viernes, 4 de diciembre de 2015

POLITICOS MAQUIAVELICOS

En los últimos meses, se han suscitado escenarios de acción política, lo mismo en los partidos políticos, con sus renovaciones de sus órganos de dirección, como en la toma del poder de gobernadores y alcaldes en nuestro país, que habían sembrado la esperanza de los anhelados cambios en sus comportamientos políticos para transitar hacía conductas diferentes y trascendentes que acaben con la simulación, la mentira y el engaño que ha demeritado el quehacer político, provocando el hartazgo de los ciudadanos y ciudadanas hacía la política.

Con frustración, observo persistentemente que en los políticos, de los diferentes espectros ideológicos de izquierdas, derechas y centros en México y más en nuestro estado, prevalece la denominada personalidad maquiavélica, referida por Alexandre Dorna, en la revista de Psicología Política, Nº 26, 2003, p.p. 7-23, publicada en internet en la página http://www.uv.es/garzon/psicologia%20politica/N26-1.pdf, donde describe sus características fundamentales, que son: la carencia de afectividad en las relaciones interpersonales, mostrando sus virtudes de la frialdad y la falta de apasionamiento en el contacto personal, sin faltar sus facies sonrientes, simuladoras de simpatías y el placer de la relación, muy lejos de la empatía, cínicos; son sujetos inmersos en el desinterés por la moralidad convencional en el comportamiento, inmersos en el pragmatismo: “el fin justifica los medios”; estan inmersos en los usos del poder por el poder, enfocados en la visión utilitaria de sus relaciones personales, lejos de subsumir la ética como  convicción en sus posturas políticas; obsesionados con manipular, no dudan en confabular, dirigiendo sus planes a satisfacer sus intereses, con su inalterable percepción del ambiente, en el que se encuentran con bastante realismo, integrado en su discurso, que es asertivo, sin la distorsión relevante que sus opositores señalan persistentemente, y por último son personas con muy poco compromiso ideológico, sin creencias verdaderas ni causas sagradas que defender, todo ello en ausencia de un psicopatología observable.
Más lamentable ha sido observar que no tienen la suficiente cultura, que cursan con deficiencias intelectuales, que limitan su campo de comprensión de los problemas que se les plantean, empecinándose en considerar, sólo como verdad su verdad subjetiva, limitando sus capacidades discriminativas, se valora superior supeditando la justicia y la moral social a sus propias ideas y convicciones y lo que es más grave: orgulloso de sí mismo y despreciativo de los que piensan diferente, con una imagen de perfección, capaz y fuerte ante los demás

La denominación “maquiavélica” ha sido usada como adjetivo en la terminología política, sustraída de la obra “El Príncipe”, que Nicolás Maquiavelo publicó en 1532 y que describe las argucias y los métodos inmorales empleados por los gobernantes para obtener y conservar el poder. Su leyenda ha  mezclado crueldad, maldad, mentira, traición e inteligencia. No obstante,  contrariamente a la idea difundida, Maquiavelo no aprueba esos rasgos del  príncipe, descrito por el mismo, sin embargo, estos rasgos comportamentales han servido para el estudio y la investigación de la psicología social, desde mediados  del siglo pasado, prefigurando la psicología del político maquiavélico.
Los políticos maquiavélicos deben transitar a la modernidad, abandonando su convicción de las inherentes maldades del quehacer político en los usos del poder y su perpetuación en el mismo.

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