Inmersos en el proceso electoral en curso, hemos tenido que
aceptar los apoyos de una gran diversidad de partidos, organizaciones políticas,
sindicatos, personajes activistas de las denominadas organizaciones de la
sociedad civil, empresarios y algunos connotados militantes del PRI y del PAN,
algunos de ellos sólo para apoyar a nuestro candidato a la presidencia Andrés Manuel
López Obrador y nuestra propuesta de gobierno, inmersa en el Proyecto
Alternativo de Nación, otros para integrarse como candidatos, en los diferentes
niveles, al senado, como diputados federales, locales y en los ayuntamientos,
en el marco de la Alianza que hemos formado con el PES y el PT, unos más como militantes
de nuestro partido.
El pragmatismo electoral dirigido a sumar para garantizar la
victoria de AMLO y de nuestro partido MORENA, que ha permanecido en el primer
lugar de las preferencias electorales, desde el año pasado, ha sido un mal
necesario, que nos ha llevado a ser objeto de críticas, algunas de ellas fundamentadas,
otras inmersas en la estrategia de la guerra sucia que no dejan de seguir promoviendo
los integrantes de las mafias del poder, usando sus testaferros de los medios
de comunicación, de los líderes partidistas, incluidos sus candidatos adversarios
de AMLO, sobre todo Ricardo Anaya del PAN y José Meade del PRI.
Al abrir las puertas de MORENA estamos teniendo el riesgo de
infestarnos con la enfermedad crónica de los personajes inmersos en la cultura
perversa del quehacer político, donde la ética no existe y la moral es una romántica
fantasía, donde los valores y principios están sujetos a los usos del poder,
inmersos en sus usos corruptos y criminales que por décadas han abonado al desprestigio
de la política, sus partidos y de sus militantes, de infestarnos, sería letal
para nuestra institucionalidad, que hemos pretendido trascender, como partido
radicalmente diferente en las formas y los fondos de hacer política.
En MORENA Nuevo León estamos vivenciando este riesgo, donde
el centralismo asfixiante de las dirigencias nacionales, han llevado a un
proceso de toma de decisiones imponiendo e integrando personajes siniestros, no
sólo como precandidatos, sino como operadores políticos, donde prevalecen sus
virtudes de pasados inmersos en el clientelismo, el corporativismo político, el
oportunismo, el influyentismo, el amiguismo, el nepotismo, la corrupción y su asociación
con algunas de las redes criminales que han prevalecido en los ejercicios de
sus desempeños como funcionarios o gobernantes.
Resulta que las decisiones sobre las tareas
político-electorales en curso (Alianzas, precandidaturas, candidaturas,
asambleas, pre-campañas), de los dirigentes nacionales y la Comisión Nacional
de Elecciones encargados en Nuevo León, han prevalecido sin lograr armonizar
nuestra institucionalidad partidista y el respeto a nuestro estatuto, principios
y valores fundamentales como partido-movimiento, destacándose sus posturas
unipersonales, con discrecionalidad, influyentismo, la opacidad y el
autoritarismo impositivo, marginando y excluyendo nuestro órgano de conducción
y a los dirigentes del Comité Ejecutivo Estatal.
Lo anterior ha estado generando la imposición de personajes
políticos, connotados ex priístas y ex panistas, con claros antecedentes de
corrupción, sin virtudes en la ética política, empoderándolos no sólo algunos
como precandidatos, sino en las tareas de la organización institucional del
partido en nuestro estado, desdeñando a la militancia y a los consejeros,
atropellando indignamente los liderazgos formales de nuestro partido.
Hemos perdido los valiosos tiempos de definiciones en este
proceso electoral, sobre todo el posicionamiento territorial de precandidatos,
y en prospectiva a amenazar letalmente, no sólo el objetivo central de que
MORENA y AMLO obtengan la victoria contundente en Nuevo León, sino nuestra
fortaleza político organizativa, con el grave riesgo de fortalecer mafias
facciosas al interior de nuestro partido.
Por eso hemos decidido, un grupo de consejeros, hacer un
llamado a los integrantes del Comité Ejecutivo Nacional y la Comisión Nacional
de Elecciones, para que, sobre todo sus comisionados en Nuevo León, cesen sus
comportamientos autoritarios, unilaterales, impositivos e indignantes,
transgresores de nuestro estatuto y los principios fundamentales de MORENA,
sobre todo del HONOR y la DIGNIDAD que nos enaltece como protagonistas del
cambio verdadero.
Asimismo estamos exigiendo el Respeto incondicional a nuestra
función como ORGANO DE CONDUCCION en nuestro estado y no más marginación y
exclusión por los dirigentes y comisionados nacionales, en las decisiones
trascendentales sobre las tareas político- electorales, en curso en todos en
los niveles territoriales, donde se privilegie la información transparente, el
dialogo y el debate, en búsqueda del consenso, para las tareas y sobre los
mejores perfiles de hombres y mujeres, para la designación de los candidatos
en los distritos locales, federales y municipales.
Hemos sido disciplinados, tolerantes, muy prudentes y con una
férrea lealtad a muestro partido y nuestros dirigentes, principalmente a AMLO,
no merecemos el trato indigno, menos seguir siendo agraviados por la defensa de
los valores y principios de MORENA. No permitiremos que nos transmitan sus enfermedades
que pervierten y corrompen a la política y serian letales para nuestro partido.
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