viernes, 20 de noviembre de 2015

TERRORISMO: FANATISMOS, FUNDAMENTALISMOS Y DOGMATISMOS

Los más graves obstáculos del desarrollo humano y social de la humanidad, han sido las épocas de obscurantismo, que han impuesto en nuestra historia milenaria, los monarcas, gobernantes, oligarcas y dictadores,  empecinados en negar el conocimiento científico, emergentes en cada etapa de desarrollo histórico, con sus afluentes de cultura, racionalismo y tolerancia en las tomas de decisiones dirigidas a gobernar las sociedades. Sus estrategias y acciones, simple y llanamente someten la racionalidad, desbordando sus pasiones con la fuerza de sus emociones, impulsando toda su ira y agresividad  para exterminar a sus enemigos ideológicos del poder. Así vivimos la ignominiosa época medieval, más recientemente  el nazifascismo hitleriano y sus reproductoras dictaduras gobernantes que pulularon en todo el mundo, el siglo pasado.

Lo sucedido la semana pasada, en relación a los ataques terroristas en Paris, con las trágicas muertes y lesiones de decenas de ciudadanos, por presuntos integrantes del fundamentalismo musulmán, que han declarado su guerra santa pretendiendo integrar un califato como estado político, nos conmocionó, a quienes cultivamos el humanismo. Estas conductas son uno de los ejemplos del fanatismo religioso y político, que prevalecen en nuestro mundo y que amenazan permanente la paz y el desarrollo de nuestras sociedades. No deja de llamar la atención, esa declaración reactiva, ante estos hechos,  del presidente de Francia, François Hollande, que expresó: “no tendrían piedad contra los bárbaros”, inesperada, de un gobernante de este país,  considerado como generador  de las libertades, la tolerancia y las relaciones fraternales en la historia moderna de nuestra humanidad, dando un tufo fanático a sus posturas políticas, inmersas en sus intereses del modelo de sistema capitalista neoliberal dominante en nuestro mundo.
Así se define el fanático: “como aquella persona que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas”, unos y otros se integran en su definición, ambas con posturas violentas, que niegan los derechos fundamentales y el desarrollo humano, que en el último siglo se han estado cultivando y promoviendo por la mayor parte de los gobiernos del mundo, mas de los países más desarrollados, como Francia.

El fanatismo político, religioso y económico, conlleva una actitud o actividad proselitista hacía su causa, manifestada con pasión exagerada y tenaz, en defensa de sus ideas, prevalecen ideologías y un sistema de creencias inmersas en dogmatismos y fundamentalismos, que impiden análisis críticos, integración de categorías teóricas o doctrinales diversas, además de la discriminación sobre diferencias, emergiendo el autoritarismo, la intolerancia, la soberbia, con el desprecio de los demás que llega hasta el odio con sus lacras de violencia, que van hasta el exterminio físico de sus oponentes, sustentado en un racionalismo falaz de sus convicciones, que suprime la conciencia de la individualidad del fanático, con su acentuación de pertenencia a las causas “superiores” inmersas en la megalomanía doctrinal de sus sectas y facciones políticas o religiosas, que desvalorizan las sociedades que dicen combatir. La barbarie de los episodios sangrientos en los que los personeros del califato islámico han asesinado y torturado, como el de Paris, es un evento delirante que va más allá de cualquier racionalidad, donde su crueldad llega a extremosas obscenidades de sus acciones, que nos involucionan hasta las etapas más primitivas del desarrollo de nuestra humanidad.
Parafraseando a Hannah Arendt   “el problema de los que cínicamente promueven la violencia no es que sean fríos y que sean capaces de pensar lo impensable, sino que no piensan. Es decir, no pueden articular un análisis alrededor de categorías que van más allá de una razón tecnológica: la violencia es un espacio vacío.”(1). Los fundamentalismos y dogmatismos políticos y religiosos  han sido los afluentes de la intolerancia, pero también han alimentado las ambiciones  de dominación de los imperios, para satisfacer sus extensiones de dominio territorial con sus usos del poder dirigido a  la explotación rapaz de sus habitantes, del patrimonio nacional y los recursos naturales de los países dominados.

Se denomina fundamentalismo a la interpretación rígida, literal, que no da pie al análisis, interpretación o contextualización de los textos, sean políticos, religiosos,  económicos, científicos, con la aplicación estricta de sus contenidos, llegando a considerarse generalmente un determinado libro como poseedor de las verdades absolutas, como autoridad máxima según sea el ámbito de creencias. En tanto el dogmatismo es una postura filosófica que asume las proposiciones en un juicio asentadas como firmes y ciertas, como principio innegable, haciendo depender el pensamiento del ser, sin importar la realidad de las ideas, rechazando su cuestionamiento, de tal forma, que los dogmas, son inherentes al fundamentalismo y ambos constituyen las columnas de todos los tipos de fanatismos.
El fanatismo, como lo refiere Oz Amos, en su ensayo “contra el Fanatismo” (2), no sólo es consecuencia de doctrinas religiosas, como el islam, actualmente satanizado como una de las causas de las crisis en el mundo, por sus actos terroristas, como el de Paris, “sus orígenes son más viejos que el islam, cristianismo y el judaísmo, aun mas, es más viejo que cualquier estado, gobierno o sistema político”, siempre ha estado presente en la naturaleza humana oponiéndose al pragmatismo, al pluralismo y a la tolerancia. Por eso, en nuestra actual etapa de desarrollo histórico, el fanatismo representa una de las mayores amenazas para lograr la prevalencia del respeto los derechos humanos, que concretan las exigencias de dignidad, libertad e igualdad de todos los ciudadanos y ciudadanas y al mismo tiempo puedan crear condiciones que permitan a cada persona gozar de sus derechos civiles y políticos, tanto como de sus derechos económicos, sociales y culturales.

El fanatismo por sí mismo no está considerado como una enfermedad mental, en ninguna de las clasificaciones que prevalecen a nivel mundial para este tipo de trastornos, desde el ICD-10, hasta el DSM-5, sólo está considerado en los códigos de otros problemas que pueden ser objeto de atención clínica por los profesionistas de la salud; sin embargo el fanatismo, siendo un estado mental,  es un comportamiento socialmente anómalo, transgresor de la salud mental del fanático y de sus ambientes, sigue pendiente el debate internacional sobre este problema psicosocial desde la perspectiva de la salud mental y el desarrollo humano integral.   
Bibliografía
1. Hannah Arendt . “La Condición Humana“. Editorial Paidos.  España.
2. Oz Amos; “contra el Fanatismo”, Ediciones ciruela -2012. España
3.-American Psychitric Association. Guía de Consulta de los Criterios Diagnósticos del DSM-5. Editorial Médica Panamericana. España
 
 
 

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