En estos días se informaba
en los diarios nacionales, como el Universal
http://www.eluniversal.com.mx/primera-plana/2014/impreso/prestan-su-cuerpo-a-pruebas-de-genericos-46909.html ,
como experimenta la industria farmacéutica con humanos en México, tan sólo para
probar medicamentos genéricos en su bioequivalencia en relación a los de
patentes, y así cumplir con el requisito principal para lograr su
comercialización y el uso correspondiente en nuestro país.
Lo que debería ser un acto
voluntario, motivado más por el consentimiento informado, altruista, resulta
que se ha estado convirtiendo en un acto mercantilista, ignominioso, integrando
una red de consumidores y empresas en todo el país, que las autoridades de la
SSA, principalmente de la Comisión federal para prevenir Riesgos Sanitarios
(Cofrepis), otorga en permisos para autorizar a personas físicas o morales, como
terceros que apoyan para el control sanitario en estas investigaciones,
una vez que han demostrado contar con la capacidad técnica, humana y financiera
y de infraestructura para desarrollar esta función, existen actualmente 21
unidades clínicas autorizadas para recibir voluntarios para estudios de
bioequivalencia, que supuestamente son
supervisados estrechamente en el cumplimiento de las normas sanitarias, éticas
y legales para el desarrollo de sus funciones.
Según la información de la
Cofrepis, son más de 25 mil personas en México de entre 18 y 55 años de edad
sirven como "conejillos de Indias" a las farmacéuticas para
experimentos con el fin de probar medicamentos genéricos, por un pago de hasta
3 mil 500 pesos, falta por conocer los miles de pacientes, que padeciendo una
enfermedad son integrados a protocolos de investigación para valorar la
eficacia de los fármacos nuevos o en proceso de autorización, con patentes ya
autorizadas en otros países.
México y el resto de los
países de América Latina y del caribe se han convertido en una gran área de
oportunidad para este tipo de investigaciones “científicas” en seres humanos,
sobre todo de la gran industria farmacéutica internacional, por los bajos
costos en su operación, tanto en los
gastos en los recursos humanos del personal técnico científico, así como
de las necesidades de los humanos objeto de la investigación, además de una
legislación sanitaria muy flexible, el equilibrio sanitario que prevalece en
nuestros territorios, sobre todo por las pocas emergencias que generan las
enfermedades infecto contagiosas, como se ha venido suscitando en las últimas
lustros en países asiáticos, con los virus de la influenza, y en África, con el
Ebola,
En los hechos todos ganan, desde
los investigadores, los médicos y personal de salud participante, hasta los
pacientes y sanos voluntarios, algunos
ellos, como lo destaca el artículo periodístico, lo han integrado como un modus
vivendi, en el marco del prevaleciente desempleo y pobreza que peligrosamente
persiste en este grupo de edad de los 18 a los 55 años, que paradójicamente representa los años de
mayor productividad en las etapas evolutivas que comprenden del desarrollo
humano, algunos médicos hemos rechazado compensaciones económicas ofrecidas tan
sólo por referir pacientes para integrarlos a protocolos de investigación sobre
medicamentos en trastornos psiquiátricos.
Desde la declaración de
Helsinki, hecha en 1964 y enmendada en 1975, 1983 y 1989, denominada:
recomendaciones para los médicos que realizan investigaciones humanas, adoptada
por la Asamblea Medica Mundial, se hace énfasis en la voluntariedad y libertad
de los seres humanos participantes, a los cuales se les debe informar
debidamente sobre los fines, los métodos, los beneficios previstos y los
riesgos potenciales que implica el estudio y las molestias que puede entrañar,
su derecho a abstenerse y otorgar el consentimiento informado por escrito,
inclusive cuando exista conflicto de intereses, por dependencia o consentimiento
bajo presión, el consentimiento informado lo debe obtener un médico que no
participe en la investigación. Luego la recomendación del Comité de Ministros del Consejo de Europa
en 1990, ante la predominancia de los intereses mercantilistas en las investigaciones
de los laboratorios farmacéuticos, centradas en las ganancias, desdeñando la
generación de medicamentos de bajos costos, emitió una recomendación integrada
en el principio 13, muy contundente que dice “No se deben ofrecer a los sujetos
potenciales de una investigación médica estímulos que induzcan el
consentimiento libre. Las personas sujetas a investigación médica no deben
tener ningún beneficio económico”
El peligro que representan
estas circunstancias de mercantilización, de este tipo de investigaciones
médicas, es que la cultura de la corrupción imperante en la gobernabilidad y en
el seno de las interacciones humanas de nuestras sociedades lleve a
desviaciones y transgresiones que incrementen los riesgos para la salud en el
uso de los fármacos genéricos y de patentes nuevas de medicamentos aprobados y
generados en transgresiones bioéticas en sus protocolos de investigación, que se sumaría a las transgresiones de la
libre adquisición que se tiene a medicamentos como antidepresivos, antipsicóticos,
antidiabéticos, antirreumáticos, analgésicos, etc.., sin receta médica,
autorizados por las autoridades sanitarias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario