Me avergüenza la persona de Jaime Rodríguez Calderón, en funciones de gobernador de mi estado de Nuevo León, no lo podemos negar ni esconder del escrutinio de la opinión pública nacional ni mundial, con sus proyecciones de su escaso nivel de desarrollo intelectual, cultural y político, pero sobre todo su persistencia en usar la primitiva imagen del norteño machista, inmerso en la simulación, la ignorancia, la misoginia, homofobia, la soberbia, el narcisismo y la megalomanía, con sus decenas de yerros y frivolidades que transgreden el elemental arte de hacer política, que debieran corregirse, subsumiendo la elemental ética política y el fácil e ilimitado acceso a la información que vivimos, que permite enriquecer las decisiones que los gobernantes deben tener; tanto él como sus promotores expertos del marketing, siguen proyectando su reduccionismo intelectual del “libro vaquero”, pasquín que tanto acepta admirar este personaje, a contentillo de las estrategias de manipulación mediática, de los poderes facticos, basadas en la explotación de los bajos niveles de educación y la prevaleciente pobreza que persiste en los ciudadanos de sociedades como la nuestra.
Resulta que su participación protocolaria para hacer entrega de su primer informe de gobierno, ente el Congreso del Estado, estuvo inmersa en respuestas personales, descalificadoras y cuestionadoras sobre las responsabilidades y con ello de la integridad de los diputados, que haciendo uso de su derecho, expresaron la postura de sus bancadas partidistas, ante los cuestionamientos sobre su gobierno, su ira desbordó en el sarcasmo sobre sus partidos, más de los que según él habiendo gobernado, fueron cómplices de esas mismas irregularidades que el mismo diputado denunciaba, así que ante sus promesas de acabar con la corrupción, con la inseguridad, la violencia, hacer obra pública, fortalecer la procuración de justicia, las políticas sociales, la economía, habría que esperar, rematando que apenas tiene un año, que será su responsabilidad al concluir su periodo de gobierno.
Luego para complementar sus desviaciones, hizo su evento informativo hacía su “raza”, en un auditorio privado, Pabellón M, que según el cuesta su renta, 500 millones de pesos, propiedad del empresario constructor Salomón Marcuschamer, al que le daba las gracias, por este ahorro, ya que además estaba seguro de que era poco de lo que podía dar a Nuevo León, por ser un estado que le había dado mucho; y como no, si tanto ese complejo de instalaciones ubicadas en el centro de la ciudad, en un gran terreno que le fue “ vendido” por el municipio de Monterrey, así como en sus decenas de inversiones en sus empresas de Casas Javer, Grupo Nexxus y Pabellón, donde ha tenido el apoyo, desde hace 40 años, de funcionarios y gobernantes inmersos en influyentismos impunes típicos de los negocios de la construcción y de las inmobiliarias. Este informe-festejo, integró una precaria información de algunos de sus programas, inmerso en autoelogios y mensajes motivacionales, sin faltar sus dotes histriónicas, con sus sarcasmos dirigidos a realizar escarnio de sus oponentes, prevaleciendo el uso del tiempo en desplegar el show cómico musical, parodiando a nuestro personaje artístico norestense de Eulalio González el “Piporro” (QEPD); destacaron entre sus invitados especiales, además de políticos, empresarios, Diego Fernández de Ceballos, Pedro Joaquín Coldewell, Natividad González Paras, la crema y nata de la corrupción política en México.
Así JRC, con sus histrionismos, fundamentándose en sus peroratas de estar revolucionando las formas de gobernar, sus conductas, hasta protocolarias, incurren en vituperio pernicioso, mandando al carajo lo que por siglos, los filósofos y los politólogos han defendido como elemental en el comportamiento de los políticos liberales, transgrediendo el principio: “las formas son el fondo, constituyen el contenido para fortalecer la democracia, como sistema político”, y por lo que se observa, a él y la actual clase política en el poder, poco les importa la construcción de la democracia, siguen subordinando sus intereses económicos personales, en el manejo de su gobierno, menos les interesará acabar con la corrupción, donde han sido beneficiarios de las redes delincuenciales que nos gobiernan, son políticos para los que simple y llanamente la ética política no existe, que se dan el lujo de mantener en los cargos de fiscal y procuración de justicia a personajes evidenciados con transgresiones legales, criminales y faltos de probidad.
Nos debería de ofender, más sus pretensiones de ser candidato independiente a la presidencia de México en las elecciones del 2018, pensando emular a Fox, con su imagen ranchera, porque sus socios políticos y empresariales sólo pretenden seguir usándolo, al servicio de la mafia del poder, que nos gobierna, para evitar que nuestro Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), logre con Andrés Manuel López Obrador, la victoria electoral para revolucionar nuestra sociedad, acabando con su régimen de oprobio.
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