El 6 de enero, celebramos en México, a los trabajadores de
la salud dedicados a la profesión de la
enfermería en nuestra sociedad, en sus diferentes categorías que históricamente
han sido consideradas de conformidad con sus formaciones académicas, que van
desde el nivel técnico, consideradas como auxiliares de enfermería, luego las y
los del nivel básico, que desarrollaron estudios de enfermería con el nivel
educativo de educación media superior,
que se integran como enfermeras generales, seguidas por quienes cursaron
estudios de licenciatura en enfermería en el nivel superior y finalmente
quienes desarrollaron estudios de especialidad y postgrados en maestrías y
doctorados.
Es una de las profesiones
con una gran esencia humanista que integra, en sus actos los máximos de bondad y
generosidad, con el amor fraternal solidario inherente, hacía los usuarios de
los servicios de la salud, desde la prevención, el tratamiento hasta la
rehabilitación y la asistencia en el camino hacia el inevitable final del ciclo
de la vida humana: la muerte. Son y han sido fundamentales para el desempeño de los
procesos de atención con calidad y calidez en la medicina, pilar esencial con
los médicos de todas las especialidades y demás profesiones inmersas en el equipo de salud, en estos
procesos con los laboratoristas, rehabilitadores, trabajadores sociales,
promotores de la salud y los psicólogos.
Poseen una mística de
servicio invulnerable, en la gran mayoría, a muchas de las condiciones adversas
que las instituciones públicas y privadas les generan en sus condiciones
laborales y burocratismos administrativos que se suman a las carencias
crónicas, sobre todo de los hospitales públicos de la SSA y de la seguridad
social, como el IMSS y el ISSSTE, deteriorando sus niveles de bienestar
disminuyendo sus años de vida saludable en sus expectativas de vida. En
silencio, toleran no sólo sus enfermedades físicas, producto de sus actividades
laborales en ambientes de riesgo sanitario, sino las angustias, tristezas, depresiones y los malos tratos que
van desde el simple abuso autoritario de los colegas médicos, que algunos, siguen subyugando a este gremio, inmersos en el
mercantilismo medico, hasta la violencia institucional, familiar y social en
todas sus manifestaciones, como la que hoy padecen la mayoría de ellos y ellas,
al no reconocer cabalmente el estado mexicano, sus derechos a una mejor
compensación salarial producto de sus esfuerzos por mejorar sus capacidades en
el desempeño de sus tareas.
Resulta, que en esta fecha,
en vez de celebrar, las y los enfermeros mexicanos tuvieron que realizar una
jornada de lucha contra las injusticias, desarrollando una marcha en la ciudad
de México, la tercera que realizan, desde el año pasado, refrendando su demanda
de que se les reconozca sus capacidades profesionales sin exclusiones, sobre
todo porque el programa de profesionalización de la SSA tiene entre sus
requisitos que los aspirantes a ocupar una plaza de especialista (con
licenciatura o posgrado) debe comprobar dos años de antigüedad en la unidad de
salud y con las funciones de enfermería;
reiteran que desde que se creó la licenciatura de enfermería no se les ha
reconocido su preparación académica, ni en el ámbito laboral ni salarial, su
exigencia principal fue que se reconozca “de inmediato” su formación académica,
una vez que empiecen a laborar, refrendaron además su exigencia de que el programa de
profesionalización, que sólo se aplica para trabajadores con plazas federales
de la SSA, se extienda a todas las instituciones del sector salud.
Ni siquiera merecieron la
atención personal, por ser su día, de la secretaria de Salud, Mercedes Juan, no
los recibió, se limitó a enviarlos con representantes de la Comisión Permanente
de Enfermería, para instalar una mesa de negociaciones sobre el pliego
petitorio de los compañeros y compañeras enfermeras. Sus demandas justas, no
se han cumplido desde el proceso de profesionalización que desde 2006 se aplica
en esta dependencia federal, con la finalidad de mejorar la calidad de los
servicios médicos y reconocer la preparación académica de sus trabajadores.
En México laboran más de 289
mil enfermeras y enfermeros, lo que representa un incremento de 50 por ciento
en los pasados 10 años. Del total, 30 por ciento tienen nivel de licenciatura,
y de éstos la mitad se encuentran en hospitales de la Secretaría de Salud
(Ssa), desde el 2006 sólo se ha beneficiado a 18 mil 243
personas mediante el reconocimiento a los trabajadores.
Resulta que no sólo las
enfermeras y enfermeros han sido tratados con justicia mediante este programa
de profesionalización de sino además los de trabajo social, terapistas físicos
y rehabilitadores, donde absurdamente se condiciona a los tiempos de antigüedad
y el plazo para acreditar la obtención del grado académico de licenciatura y
especialidad, obstaculizando el pleno derecho de los trabajadores.
Lo que no dicen los
funcionarios de salud, es que la razón más poderosa de estas injusticias, es su subordinación a
los intereses del capitalismo neoliberal y el régimen nefasto de peñanieto, que
está al servicio de la mafia de oligarcas que lo impuso, no quieren aumentar el
presupuesto en salud que sigue siendo
menos del 4 por ciento del PIB, cuando requerimos en este momento, cuando menos
más del 6 por ciento, muy lejos de países como Cuba y nuestros vecinos
americanos que invierten más del 10% de su PIB. Menos aceptaran el
prevaleciente modelo administrativo que ejercen inmersos en la corrupción, los altos salarios y gastos
de los funcionarios sumado al dispendio en el manejo de los pocos recursos
financieros.
Refrendando su inmensa
bondad , los trabajadores dejaron claro que ninguna clínica ni hospital paró
sus actividades. Al contrario, gritaron: “después de trabajar, venimos a
luchar”, en tanto recibieron la garantía de las autoridades, de que no habrá
ningún tipo de represalia ni hostigamiento en contra de los participantes en
las movilizaciones, como si su derecho de
libertad de expresión no existiera.
Felicidades, son un ejemplo
no sólo para quienes somos trabajadores de la salud, sino para quienes
necesitan darle sentido a la vida retomando los valores del humanismo.
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