sábado, 13 de enero de 2018

SOBRE EL ABUSO SEXUAL, EVITEMOS LA ANDROFOBIA


Las denuncias de abuso sexual, que han estado prevaleciendo involucrando a personalidades del mundo del espectáculo, la política, religiosos y deportistas, está generando que los conservadores puritanos, sobre su percepción de la moral sexual, estén imponiéndose en sus estrategias históricas sobre la represión y coerción de la libertad sexual en nuestras sociedades.

Están tratando de imponer la percepción de que cualquier conducta de un hombre o mujer que tenga un contenido sentimental amoroso, como el coqueteo o seducción, aun las galanterías o comunicaciones de intimidades, deseos o pensamientos relacionados con la sexualidad, están inmersas en el abuso sexual, lo que ha desatado numerosas denuncias, hasta de hechos suscitados décadas atrás, donde se argumenta la integración, hasta hora, de la conciencia y convicción de haber sido abusados sexualmente, algunas con el interés de obtener los beneficios económicos inmersos en los acuerdos extralegales que permiten solucionar sus intereses.

Por eso estoy de acuerdo con el movimiento que cientos de artistas franceses, han iniciado, destacando, la actriz Catherine Deneuve, la escritora Catherine Millet, la editora Joëlle Losfeld o la actriz Ingrid Caven, donde según informan, en el periódico Horizonte, (http://impreso.elhorizonte.mx/edicion_impresa/2018-01-10_EH/pdf/2018-01-10_EH.pdf), que en un texto publicado en el diario Le Monde, critican el ‘‘puritanismo’’ de la campaña contra el acoso desatada a raíz del caso Weinstein, y defienden la ‘‘libertad de importunar’’ de los hombres, que consideran ‘‘indispensable para la libertad sexual’’, consignan que ‘‘La violación es un crimen. Pero el coqueteo insistente o torpe no es un delito, ni la caballerosidad una agresión machista’’ Aclaran que ‘‘no se sienten representadas por ese feminismo que, más allá de la denuncia de los abusos de poder, adquiere el rostro de un odio a los hombres y su sexualidad’’, en alusión al movimiento "#metoo’’ (yo también), que surgió para denunciar en las redes sociales casos de abusos machistas.

Qué bueno que esta trascendiendo la toma de conciencia sobre el abuso sexual, sobre todo en el medio laboral y de actividades desarrolladas en contextos profesionales, como es el artístico, como el escándalo de abusos del productor hollywoodense, Harvey Weinstein, destapado el pasado octubre, por el periódico estadounidense The New York Times, que desató una ola de denuncias por parte de muchas actrices que acusaron a actores como Kevin Spacey o Dustin Hoffman, lo inadecuado es que se estén favoreciendo los intereses de los ‘‘enemigos de la libertad sexual’’ o de los ‘‘extremistas religiosos’’, como lo señalan los manifestantes de este movimiento que promueven la ‘‘justicia sumaria’’, que juzga a hombres ‘‘cuyo único error fue haber tocado una rodilla, tratado de robar un beso’’ o ‘‘hablar de cosas ‘íntimas’ en una cena profesional’’.

Odiar a la sexualidad de los hombres es contrario al movimiento feminista que desde sus orígenes, enarbola la lucha por la igualdad y erradicar el machismo, cuyo opuesto es la androfobia, cuya esencia es el temor o aversión  por un miedo anormal y persistente a los varones y eso constituye el fundamentalismo de los conservadores que desde la crianza imponen la convicción a las niñas de cuidarse de los hombres, sobre todo de sus conductas relacionadas con el amor y la sexualidad.

Siempre he apoyado  la lucha feminista y el empoderamiento femenino, el abuso sexual contra las mujeres sigue siendo una de las más ignominiosas lacras de la violencia de género, que puede dañar permanentemente la salud sexual y mental de las víctimas, pero más nos debe dañar como sociedad, porque su presencia nos proyecta la más grave deshumanización de nuestras relaciones que vivimos y en la que todos y todas somos responsables.


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