sábado, 29 de octubre de 2016

DIA DEL MEDICO, ENTRE LA PROTESTA Y LOS PARABIENES


El pasado 23 de octubre, se festejo otro día del Médico en México, que para algunos de nosotros transcurrió más en la protesta,  por las pésimas políticas públicas que sobre la salud, persisten los gobernantes y funcionarios en realizar, obstaculizando el derecho constitucional a la salud de los ciudadanos y ciudadanas mexicanas, así lo manifestamos en las principales ciudades de nuestro país, alertando sobre el peligro latente de la privatización de los servicios de las instituciones públicas de salud, la precarización de de los recursos e insumos para nuestro ejercicio médico en  los hospitales, clínicas y centros de salud, así como sus tendencias a criminalizar nuestro ejercicio, por responsabilidades de sus mediocres directivos, que dañan la calidad de los procesos de atención que brindamos a los usuarios de los servicios.

Es una lucha que tenemos desde hace más de 40 años, cuando estudiábamos para ser médicos y que luego en el ejercicio de nuestra profesión, seguimos enarbolando contra toda expresión de deshumanización de la medicina y que en esos tiempos se manifestaba en sus formas de barbarie más primitivas, de quienes se endiosaban con el mercantilismo medico, que en esos años imperaba.

Desde la década de los noventa, del siglo pasado, cuando se imponían los programas de calidad en la salud, por los organismos financieros internacionales, sobre todo el Banco Mundial, nuestro escepticismo para lograr ese objetivo, se fortaleció al observar que los paradigmas de aplicación en el sector salud eran similares a los que imperaban en los sistemas de comercialización mercantilista, entonces se imponían los lenguajes de clientes, gerentes, certificaciones y sus premios a en sus conceptos de productividad inmersos en las acciones curativas, más que en las preventivas; mas se fortaleció cuando el arte de la simulación y el engaño se integro en los funcionarios y el personal para lograr acreditaciones y certificaciones sobre calidad, en sus unidades que como epidemia infectaba a todos, algunos compañeros lo ejemplificaban como esconder “debajo de la alfombra la basura” y sacarlas una vez que los equipos expertos cumplían sus funciones para que se lograra la certificación de calidad, así proliferaron y proliferan las direcciones de calidad en todas las dependencias públicas. Es una Calidad que simple y llanamente no se alcanzara, en tanto no se logre invertir financieramente para solucionar el estado precario que crónicamente padecen nuestras unidades de salud y menos si no se logra abatir la ineficiencia y corrupción que prevalece en las administraciones impunemente desde hace décadas.

Como coincidencia, esta semana en el Foro Latinoamericano de Calidad y Seguridad en Salud "Mejores Prácticas Globales para alcanzar Resultados de Valor", que se celebro en la Ciudad de México, José Meljem Moctezuma, Subsecretario de Integración y Desarrollo del Sector Salud expresó “lograr la calidad en los servicios de salud es un meta inalcanzable”. http://www.excelsior.com.mx/nacional/2016/10/26/1124567 . Así la mala atención en las clínicas, hospitales y centros de salud, seguirá siendo obstaculizada por las deficientes situaciones que van desde la falta de acceso al servicio, los largos tiempos de espera para la atención medica especializada, quirúrgica, los exámenes de gabinete, laboratorio, el desabasto de medicamentos, hasta los tratos dignos al no proporcionar los ambientes humanistas clínicos y los insumos personales para la higiene y el vestuario de los pacientes.

Lo peor es pretender criminalizarnos como responsables de esta mala atención, reformando leyes para colocarnos como el principal responsable, fortaleciendo la impunidad del personal directivo institucional, que generalmente es nombrado sin la meritocracia, que exige no sólo el perfil profesional, técnico, sino la experiencia laboral para el desempeño del cargo, son personas que asumen sus cargos en el contexto de la corrupción imperante de los políticos con sus lacras de amiguismo, influyentismo y hasta el nepotismo, integrándose a las redes del poder delincuencial, subordinando así sus intereses personales sobre los fines de las instituciones.

Así los médicos en México, tenemos que reorganizarnos para unificar nuestras fuerzas que nos permita seguir bregando en la lucha por el derecho a la salud, contra las políticas privatizadoras y depredadoras de los gobiernos neoliberales. Tenemos que seguir la resistencia contra el modelo mercantilista imperante en el ejercicio de la medicina, que los grupos médicos en el poder imponen, definiendo los políticas públicas de salud en nuestra sociedad, hegemonizan los intereses empresariales sobre la inversión en la medicina curativa, desdeñando la medicina preventiva, con sus inversiones científicas y tecnológicas que imponen el consumismo, rebajando la salud a una mercancía, para sus empresas, la prevención de enfermedades simplemente no es un negocio redituable, salvo en el caso de sus productos inmunológicos que producen para la vacunación que se impone a todos los gobiernos del mundo, que con ironía, alguna vez escuche en un congreso internacional, deberían de cambiar su nombre los ministerios o secretarias de salud para ser secretarias de vacunación, dado el peso político que le dan a esta acción de salud.

La salud no es una mercancía, enriquecerse a costa de la enfermedad, el abuso y la explotación de los pacientes, es el acto más abominable de todo trabajador de la salud, que asesina el humanismo inmerso en nuestra vocación médica.                      

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