Un
año más, que se suma a la celebración del Día Internacional de la Mujer, como
evento mundial para promover y fomentar la lucha contra la desigualdad de género
que se expresan en las políticas públicas, económicas, sociales y culturales de
los gobernantes hacia las mujeres, lucha que se manifestó desde mediados del
siglo antepasado, con demandas laborales, el sufragio femenino, la
reivindicación de la igualdad, la denuncia de la opresión social y familiar, y
que luego los partidos socialistas, de América y Alemania, con Clara Zetkin
consolidaron la celebración de ese día para presionar por sus demandas. La
primera celebración internacional fue hecha por Alemania, Austria, Dinamarca y
Suiza, en 1911 y fue hasta 1975 cuando fue institucionalizado por la ONU, que
declaró además como el año internacional de la Mujer.
El
Día Internacional de la Mujer es un evento que debe reunir los esfuerzos de
todos los gobiernos, organizaciones de mujeres, de la sociedad civil,
instituciones públicas y privadas, corporaciones y organizaciones benéficas,
sobre todo de quienes, día tras día trabajamos sobre la salud y en la educación
de las mujeres, con el objetivo de lograr la anhelada igualdad de género, que
no debe estar sujetada al interés de ningún grupo político, económico ni
religioso de nuestras sociedades.
La
lacra mayor que padecemos en esta lucha, contra la injusticia, la desigualdad y
el respeto de los derechos humanos de las mujeres, ha sido y será la violencia
de género, en especial el feminicidio, que lamentablemente se ha incrementado
en el mundo, especialmente en nuestro país México. En la víspera del Día
Internacional de la Mujer, Belén Sanz, de ONU-Mujeres, expuso, que en México en
promedio siete mujeres son asesinadas al día; en 2016 la cifra se incrementó a
7.5 “Los niveles de violencia son altos y alarmantes, en el país, 66 por ciento
de las mexicanas manifiesta haber sido víctimas de ésta en algún momento de sus
vidas, aseguró. El origen, agregó, es la discriminación y desigualdad estructural
de género, esta última tiene graves consecuencias no sólo en la vida de las
mujeres sino en toda la sociedad” (http://www.jornada.unam.mx/2018/03/07/politica/004n1pol.)
Por
otra parte el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública
en el documento de Información delictiva y de emergencias con perspectiva de
género indica que los homicidios dolosos de mujeres en el país pasaron de mil
755 en 2015 a 2 mil 585 en 2017, un incremento de 47.29 por ciento en sólo dos
años. De esa cifra, detalló, en 2015 se habían calificado de feminicidios 389
casos y pasaron a 671 en 2017, un aumento de 72.49 por ciento.
El
hecho es que en prospectiva, la solución de estos problemas, presenta un futuro
sombrío, debido a que los gobernantes y funcionarios del régimen de oprobio que
hemos padecido en México no han logrado consolidar las políticas públicas sobre
salud, educación, seguridad, procuración de justicia, pero sobre todo contra la
impunidad que permitan erradicar el atroz fenómeno de la violencia contra la
mujer y los feminicidios. A pesar de los trascendentes cambios jurídicos y los
programas nacionales y estatales sobre sigue prevaleciendo la simulación, la
ineptitud y con ello la ineficiencia en descender los niveles de violencia
contra la mujer, más lamentable es la persistencia de la desigualdad de género,
con sus precarizaciones económicas, laborales, educativas, culturales y de
salud que diariamente padecen la mayoría de las mujeres.
En
tanto la imposición de modelos de desarrollo político, social y cultural que
nos ha integrado el neoliberalismo, con su mercantilización deshumanizante,
mediante el hiperconsumismo y la cosificación de las relaciones humanas,
integrando el abominable valor de uso, seguirán reforzando los roles
discriminatorios y tradicionales, no sólo en los primeros años de vida de las
personas, sino en los adultos, donde lo más abominable sigue siendo la
proyección de la mujer como objeto sexual, sí de uso, con sus lacras de
explotación, que hoy prevalecen en sus empresas de publicidad, espectáculos,
entretenimiento y de la pornografía. Más lamentable son las normas sociales,
valores, actitudes, prácticas, “estereotipos negativos” que normalizan la
violencia y culpabilizan a las víctimas, fortaleciendo impunidades y con ello
el crecimiento de las conductas criminales contra la mujer.
Lo
más ignominioso para celebrar esta fecha, en esta semana, fue que este atroz
mercantilismo, se expresara en primeras planas de periódicos nacionales
imágenes de desnudos o semidesnudos de mujeres que hacían gala de sus cuerpos,
como objetos sexuales, según ella mostrando su orgullo de ser mujeres y lo mucho
que valen en este día internacional de la mujer.
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