Semana santa, tiempos de reflexión sobre el legado de
valores y principios que nos ha dejado
el cristianismo en nuestra vida terrenal y en las expectativas de nuestra
existencia, después de la muerte, en el ser para sí mismo y en el ser para los demás.
Los prevalecientes rituales de oración, desde el domingo de pascua, la visita a los siete templos, el lavatorio de
pies, por los sacerdotes en las iglesias, el recordatorio de la crucifixión, luego
el sábado de gloria, que recuerda el paso de Jesucristo entre la muerte y la resurrección,
con sus quemas del judas, nos invaden con sus llamados a reintegrar los
principales valores cristianos en nuestras vidas: la fe, la esperanza, la
caridad y la justicia, con sus nutrientes del amor, la humildad, la bondad, la obediencia,
solidaridad, unión, sinceridad, comprensión, fidelidad, comunicación,
confianza, respeto y responsabilidad.
En eso estaba, hoy viernes santo, cuando me conmociona, un
titular de prensa, redactado en el periódico
la Jornada “La crisis de la familia propicia casos de pederastia clerical,
sostiene Aguiar Retes”( http://www.jornada.unam.mx/2018/03/30/politica/006n1pol1,
el texto iniciaba así: “La crisis de la
familia es uno de los factores importantes por los que se ha presentado la
pederastia clerical, sostuvo el arzobispo primado de México, Carlos Aguiar
Retes. Actualmente, los candidatos al sacerdocio vienen muy pocos ya de papás,
son hijos de madres solteras, padres separados, “hasta de orfanatos donde
crecieron… y está bien pero los condicionamientos de la madurez humana afectiva
están muy débiles, están a veces muy frágiles“. La pederastia, dijo, es una
desviación afectiva.” Al preguntársele – ¿Han detectado crisis de familia en
los casos conocidos?, respondió: –No en todos los casos, pero sí, ya empieza,
porque la pederastia, qué es, sino una desviación afectiva. Si hay madurez eso
no pasa. Si hay heridas afectivas, por ejemplo, el gran daño que causa la
violencia intrafamiliar es terrible, te deja heridas muy hondas que si no has
tenido acompañamiento para sanarlas y superarlas te desvía con facilidad a
pensar que simplemente la búsqueda del placer va a ser la satisfacción y la
felicidad.” Luego aseguraba, “La falta de educación sexual, dijo, es el segundo
factor que incide en este flagelo. Hoy no hay enseñanza sexual en la casa y a
veces en la escuela es deficiente, entonces ¿dónde encuentro esa información?,
en las redes. Y ¿qué encuentro con facilidad?, pornografía.”
Porque esta superficialidad o simpleza de los razonamientos?,
dé quien es el máximo jerarca de la iglesia católica en México, al hablar de su
grave problema que padecen, en sus instituciones, como es la pederastia
clerical no sólo en nuestro país, sino en el mundo, más cuando el acceso al
conocimiento científico, sobre este y muchos temas, están al libre acceso en las
redes del internet, habría que señalarle, que no sólo hay enseñanza sexual seria
en la red, además de lo fácil que es encontrar pornografía, sino además los
avances de las neurociencias, ciencias de la conducta y especialmente de la sexología,
sobre este y muchos temas, sin los prejuicios religiosos.
La pederastia no es ninguna desviación afectiva, esta
correlacionada con la denominada pedofilia o paidofilia, donde ambas son denominadas
como alteraciones en la inclinación sexual, donde el objeto del deseo o lo que
provoca la excitación sexual son los niños, en la pederastia las fantasías del pedófilo
han sido llevadas a la realidad, desarrollando le abuso sexual de menores, que además
es un delito, se trata de una práctica delictiva penada por ley que puede
provocar repercusiones graves en el desarrollo psicosocial y sexual del menor
atacado, además de alteraciones en su salud mental, como el estrés postraumático,
con sus síntomas depresivos y/o de ansiedad.
La pederastia y la pedofilia, son en todo caso, alteraciones
generadas en el desarrollo psicosexual, ampliamente documentadas en los
conocimientos que desde principios del siglo pasado, desde Freud a la fecha y
la Sexología como ciencia, ha generado para desarrollar acciones preventivas,
con detección oportuna, determinando factores de riesgo en todos los niveles, biológicos,
psicológicos y sociales, así como procesos de intervención temprana, cuando emergen
los comportamientos sexuales inadecuados, o en su caso se han desarrollado las
conductas criminales del abuso sexual. Es un reduccionismo ubicar como uno de
los principales factores de riesgo a las crisis de la familia y no ubicar a las
instituciones formadoras como las escuelas, las propias iglesias y los medios
de comunicación, que no han logrado armonizar sus objetivos y contenidos con
las necesidades del desarrollo humano y social que requerimos para enaltecer
los valores y principios, inmersos en el cristianismo, hoy precarizados por los
intereses del neoliberalismo, inmersos en la sociedad mercantilizada y deshumanizante
que vivimos globalmente.
Luego, la explicación simplista, sobre este flagelo, está
fuera de lugar, según su expresión, de que “las heridas afectivas provocadas
por la violencia familiar, superarlas te desvía con facilidad a pensar que
simplemente la búsqueda del placer va a ser la satisfacción y la felicidad “. Si
esto fuera cierto, entonces la mayoría de los mexicanos y mexicanas, seriamos
potencialmente pederastas, ya que más del 70% de las familias padecen de la
violencia intrafamiliar.
Por favor superemos el obscurantismo medieval, donde el
conocimiento de las ciencias era un grave pecado, que llevaba a sus autores a
ser sacrificados por la santa inquisición, la modernidad en la iglesia implica
reconocer el desarrollo de las ciencias.