Como ya había opinado sobre Jaime Rodríguez Calderón, alias
“el bronco”, sobre su mal perfil político, con sus deficientes capacidades
administrativas, organizativas, intelectuales y de probidad, como ex militante priísta
y funcionario gris, que referí desde que quiso el apoyo de MORENA para su
candidatura, luego cuando solicitó que nuestro candidato de MORENA a la
gubernatura, se retirara de la elección, y se sumara a su campaña, luego cuando
ganó las elecciones, finalmente cuando informó sobre sus integrantes de su
gabinete y últimamente al presentar su Plan Estatal de Desarrollo para Nuevo
León. Hoy a a un año de su elección refrendo, esta percepción, reforzada por la
suma de sus evidenciadas deficiencias, en sus desempeños y sus discursos, como
gobernador de nuestro estado, uno de los más importantes económica y
políticamente de México.
Su organización y operación administrativa para gobernar
Nuevo León, primero se caracterizó por integrar en los mandos altos y medios,
personajes del pripanismo y de los
grupos empresariales, que han definido las políticas públicas de los mismos
gobernantes, que hemos tenido en las últimas décadas, incluyendo los
autodenominados ciudadanos independientes, sin partido, donde sus perfiles de
capacidad para el desempeño, y sobre todo la prevalencia de la anhelada
honestidad en sus personas, no fueron el eje central para su nombramiento. En
segundo lugar se ausento la austeridad en su propuesta de egresos y con
incrementos en dependencias, algunas duplicando funciones, con percepciones
salariales, prestaciones y presupuestos altos, de estos funcionarios; eso si los
más afectados, en su pregonada lucha por ahorrar en este rubro, han sido los
servidores públicos ordinarios, los que a diario sacan las tareas operativas en
todas las dependencias gubernamentales, con sus recortes de personal,
decrementos en sus salarios y prestaciones. De tal forma que sigue imperando el
modelo económico administrativo, de su gobierno con los mismos moldes de los
sexenios pasados, generadores de ineficiencia, ineficacia, dispendio y sobre
todo extensivos del endeudamiento económico agobiante, que padece crónicamente nuestro
estado, limitando el financiamiento, dirigido a solucionar los principales
problemas que obstaculizan el desarrollo social y humano de nuestra sociedad.
Su pregonada lucha contra la corrupción de las
administraciones anteriores y en su administración actual, sigue en espera de
acciones contundentes, congruentes con sus peroratas de “mandar a la cárcel” a
los funcionarios responsables, tan sólo ha hecho denuncias de litigios, que
presagian impunidades futuras y en su administración sólo ha hecho renunciar a
sus propios funcionarios, como sucedió con su subsecretario de
Administración, Rogelio Benavides Pintos, en el llamado “cobijagate”, aun mas
ante las mentiras de sus funcionarios, como lo sucedido a su Procurador de
Justicia y el Fiscal Anticorrupción, al
ser evidenciados por los medios de comunicación, hace defensas a ultranza sin
ejercer medidas legales, administrativas, menos morales.
JRC ha sido incapaz de proporcionar la principal
responsabilidad de un gobernante en un estado, garantizando las libertades con
seguridad en la convivencia pacífica y el patrimonio de sus habitantes,
extendiendo la inseguridad y violencia que nos ha venido agobiando en los
últimos lustros, así lo evidencian las cifras de homicidios, desparecidos,
secuestros, robos y los persistentes cotos de poder territorial, que a nombre de
los grupos delincuenciales siguen controlando, exigiendo sometimientos con sus
nefastas cuotas de protección, de la cual no se han escapado ni los penales,
con sus tragedias como las del Topo Chico. Sus respuestas de militarizar los
mandos encargados de la seguridad en el estado y los municipios sólo han
generado más limitación de las libertades, abusos en los derechos humanos
fundamentales del ciudadano y mayor temor en su seguridad y sus patrimonios.
Jaime Rodríguez, Ingeniero Agrónomo de profesión,
orgullosamente lector asiduo del pasquín, el “Libro Vaquero”, inmerso en la soberbia que el
poder le ha engrandecido, formado ideológica y políticamente en el mas abyecto
priísmo, sin el cultivo intelectual de los pensadores de la era moderna, en las
artes, las ciencias y la literatura, menos de los textos básicos de las y los politólogos,
los teóricos de las ciencias políticas, sociales y corrientes filosóficas,
generados desde los albores de los clásicos del helenismo, hasta los liberales
de la ilustración y los revolucionarios
socialistas. Abusa del lenguaje campirano sin la humildad de reconocer no
saber, creyendo que lo sabe todo, generando discursos inmersos en ocurrencias, elucubraciones,
con lenguaje florido, silvestre, sexista, machista, misógino, discriminatorio,
homofóbico, insultante, mordaz e irónico; al abordar públicamente los problemas
políticos y sociales, que vivimos, por ejemplo ante los feminicidios y
secuestros, responde: “Nosotros no tenemos
alguna denuncia de secuestro de ninguna mujer… quizá se van con el novio. Puede
ser que el novio se las lleve, sin permiso de los papás, quizá el novio las
convenza… no es un tema de la delincuencia organizada”, ante el tema de las
personas desparecidas, dice, criminalizando, prejuzgando: “los desaparecidos
tienen o tuvieron alguna razón para estar desaparecidos”, ante el incremento de
la delincuencia juvenil, hace su llamado a los padres y sus familias para que
los “crien bien”; ante el tema de la diversidad sexual, aclara “que
no tiene mayate”; ante la legalización del consumo de la marihuana, expresa sus
prejuicios de “locura y criminalidad” en sus consumidores; ante los hechos
trágicos del penal de Topo Chico, lo absurdo “yo no puedo mandar en las
conductas de los internos”; ante el problema de los miles de baches de las
calles y avenidas de nuestro estado, tuvo la ocurrencia de pedir a “los vecinos
que se organicen, compren cemento y tapen los baches”; ante la demandas de
solución persiste su perorata “no hay dinero”; ante el problema de la alta
prevalencia de la obesidad y/ los embarazos en adolescentes, su insultante
discriminación: “a las niñas gordas nadie las quiere”; ante las observaciones de
sus errores discursivos, sus disculpas porque le dijeron “había regado feo el
tepache”; a los que ejercen su sexualidad, sin presunta responsabilidad,
“calenturientos”; ante las posturas críticas hacía sus actos de gobierno, “son
los mismos resentidos de los partidos”.
Jaime Heliodoro es tan folclórico que se cree un héroe de su pregonada
“Nueva Independencia”, con la que intitula el sello de su gobierno, nada que
ver con los movimientos insurgentes revolucionarios de nuestros héroes nacionales
que dirigidos por don Miguel Hidalgo y José María Morelos, lograron darnos la
primera transformación independiente, libertaria y soberana de nuestra nación;
mas lejos está de los héroes de la segunda gran transformación de nuestra
patria, que encabezada por Benito Juárez, nos dieron las Leyes de Reforma. Ni que decir de los héroes revolucionarios
del movimiento insurgente de 1910, Madero, Villa, Zapata, los hermanos Flores
Magon, que nos legaron las libertades y los derechos fundamentales sociales y
humanos que han sido la base del desarrollo económico, cultural, social y político
en nuestra nación, obstaculizados persistentemente de su goce pleno, por políticos
y los poderes facticos que integran la mafia del poder que nos gobierna en
México y en Nuevo León.
JRC está muy lejos de cumplir y hacer cumplir con lo que
protestó, al asumir el cargo de gobernador, respetar cuando menos las leyes
vigentes de nuestra sociedad, mas lejos está de cumplir sus principales
promesas de campaña y dignificar la investidura como personaje gobernante de
nuestro estado ejemplar de Nuevo León, empezando por estructurar sus discursos
con declaraciones inmersas en conocimientos que exhiban su comprensión de los
problemas, con humildad ante el “no saber”, con disposición a investigar, para “el
saber”, con sensibilidad humana, para solidarizarse fraternalmente ante las víctimas
de la injusticia y la violencia, que padecemos en nuestra sociedad, pero sobre
todo con honestidad, eficiencia y eficacia en los desempeños de su gobierno,
dejando atrás las mentiras, la simulación y las lacras de la corrupción que nos
agobian a los mexicanos y mexicanas.