El
pasado viernes 8 de enero, acudí en representación oficial, del compañero
Rogelio González Ramírez, presidente del Comité Ejecutivo Estatal de MORENA en
Nuevo León, ante el Pleno de la Comisión Estatal Electoral, en nuestro estado,
para transmitir la postura política de MORENA, en su propuesta de un “Pacto de
Comportamiento Ético y de Civilidad para el Proceso Electoral 2014-2015, que
firmarían todos los representantes de los partidos políticos, buscando garantizar
el respeto a las leyes y la prevalencia de la ética en los comportamiento
políticos inherentes a este proceso.
En
representación de los partidos estuvimos: Gilberto de Jesús Gómez Reyes, del
PAN; Eduardo Alonso Bailey Elizondo, del PRI; Aníbal Garza, del PRD, Asael
Sepúlveda, del PT y Edgar Salvatierra Bachur, del PVEM, Juan Antonio Rodríguez,
del Panal; Alain Gerardo Sandoval, del Partido Demócrata; Luis Farías, de
Cruzada Ciudadana; Gerardo López del Partido Humanista, Esteban Tello, del
Partido Encuentro Social y un servidor, por Morena, con la encomienda no sólo
de no firmar el pacto, sino de posicionar un mensaje sobre el motivo de nuestra
postura política.
Resulta,
que una vez que se dio el protocolo de bienvenida, los parabienes por la
asistencia concurrida y la intervención del
titular de la CEE, Mario Alberto Garza Castillo, con una síntesis ejecutiva del
contenido del documento a firmar, inmediatamente se pasaron los documentos para
sus firma, por lo que tuve que intervenir para expresar, inmediatamente nuestra
negación a firmar y solicitar, a la vez, comunicar el mensaje que portaba, a lo que
amablemente Mario Alberto Garza, respondio que me esperara a que procedieran a
firmar el resto de los representantes de los partidos, para luego darme la voz
para intervenir, no dejando de sorprender, a los asistentes, nuestra postura.
Una
vez que se registraron las firmas, al intervenir comuniqué que MORENA, nuestro
partido no firmaba este pacto, porque en esencia sus contenidos ya están
integrados en las leyes electorales, civiles y penales vigentes que norman
nuestras obligaciones y responsabilidades no sólo de los militantes,
ciudadanos, precandidatos, candidatos, partidos, funcionarios públicos,
electorales, así como previenen y contienen las sanciones a los transgresores,
además de que tenemos la convicción de que no se debe disociar la ética de la
política y en el ejercicio de las leyes, de tal forma que resultaba falaz,
protagónico, simulador, como la mayoría de los pactos que los regímenes
pripanistas han hecho en nuestra nación, nutriendo la devaluación del quehacer
político, inmersa en la mentira y la deshonestidad, obstaculizando los anhelos
de libertad, democracia y justicia de todos y todas los mexicanos.
Bastaría
que cumpliéramos cabalmente con la ley y no se daría la pretendida “guerra
sucia”, entre los partidos y candidatos, que según las autoridades electorales,
pretenden evitar con este tipo de pactos, que según su , Mario Alberto Garza
Castillo, presidente de la Comisión Estatal Electoral “con este se busca velar
por el cumplimiento de la equidad, independencia, imparcialidad, legalidad,
objetividad, certeza, definitividad, máxima publicidad y transparencia; e
impulsar la participación democrática, promoviendo el respeto y la tolerancia,
para que las condiciones sociales del proceso electoral sean de tranquilidad y
convivencia.”
Invitar
a respetar la ley, por las y los obligados a ejercerla, mediante pactos, es una
de las posturas más mediocres de los políticos gobernantes que han servido sólo
para simular y extender las mentiras que han sistematizado, logrando la precarización de la política y de la ética,
alejando y provocando aversiones de la mayoría de los ciudadanos hacia la política,
nutriendo la sociedad deshumanizante en que vivimos, donde son precisamente las
normas, principios y valores desintegrados de la formación de la personalidad
de los seres humanos, logrando obstaculizar el incremento de los niveles de
desarrollo humano y social que como país nos merecemos.
Las
leyes existentes para lograr la anhelada democracia en el seno de toda la
sociedad, no sólo la que se refiere con este pacto, dirigido a la democracia
electoral, siguen sin ser perfeccionadas, obstaculizadas por las y los
oligarcas de los poderes económicos, políticos y partidistas, para que cumplan
cabalmente como sucede en los países más desarrollados, contribuyendo a los más
altos niveles del bienestar, aun mas su grave problema es que son leyes que
como refiere la politóloga Soledad Loza, en su artículo del periodico la Jornada, del día de hoy, el problema es mucho más profundo “las leyes no han podido extirpar ni contener,
que tiene que ver con nuestra comprensión del ser humano, de su dignidad, del
inexcusable respeto a su integridad”.
Dignidad
que para los políticos pripanistas, no forma parte de su existencia, menos de
su quehacer político, como lo están demostrando en sus conductas transgresoras
de la ética y la legalidad, desde todo el año pasado, en el posicionamiento de
sus imágenes y sus lacras clientelares, corporativistas y asistencialistas para
lograr candidaturas, que estos días han definido posicionar con el típico dedazo,
sobre todo los priistas a la senadora Ivonne Álvarez, ex alcaldesa del
municipio de Cd. Guadalupe, que juro ante notario público, que ella no iba a
chapulinear, es decir dejar de gobernar ese municipio, para buscar otro puesto
y resulta que incumplió con su palabra, que hizo en su campaña para ese puesto,
ante notario público, resultando ahora que deja el senado, porque quiere ser
gobernadora de Nuevo León. Lo mismo le paso a la precandidata del PAN Margarita
Arellanes, que acaba de solicitar licencia, como alcaldesa de Monterrey, porque
también quiere ser gobernadora de nuestro estado, a pesar de haber prometido públicamente,
cumplir todo su periodo en ese gobierno.
Estos
son tan sólo dos excelentes ejemplos de que en la política de los pripanistas
la moral no existe, sigue siendo “el árbol que da moras”, como decía el cacique
político príista de San Luis Potosí, desde la década de los cincuenta, del
siglo pasado Gonzalo N. Santos, menos la dignidad, muy lejos de la integridad
que hoy siguen aborreciendo sus principales líderes, desde el ignominioso
Enrique Peña Nieto, en funciones de presidente de nuestra patria, hasta el imberbe gobernador de Nuevo León:
Rodrigo Medina.
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