lunes, 23 de abril de 2018

FELICIDAD Y DESARROLLO HUMANO

Una de las sensaciones del estado de ánimo positivo, es la percepción de la felicidad en los seres humanos, es una condición interna, subjetiva, donde se combinan la satisfacción por los logros y la emoción de la alegría, que hacen autopercibir el bienestar de la persona, que influye en sus actitudes y comportamientos relacionales con el medio ambiente.
Las personas pueden sentirse más o menos felices, entre más feliz, se es más positivo en sus pensamientos, lo que favorece abordar sus roles y desempeños dirigidos a las metas que se ha propuesto, su personalidad interactúa con relaciones sociales más armónicas, productivas y saludables, generadores de procesos anímicos, son motivadas a conquistar nuevas metas para fortalecer su autorrealización con los inherentes placeres intelectuales y físicos de las emociones.

Desde el marco de la psicología, la mayoría de las escuelas existentes, concluyen que la capacidad de dar soluciones a los diferentes aspectos de la vida, hace de los individuos más o menos felices, donde la sensación de autorrealización y plenitud, les confiere tranquilidad, estabilidad en sus emociones, pensamientos y conductas, son personas alegres, satisfechas, sin proclividad a la violencia, con tendencias bondadosas, fraternales y constructivas dirigidas a la solución de problemas. La estructura de la personalidad, con sus antecedentes genéticos, ambientales y psicosociales, determinantes de su desarrollo, particularmente de su temperamento, influye poderosamente sobre el grado de percepción de la felicidad, así como en la propensión a los trastornos psicológicos, que generan una de las causas principales de la perdida de la felicidad, con sus percepciones del sufrimiento en la mente humana, donde la frustración es la causa principal.

En la vida cotidiana, las personas se sienten felices de acuerdo a su estado de ánimo, donde ordinariamente se  siente “plenamente” satisfecha, por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno, que en el contexto de nuestras sociedades inmersas en el hiperconsumismo, mercantilista y deshumanizante, lamentablemente se concreta en las capacidades patrimoniales del tener, de la propiedad libre, individual y absoluta, así como de los goces placenteros de las actividades lúdicas inmersas en los sistemas de recreación y entretenimiento de sus sistemas de dominación.

Esto lo saben muy bien los especialistas del neuromarketing, no batallan en crear sus estrategias de publicidad para el hiperconsumo de sus productos, que logran registrar sus pautas en los circuitos responsables de nuestro cerebro para que inconscientemente las personas desarrollen pautas de conducta, con esos enlaces neurales, buscando estados superficiales de felicidad, inmersos en la seguridad, para que las personas logren su afiliación, donde su mente busque la cooperación, el compromiso en el trabajo, para que se aprecie, buscando el reconocimiento y sentirse digno en la sociedad que habita, en ese círculo virtuoso de lograr que nuestro cerebro se adapte y logre resolver problemas, inhibiendo los circuitos de la percepción de la explotación y dominio de que somos objeto.     
Desde los griegos, la felicidad era el objetivo último del ser humano, y actualmente los dogmaticos del  neoliberalismo, asumen que la riqueza (es decir, la propiedad libre, individual y absoluta) es su principal baluarte, mandan al carajo todos los determinantes del existencialismo inmerso en la prevalencia de la satisfacción con los valores y principios del ser y las cuestiones asociadas de la ética en la vida actual.
Esto no lo entienden los comunicadores, cuando reciben la información de  la edición 41 de la Encuesta Anual Global de Gallup, hecha en el 2017, que señala que México es uno de los cinco países más felices del mundo, pero a la vez es uno de los más pesimistas y dicenAunque usted no lo crea, México es el cuarto país más feliz del mundo, pues la edad, nivel educativo, estilo de vida e ingresos económicos, son los factores que determinan la felicidad.”

Investigar la felicidad de las personas es más complejo que esos factores determinantes, inmersos en esa encuesta, es uno de los temas que los científicos de las neurociencias y de las ciencias sociales y de la conducta, siguen pendientes de estudiar holísticamente, mas allá del reduccionismo de las visiones económicas, políticas y psicosociales.

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