viernes, 17 de junio de 2016

A UN AÑO DE LA ELECCION DE JAIME RODRIGUEZ CALDERON, GOBERNADOR DE NUEVO LEÓN

Como ya había opinado sobre Jaime Rodríguez Calderón, alias “el bronco”, sobre su mal perfil político, con sus deficientes capacidades administrativas, organizativas, intelectuales y de probidad, como ex militante priísta y funcionario gris, que referí desde que quiso el apoyo de MORENA para su candidatura, luego cuando solicitó que nuestro candidato de MORENA a la gubernatura, se retirara de la elección, y se sumara a su campaña, luego cuando ganó las elecciones, finalmente cuando informó sobre sus integrantes de su gabinete y últimamente al presentar su Plan Estatal de Desarrollo para Nuevo León. Hoy a a un año de su elección refrendo, esta percepción, reforzada por la suma de sus evidenciadas deficiencias, en sus desempeños y sus discursos, como gobernador de nuestro estado, uno de los más importantes económica y políticamente de México.

Su organización y operación administrativa para gobernar Nuevo León, primero se caracterizó por integrar en los mandos altos y medios, personajes del pripanismo  y de los grupos empresariales, que han definido las políticas públicas de los mismos gobernantes, que hemos tenido en las últimas décadas, incluyendo los autodenominados ciudadanos independientes, sin partido, donde sus perfiles de capacidad para el desempeño, y sobre todo la prevalencia de la anhelada honestidad en sus personas, no fueron el eje central para su nombramiento. En segundo lugar se ausento la austeridad en su propuesta de egresos y con incrementos en dependencias, algunas duplicando funciones, con percepciones salariales, prestaciones y presupuestos altos, de estos funcionarios; eso si los más afectados, en su pregonada lucha por ahorrar en este rubro, han sido los servidores públicos ordinarios, los que a diario sacan las tareas operativas en todas las dependencias gubernamentales, con sus recortes de personal, decrementos en sus salarios y prestaciones. De tal forma que sigue imperando el modelo económico administrativo, de su gobierno con los mismos moldes de los sexenios pasados, generadores de ineficiencia, ineficacia, dispendio y sobre todo extensivos del endeudamiento económico agobiante, que padece crónicamente nuestro estado, limitando el financiamiento, dirigido a solucionar los principales problemas que obstaculizan el desarrollo social y humano de nuestra sociedad.

Su pregonada lucha contra la corrupción de las administraciones anteriores y en su administración actual, sigue en espera de acciones contundentes, congruentes con sus peroratas de “mandar a la cárcel” a los funcionarios responsables, tan sólo ha hecho denuncias de litigios, que presagian impunidades futuras y en su administración sólo ha hecho renunciar a sus propios funcionarios, como sucedió con su subsecretario de Administración,  Rogelio Benavides Pintos, en el llamado “cobijagate”, aun mas ante las mentiras de sus funcionarios, como lo sucedido a su Procurador de Justicia  y el Fiscal Anticorrupción, al ser evidenciados por los medios de comunicación, hace defensas a ultranza sin ejercer medidas legales, administrativas, menos morales.
JRC ha sido incapaz de proporcionar la principal responsabilidad de un gobernante en un estado, garantizando las libertades con seguridad en la convivencia pacífica y el patrimonio de sus habitantes, extendiendo la inseguridad y violencia que nos ha venido agobiando en los últimos lustros, así lo evidencian las cifras de homicidios, desparecidos, secuestros, robos y los persistentes cotos de poder territorial, que a nombre de los grupos delincuenciales siguen controlando, exigiendo sometimientos con sus nefastas cuotas de protección, de la cual no se han escapado ni los penales, con sus tragedias como las del Topo Chico. Sus respuestas de militarizar los mandos encargados de la seguridad en el estado y los municipios sólo han generado más limitación de las libertades, abusos en los derechos humanos fundamentales del ciudadano y mayor temor en su seguridad y sus patrimonios.

Jaime Rodríguez, Ingeniero Agrónomo de profesión, orgullosamente lector asiduo del pasquín, el  “Libro Vaquero”, inmerso en la soberbia que el poder le ha engrandecido, formado ideológica y políticamente en el mas abyecto priísmo, sin el cultivo intelectual de los pensadores de la era moderna, en las artes, las ciencias y la literatura, menos de los textos básicos de las y los politólogos, los teóricos de las ciencias políticas, sociales y corrientes filosóficas, generados desde los albores de los clásicos del helenismo, hasta los liberales de la ilustración y  los revolucionarios socialistas. Abusa del lenguaje campirano sin la humildad de reconocer no saber, creyendo que lo sabe todo, generando discursos inmersos en ocurrencias, elucubraciones, con lenguaje florido, silvestre, sexista, machista, misógino, discriminatorio, homofóbico, insultante, mordaz e irónico; al abordar públicamente los problemas políticos y sociales, que vivimos, por ejemplo ante los feminicidios y secuestros, responde:  “Nosotros no tenemos alguna denuncia de secuestro de ninguna mujer… quizá se van con el novio. Puede ser que el novio se las lleve, sin permiso de los papás, quizá el novio las convenza… no es un tema de la delincuencia organizada”, ante el tema de las personas desparecidas, dice, criminalizando, prejuzgando: “los desaparecidos tienen o tuvieron alguna razón para estar desaparecidos”, ante el incremento de la delincuencia juvenil, hace su llamado a los padres y sus familias para que los “crien bien”; ante el tema de la diversidad sexual, aclara “que no tiene mayate”; ante la legalización del consumo de la marihuana, expresa sus prejuicios de “locura y criminalidad” en sus consumidores; ante los hechos trágicos del penal de Topo Chico, lo absurdo “yo no puedo mandar en las conductas de los internos”; ante el problema de los miles de baches de las calles y avenidas de nuestro estado, tuvo la ocurrencia de pedir a “los vecinos que se organicen, compren cemento y tapen los baches”; ante la demandas de solución persiste su perorata “no hay dinero”; ante el problema de la alta prevalencia de la obesidad y/ los embarazos en adolescentes, su insultante discriminación: “a las niñas gordas nadie las quiere”; ante las observaciones de sus errores discursivos, sus disculpas porque le dijeron “había regado feo el tepache”; a los que ejercen su sexualidad, sin presunta responsabilidad, “calenturientos”; ante las posturas críticas hacía sus actos de gobierno, “son los mismos resentidos de los partidos”.

Jaime Heliodoro es tan folclórico que se cree un héroe de su pregonada “Nueva Independencia”, con la que intitula el sello de su gobierno, nada que ver con los movimientos insurgentes revolucionarios de nuestros héroes nacionales que dirigidos por don Miguel Hidalgo y José María Morelos, lograron darnos la primera transformación independiente, libertaria y soberana de nuestra nación; mas lejos está de los héroes de la segunda gran transformación de nuestra patria, que encabezada por Benito Juárez, nos dieron las Leyes de  Reforma. Ni que decir de los héroes revolucionarios del movimiento insurgente de 1910, Madero, Villa, Zapata, los hermanos Flores Magon, que nos legaron las libertades y los derechos fundamentales sociales y humanos que han sido la base del desarrollo económico, cultural, social y político en nuestra nación, obstaculizados persistentemente de su goce pleno, por políticos y los poderes facticos que integran la mafia del poder que nos gobierna en México y en Nuevo León.  
JRC está muy lejos de cumplir y hacer cumplir con lo que protestó, al asumir el cargo de gobernador, respetar cuando menos las leyes vigentes de nuestra sociedad, mas lejos está de cumplir sus principales promesas de campaña y dignificar la investidura como personaje gobernante de nuestro estado ejemplar de Nuevo León, empezando por estructurar sus discursos con declaraciones inmersas en conocimientos que exhiban su comprensión de los problemas, con humildad ante el “no saber”, con disposición a investigar, para “el saber”, con sensibilidad humana, para solidarizarse fraternalmente ante las víctimas de la injusticia y la violencia, que padecemos en nuestra sociedad, pero sobre todo con honestidad, eficiencia y eficacia en los desempeños de su gobierno, dejando atrás las mentiras, la simulación y las lacras de la corrupción que nos agobian a los mexicanos y mexicanas.

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