les debe informar debidamente sobre los fines, los métodos, los beneficios previstos y los riesgos potenciales que implica el estudio y las molestias que puede entrañar, su derecho a abstenerse y otorgar el consentimiento informado por escrito, inclusive cuando exista conflicto de intereses, por dependencia o consentimiento bajo presión, el consentimiento informado lo debe obtener un médico que no participe en la investigación. Luego la recomendación  del Comité de Ministros del Consejo de Europa en 1990, ante la predominancia de los intereses mercantilistas en las investigaciones de los laboratorios farmacéuticos, centradas en las ganancias, desdeñando la generación de medicamentos de bajos costos, emitió una recomendación integrada en el principio 13, muy contundente que dice “No se deben ofrecer a los sujetos potenciales de una investigación médica estímulos que induzcan el consentimiento libre. Las personas sujetas a investigación médica no deben tener ningún beneficio económico”

El peligro que representan estas circunstancias de mercantilización, de este tipo de investigaciones médicas, es que la cultura de la corrupción imperante en la gobernabilidad y en el seno de las interacciones humanas de nuestras sociedades lleve a desviaciones y transgresiones que incrementen los riesgos para la salud en el uso de los fármacos genéricos y de patentes nuevas de medicamentos aprobados y generados en transgresiones bioéticas en sus protocolos de investigación,  que se sumaría a las transgresiones de la libre adquisición que se tiene a medicamentos como antidepresivos, antipsicóticos, antidiabéticos, antirreumáticos, analgésicos, etc.., sin receta médica, autorizados por las autoridades sanitarias.

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