En el mes de octubre, del año pasado, en una
de las páginas electrónicas del boletín de Monitor Político, que contiene opinión
y análisis de la política contemporánea de periodistas e intelectuales
connotados de Nuevo León, uno de ellos, el Doctor en psicología, Ernesto Piñeyro Piñeyro, intitulaba su colaboración
como “Los Jodidos” y refiriéndose a Monterrey, expreso: “La ciudad, que muchos
consideramos una extensión de nuestra residencia familiar, es un verdadero
asco, un muladar bíblico, un chiquero lleno de marranitos, marranotes,
margarranitas y margarranotas. Todos felices batiéndose en el lodo y
compartiendo sus detritos personales. Para donde quiera que voltee uno la
mirada, la nariz, los oídos o que encaminemos nuestros pies, nos asalta el
desorden, lo malos olores, el ruido incontrolado y el zoquete que dejan a su
paso, los zoquetes de los políticos de todos los niveles. En otras palabras, el
caos, el desmadre y el despadre para ser justos con ambos progenitores, campean
en plenitud absoluta. Y aún piensan en reelegirse los desvergonzados que fungen
y fingen como autoridades "de facto electoral", por no llamarlos de
fraude electoral. A los que votaron por ellos, premiados con una despensa, un
lonche con soda y ahora, hasta con billetes de $500.00, M. N., deberíamos de
exhibirlos en la plaza pública. Desgraciadamente no hay suficientes parques
para tantos Esaúes que vendieron su primogenitura por un plato de frijoles a la
charra, (por los charros). Gracias idiotas, traidoras hambreadas que regalan o
venden al mayor postor, sus traseros y los de las mujeres de sus familias, sean
madres, hijas, hermanas o esposas, se los volverán a comprar en las próximas
elecciones y les darán un uso intensivo.”
Eran los tiempos preelectorales, donde la
alcaldesa Margarita Arellanes y su grupo político, incrustado como funcionarios
públicos, en su mayoría en su administración pública de la ciudad de Monterrey,
que gobernaba como panista, estaban más ocupados en sus intereses para lograr
avanzar hacia su nominación como candidata a gobernadora por ese partido;
abandonaban a nuestra ciudad en esa
grotesca realidad, que el Dr. Piñeyro exhibía y complementaba con la
prevalencia de las conductas, que la mayoría de los ciudadanos asumen, durante las
elecciones, integrándose al fraude electoral, que una y otra vez persisten
gobernantes, políticos y autoridades electorales reproducir. Eran los tiempos también
en que también los políticos del partido gobernante en nuestro estado, el PRI, que aspiraban a ser candidatos a la
gubernatura, algunos incrustados como funcionarios, otros en funciones de
diputados y senadores, se desvivían en posicionarse de “popularidad”, mediante
exhibiciones ramplonas de su ser humanitario, inmersas en el asistencialismo a
indigentes, personas en pobreza, hambrientas, enfermos, niños sin capacidad de
vivir las fiestas navideñas; con el apoyo de los dominantes medios de
comunicación dirigiéndose a su mejor producto que ellos habían procreado en sus
influyentes programas de entretenimiento, me refiero a Ivonne Álvarez, que
resulto como su candidata al gobierno del estado, humillantemente para los 10 o
más precandidatos, que tuvieron que disciplinarse en aras de la unidad interna
que los regímenes priístas dominan muy bien con sus militantes serviles y
sumisos al político empoderado en turno.
No estoy de acuerdo con la expresión del Dr.
Piñeyro y sus calificativos de: “idiotas, traidoras hambreadas, que regalan o
venden al mayor postor, sus traseros y los de las mujeres de sus familias, sean
madres, hijas, hermanas o esposas, se los volverán a comprar en las próximas
elecciones y les darán un uso intensivo.” Es muy comprensible su iracunda reacción
de hastió ante una sociedad donde prevalece la ignorancia, la pasividad, el
conformismo, la insensibilidad ante la injusticia, la prevaleciente corrupción de
las y los políticos, pero sobre todo la deshumanización, que perniciosamente ha
avanzado liquidando las normas y valores fundamentales del ser humano en el
seno de los grupos e instituciones sociales, donde no son sólo los políticos y
las políticas, con o sin partido, sino los demás agentes de cambio como líderes
empresariales, religiosos, científicos, académicos, intelectuales, artistas que
siguen en sus zonas de confort sin asumir los riesgos que conlleva el activismo
transformador y obstaculizante del deterioro de nuestra sociedad.
Los que cultivamos o cuando menos intentamos
el pensar, como proceso fundamental del desarrollo humano, seguimos percibiendo
la ofensa, el insulto a nuestra sociedad, derivado de las conductas de
gobernantes y políticos, que siguen con sus decires y hechos, inmersos en la
mentira, pensando que la inmensa mayoría de nuestra población son unos tontos,
capaces de ser comprados, humillados y aguantar todo. Observemos como están en
este momento candidatos y candidatos de los principales partidos del PRI y el
PAN, y hasta de los denominados “ciudadanos independientes” que han gobernado,
que han sido funcionarios, y que no sólo
han sido incompetentes en sus desempeños, sino en sus funciones han estado inmersos
en la corrupción, son hombres y mujeres sin principios, sin honestidad, sin
integridad, sin escrúpulos, serviles a los poderes de la oligarquía, de quien
ha dependido la gobernabilidad en nuestro estado, con quienes conjuntamente aquí
en Nuevo León y en México les ha importado un bledo el que nuestra sociedad
alcance los niveles del desarrollo
social y humano que nos ha correspondido, de acuerdo con la riqueza de nuestro
desarrollo histórico, cultural, económico y los recursos naturales, humanos y
patrimoniales que todos los ciudadanos y ciudadanas hemos contribuido en los
más de cinco siglos de construcción de nuestro estado-nación
No tengo duda que estos personajes, seguirán con
sus poderes económicos y políticos, manipulando, imponiendo, corrompiendo,
proyectando sus espejismos de cambio, para que las cosas sigan igual,
explotando la prevaleciente ignorancia, el analfabetismo formal y funcional de
la inmensa mayoría de los ciudadanos, fortaleciendo el individualismo, la
competencia descarnada para el éxito de las personas basadas en sus economías y
bienes materiales, menoscabando el amor, la bondad, la generosidad, tratando de
liquidar la solidaridad, pero sobre todo viviendo de la corrupción que como cáncer
diseminado en toda la sociedad, persisten en reproducir y seguir extendiendo,
olvidando que como enfermedad el cáncer si no lo detenemos destruye todo, aun
sus propias vidas.
La política y los políticos en México, con
mayor vergüenza en mi estado de Nuevo León, han demostrado que el desarrollo humano y social
es sólo una frase, a lo más uno de los objetivos que encierran en una de sus secretarías,
en sus planes de gobierno, para hacer sus políticas asistencialistas y clientelares, que les siga permitiendo ganar las elecciones
fraudulentas; ni hablar de su menosprecio por la democracia participativa del
pueblo.
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