Los problemas de salud mental, que prevalecen
incrementándose, en nuestra población, hoy enfrentan las necesidades de
atención basadas en modelos integrales, que eviten los reduccionismos, con sus
fragmentaciones del conocimiento, y que desde luego estén sometidos al rigor de
su fundamentación científica y de la ética, sean de las ciencias de la conducta
y de la neurociencias, pero sobre todo que las personas que ejercen actividades
terapéuticas, tengan niveles adecuados en su propia salud mental y en su caso
estén siendo responsables, en sus procesos de atención, cuando padecen
trastornos o cursan con conflictos que afectan sus emociones en su vida actual.
Una de las estrategias, integradas como requisito en la
formación profesional, de algunos de los psicólogos y psicoterapeutas, como los
psicoanalistas, consiste en el denominado análisis didáctico de los aspirantes
a ejercer estas especialidades, que además de lograr el aprendizaje profesional
de la técnica, mediante la transmisión didáctica de los aspectos centrales del
modelo teórico, tiene un objetivo terapéutico, donde las personas identifiquen
y solucionen sus conflictos conscientes e inconscientes, de modo que estos no
actúen, como impedimentos o trabas en el futuro trabajo terapéutico con sus
propios pacientes. Lamentablemente, esté requisito, no prevalece, con el rigor
necesario, en todas las escuelas e instituciones formadoras de psicólogos,
psicoterapeutas y hasta en los cursos de especialidades de los psiquiatras. Así, sí no logramos ese
objetivo, no podemos mejorar la calidad de vida de las personas que acuden,
pacientes o clientes, cambiando conductas, actitudes, pensamientos y afectos,
los extremos de estas deficiencias son una de las causas de las conductas
desviadas y perversas que transgreden la ética y que observamos en “terapeutas”,
que cursan con neurosis, trastornos de personalidad, adicciones, violencia
familiar, algunos violentan a sus pacientes, otros prevalecen con sus
consejerías “morales”, unos más, los usan para sus satisfactores económicos,
sexuales y/o afectivos, llegando a los extremos de contraer matrimonio, la
mayoria reduciendo su visión existencialista de los mejores niveles de
desarrollo humano, a sus modelos precarizados inmersos en el mercantilismo, sus
conflictos y los dogmas morales de sus religiones. Muy lejos de respetar los
derechos de los pacientes, transgrediendo no sólo su dignidad y la de los
pacientes, sino la imagen de nuestras identidades como trabajadores de la salud
mental.
Otro de los problemas es la deficiente integración de la
experiencia, durante sus prácticas profesionales en los procesos de atención a
los pacientes, por la insuficiente supervisión en sus actos profesionales en
las áreas de sus desempeños, sobre todo en el caso de los psicólogos, en las
denominadas prácticas y en su servicio social, donde parece ser que la
importancia es el cumplimiento con los tiempos establecidos como requisitos en
sus programas de estudio, más que en el reforzamiento del aprendizaje y la
experiencia clínica que se debe adquirir en esas etapas. El problema se
complica en la formación de los psicoterapeutas, lo que en esencia debería ser
un profesional de la salud, una vez que ha cursado el nivel de licenciatura, en
las áreas de psicología, medicina y trabajo social, resulta que algunos de los
programas de formación, ofertados por las instituciones, aceptan y les otorgan
diplomas y títulos a personas de cualquier licenciatura y hasta carrera
magisterial, afectando las características necesarias para que los candidatos a
psicoterapeutas adquieran una formación completa que permita una competencia
profesional teórico-práctica, en estas áreas de la salud mental. La
habilitación para el desempeño terapéutico en salud mental requiere de un
proceso de entrenamiento guiado por profesionales con más capacidad y
experiencia, refrendados por sus altos grados de formación en los enfoques y
conceptos teóricos del modelo que se trate, en la actualidad existen cientos de
psicoterapias, aunque sólo menos de cuarenta modelos son reconocidos por las
asociaciones internacionales de psicoterapia, como la European Association of Psychotherapy
(EAP)
El problema se ha incrementado en las últimas décadas con la
proliferación de escuelas e instituciones universitarias, públicas y privadas,
que ofrecen las carreras de psicología y
capacitación en psicoterapia, con deficientes diseños curriculares,
donde llegan a ausentarse, objetivos de aprendizaje sobre los conocimientos
básicos de las ciencias de la conducta y de las neurociencias, en algunos casos
se llega a dar capacitaciones en psicoterapia, acreditando a profesionistas sin
formación, ni relación profesional con las áreas de las ciencias, no sólo de la
conducta, las neurociencias, sino de la salud. Aunque este tema está a debate
en las políticas de regulación de los psicoterapeutas en los países
desarrollados, unos, como Suiza, Alemania e Italia, regulan la psicoterapia como
actividad a la que pueden acceder sólo psicólogos y médicos; en tanto Austria,
Finlandia, Francia y Suecia. Holanda, la regulan como una actividad multiprofesional, donde simplemente incorporan
los objetivos de aprendizaje básicos sobre las ciencias correlacionadas al
modelo teórico de psicoterapia que se pretende ejercer.
En fin, tenemos tres grandes pendientes, para mejorar la
atención de la salud mental de nuestra sociedad en México, mas en Nuevo León, una es la de actualizar los
planes de estudio en la formación de los psicólogos, psicoterapeutas y
psiquiatras; otra es, integrar estrategias de regulación de los psicoterapeutas
y psicólogos dedicados a la atención de los pacientes con problemas y/o
trastornos de salud mental, que desde luego no atenten contra sus libertades y
derechos, y finalmente: legislación
nacional y estatal sobre la atención a la salud mental, que defina los derechos
y responsabilidades de todos los que nos involucramos en
la atención de los pacientes, sobre todo que los dignifique y proteja en el
ejercicio de sus derechos humanos y sociales
Gracias, me ayudo mucho su artículo para la integración de un trabajo final.
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