Los más graves obstáculos del desarrollo humano y social de
la humanidad, han sido las épocas de obscurantismo, que han impuesto en nuestra
historia milenaria, los monarcas, gobernantes, oligarcas y dictadores, empecinados en negar el conocimiento
científico, emergentes en cada etapa de desarrollo histórico, con sus afluentes
de cultura, racionalismo y tolerancia en las tomas de decisiones dirigidas a
gobernar las sociedades. Sus estrategias y acciones, simple y llanamente
someten la racionalidad, desbordando sus pasiones con la fuerza de sus
emociones, impulsando toda su ira y agresividad para exterminar a sus enemigos ideológicos del
poder. Así vivimos la ignominiosa época medieval, más recientemente el nazifascismo hitleriano y sus
reproductoras dictaduras gobernantes que pulularon en todo el mundo, el siglo
pasado.
Lo sucedido la semana pasada, en relación a los ataques
terroristas en Paris, con las trágicas muertes y lesiones de decenas de ciudadanos, por
presuntos integrantes del fundamentalismo musulmán, que han declarado su guerra
santa pretendiendo integrar un califato como estado político, nos conmocionó, a
quienes cultivamos el humanismo. Estas conductas son uno de los ejemplos del
fanatismo religioso y político, que prevalecen en nuestro mundo y que amenazan
permanente la paz y el desarrollo de nuestras sociedades. No deja de llamar la
atención, esa declaración reactiva, ante estos hechos, del presidente de Francia, François Hollande, que
expresó: “no tendrían piedad contra los bárbaros”, inesperada, de un gobernante
de este país, considerado como
generador de las libertades, la
tolerancia y las relaciones fraternales en la historia moderna de nuestra
humanidad, dando un tufo fanático a sus posturas políticas, inmersas en sus
intereses del modelo de sistema capitalista neoliberal dominante en nuestro
mundo.
Así se define el fanático: “como aquella persona que defiende
con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo
religiosas o políticas”, unos y otros se integran en su definición, ambas con
posturas violentas, que niegan los derechos fundamentales y el desarrollo
humano, que en el último siglo se han estado cultivando y promoviendo por la
mayor parte de los gobiernos del mundo, mas de los países más desarrollados,
como Francia.
El fanatismo político, religioso y económico, conlleva una
actitud o actividad proselitista hacía su causa, manifestada con pasión
exagerada y tenaz, en defensa de sus ideas, prevalecen ideologías y un sistema
de creencias inmersas en dogmatismos y fundamentalismos, que impiden análisis
críticos, integración de categorías teóricas o doctrinales diversas, además de
la discriminación sobre diferencias, emergiendo el autoritarismo, la
intolerancia, la soberbia, con el desprecio de los demás que llega hasta el
odio con sus lacras de violencia, que van hasta el exterminio físico de sus
oponentes, sustentado en un racionalismo falaz de sus convicciones, que suprime
la conciencia de la individualidad del fanático, con su acentuación de
pertenencia a las causas “superiores” inmersas en la megalomanía doctrinal de
sus sectas y facciones políticas o religiosas, que desvalorizan las sociedades
que dicen combatir. La barbarie de los episodios sangrientos en los que
los personeros del califato islámico han asesinado y torturado, como el de
Paris, es un evento delirante que va más allá de cualquier racionalidad, donde
su crueldad llega a extremosas obscenidades de sus acciones, que nos involucionan hasta las
etapas más primitivas del desarrollo de nuestra humanidad.
Parafraseando a Hannah Arendt “el problema de los que cínicamente promueven
la violencia no es que sean fríos y que sean capaces de pensar lo impensable,
sino que no piensan. Es decir, no pueden articular un análisis alrededor de
categorías que van más allá de una razón tecnológica: la violencia es un
espacio vacío.”(1). Los fundamentalismos y dogmatismos políticos y
religiosos han sido los afluentes de la
intolerancia, pero también han alimentado las ambiciones de dominación de los imperios, para satisfacer
sus extensiones de dominio territorial con sus usos del poder dirigido a la explotación rapaz de sus habitantes, del
patrimonio nacional y los recursos naturales de los países dominados.
Se denomina fundamentalismo a la interpretación rígida,
literal, que no da pie al análisis, interpretación o contextualización de los
textos, sean políticos, religiosos, económicos,
científicos, con la aplicación estricta de sus contenidos, llegando a
considerarse generalmente un determinado libro como poseedor de las verdades
absolutas, como autoridad máxima según sea el ámbito de creencias. En tanto el
dogmatismo es una postura filosófica que asume las proposiciones en un juicio
asentadas como firmes y ciertas, como principio innegable, haciendo depender el
pensamiento del ser, sin importar la realidad de las ideas, rechazando su
cuestionamiento, de tal forma, que los dogmas, son inherentes al fundamentalismo
y ambos constituyen las columnas de todos los tipos de fanatismos.
El fanatismo, como lo refiere Oz Amos, en su ensayo “contra
el Fanatismo” (2), no sólo es consecuencia de doctrinas religiosas, como el islam,
actualmente satanizado como una de las causas de las crisis en el mundo, por
sus actos terroristas, como el de Paris, “sus orígenes son más viejos que el islam,
cristianismo y el judaísmo, aun mas, es más viejo que cualquier estado,
gobierno o sistema político”, siempre ha estado presente en la naturaleza
humana oponiéndose al pragmatismo, al pluralismo y a la tolerancia. Por eso, en
nuestra actual etapa de desarrollo histórico, el fanatismo representa una de
las mayores amenazas para lograr la prevalencia del respeto los derechos
humanos, que concretan las exigencias de dignidad, libertad e igualdad de todos
los ciudadanos y ciudadanas y al mismo tiempo puedan crear condiciones
que permitan a cada persona gozar de sus derechos civiles y políticos, tanto
como de sus derechos económicos, sociales y culturales.
El fanatismo por sí mismo no está considerado como una
enfermedad mental, en ninguna de las clasificaciones que prevalecen a nivel
mundial para este tipo de trastornos, desde el ICD-10, hasta el DSM-5, sólo está
considerado en los códigos de otros problemas que pueden ser objeto de atención
clínica por los profesionistas de la salud; sin embargo el fanatismo, siendo un
estado mental, es un comportamiento
socialmente anómalo, transgresor de la salud mental del fanático y de sus
ambientes, sigue pendiente el debate internacional sobre este problema
psicosocial desde la perspectiva de la salud mental y el desarrollo humano
integral.
Bibliografía
1. Hannah Arendt . “La Condición Humana“. Editorial
Paidos. España.
2. Oz Amos; “contra el
Fanatismo”, Ediciones ciruela -2012. España
3.-American Psychitric
Association. Guía de Consulta de los Criterios Diagnósticos del DSM-5. Editorial
Médica Panamericana. España
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