En MORENA estamos luchando para mantener los principios, valores e ideales democráticos que dieron sustancia trascendental en la formación de nuestra organización como partido movimiento, que pretende no sólo acabar con el régimen de oprobio, corrupto y antidemocrático, sino lograr transformar la forma de hacer política subsumiendo la ética en las conductas de los políticos.
Tratando de mantener la congruencia e integridad, con dignidad y decoro, equilibrando la lealtad y la disciplina que exige la militancia y mi responsabilidad como integrante del Consejo Estatal de MORENA en Nuevo León, he asumido posturas políticas contra los perversos pragmatismos que se tratan de imponer autoritariamente, con las lacras de simulación, mentiras y engaños, en lo que debe ser uno de los máximos ejercicios democráticos al interior de los partidos, como lo es la selección de los mejores perfiles de militantes, ciudadanos y ciudadanas para representarnos como candidatas y candidatos en las próximas elecciones federales y locales de nuestro país y nuestro estado.
No estuve ni estaré de acuerdo en la alianza que a nivel nacional y local, decidieron los dirigentes nacionales y estatales hacer con el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Encuentro Social (PES), por los orígenes y trayectorias en sus conductas políticas inmersas en el clientelismo, el corporativismo, el influyentismo y sus fundamentalismos ideológicos dogmáticos, que según nuestros principios son las lacras que tratamos de combatir en el quehacer político que vislumbramos como fundamental para lograr una cultura política inmersa en la ética, la democracia y la libertad de los ciudadanos.
De la misma forma no estaré de acuerdo en que se use nuestro partido para legitimar personajes con visibles y evidenciables faltas de probidad, antecedentes de conductas corruptas en sus desempeños como funcionarios públicos o privados, para los que nuestras exigencias de honestidad y valores éticos básicos, es irrisible y en forma cínica, desvergonzada, hacen gala de sus pragmatismos e influyentísimos, desbordados, como si fueran “dueños”, mandamases, asumen que serán los elegidos, los designados en las próximas candidaturas, sobre todo las más afines a sus voraces ambiciones del poder por el poder.
Es claro que estamos en tiempos electorales, donde lo más importante para un partido político es lograr las victorias en todos los cargos que están en juego, desde el presidencial hasta los integrantes del poder legislativo, senadores, diputados federales y locales, así como en los municipios, sin duda en MORENA tenemos que privilegiar que ganemos con Andrés Manuel López Obrador la presidencia de México y la integración del poder legislativo con una mayoría que logre apoyar los cambios políticos y jurídicos necesarios para hacer realidad nuestro proyecto alternativo de nación y con ello la instauración del cambio verdadero, con la cuarta transformación revolucionaria de nuestra patria, pero también debe ser claro que MORENA, como partido debe mantener el posicionamiento como un partido-movimiento, diferente lejos de las perversiones y desviaciones de partidos y dirigentes políticos, que son vividores de las lacras del influyentismo , la corrupción, el clientelismo, el corporativismo, inmersos en la mentira, el engaño y la simulación, sin coherencia, lealtad, dignidad, decoro, principios ni ideales que han sumergido las libertades y nuestra incipiente democracia al corrupto mercantilismo donde el dinero todo lo compra y lo pervierte, desde candidaturas, hasta los votos en las elecciones y en los órganos colegiados de los congresos y ayuntamientos.
Antes de la lealtad, primero debe ser la defensa del honor, esa es mi postura, defender el honor de nuestra militancia y nuestro partido movimiento MORENA que hoy esta posicionado como el de mayores preferencias, entre todos los partidos políticos de México, por los ciudadanos y ciudadanas, como la esperanza del cambio pacífico por el que por décadas hemos luchado en nuestra patria.
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