Vivimos en México las lacras de la violencia e inseguridad,
que se han incrementado en los últimos sexenios, generadoras de homicidios,
secuestros, feminicidios, desparecidos, levantones,
robos con violencia a las personas, casas y negocios, de vehículos,
extorsiones, lesiones dolosas y episodios de violencia familiar, escolar y
laboral, en distintos grados cuya prevalencia, puede seguir incrementándose, si
no se modifica el paradigma de atención preventiva, en el cual actualmente se
hace énfasis de su dependencia del
sistema de justicia penal.
Desde hace 17 años, a principios de este siglo, el documento
Informe sobre la Violencia de la Organización Mundial de la Salud 2002, ha estado
haciendo el llamado para que “la salud pública, desempeñe un papel mucho más
amplio y aglutinador en la lucha contra la violencia, superando el papel
asignado al sector de la salud, sólo en
el tratamiento y la rehabilitación de las víctimas y refiriendo que la
estrategia planteada desde la salud pública no reemplaza a las respuestas que
la justicia penal y los derechos humanos dan a la violencia, sino que complementa sus actividades y les ofrece más
instrumentos y fuentes de colaboración.”
Los expertos concluyen, la urgente necesidad de invertir en
prevención, especialmente en actividades de prevención primaria, que operan
antes de que lleguen a producirse los problemas de la
violencia, para la cual definen las
siguientes categorías: 1. La Violencia Interpersonal que son los actos
violentos cometidos por un individuo o un pequeño grupo de individuos, comprende
la violencia juvenil, la violencia contra la pareja, otras formas de violencia
familiar, como los maltratos de niños o ancianos, las violaciones y las
agresiones sexuales por parte de extraños y la violencia en entornos
institucionales como las escuelas, los lugares de trabajo, los hogares de ancianos, los
centros penitenciarios o de readaptación social. 2. laViolencia Autoinfligida,
comprende el suicidio que se haincrementado, alarmándonos las tasas de suicidio
en la población de edad comprendida entre los 15 y los 44 años, que constituyen
la cuarta causa de muerte y la sexta causa de mala salud y discapacidad;
finalmente, 3. la Violencia Colectiva, definida como el uso instrumental de la
violencia por personas que se identifican a sí mismas como miembros de un grupo,
frente a otro grupo o conjunto de individuos, con el fin de lograr objetivos políticos,
económicos o sociales, comprende los conflictos armados dentro de los Estados o
entre ellos, actos de violencia perpetrados por los estados (por ejemplo,
genocidio, represión y otras violaciones de los derechos humanos); terrorismo;
y crimen organizado; otras son objeto de violaciones o torturas, actos
violentos éstos que a menudo se utilizan como armas para desmoralizar a las comunidades y
destruir sus estructuras sociales.
En México, ha sido la violencia del crimen organizado, la que
ha incrementado el problema de la violencia en nuestra sociedad, sin duda, fue
por la absurda guerra declarada contra la delincuencia, que inicio en el 2006,
el gobierno de Felipe Calderón y que le dio continuidad el gobierno de Enrique
Peña Nieto, llegando a distinguirnos como uno de los países más violentos en el
mundo. Sin embargo esta violencia colectiva se sumó a las estadísticas de
violencia familiar, de género y de violencia auto infligida como el suicidio,
que venían incrementándose desde principios de este milenio. Las condiciones que facilitaron la aparición de estos
fenómenos, principalmente fueron las estructuras sociopolíticas y económicas y
sus modelos de gobernabilidad del régimen de oprobio que combatimos, con sus
lacras de corrupción, injusticia y estrategias represoras, generadoras de graves
desigualdades,subsumiendo a la mayoría de la población en la marginación y la
pobreza.
Andrés Manuel López Obrador, ha iniciado con las estrategias
gubernamentales para superar los factores de riesgo que derivan del desarrollo
económico y social, en especial la adopción de medidas que acaben con la
corrupción y la impunidad que prevalece en el país. Sus posturas políticas
generaran condiciones para lograr los satisfactores mínimos del bienestar de la
mayoría de la población, disminuyendo la pobreza y el hambre, que en el pasado
se sumaban a la frustración social y política, con la identidad social
amenazada y modos insuficientes de gestión de sus conflictos, prevaleciendo la
desigualdad y percepción de injusticia. Lo anterior hace que nos acerquemos a las
vías de trabajo de fondo, en cualquier sociedad, que logran prevenir la
violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, política, colectiva, de
género, familiar, infantil, escolar, etc., donde no basta la conmoción reactiva
ante las cifras estadísticas elevadas, que año tras año, se incrementan y las
tragedias derivadas como ha sucedido con las feminicidios y asesinatos
colectivos de los últimos años.
Sin embargo en el debate nacional sigue prevaleciendo las
respuestas de las políticas públicas contra la violencia, de la procuración de
justicia, los organismos responsables de la seguridad, policiacos y militares,
así como los organismos defensores de los derechos humanos y no se integra,
como problema de salud pública, ni en el proyecto del Plan Nacional de Salud
2018-2014, que ha propuesto el Dr. Jorge Alcocer, Secretario de Salud, a pesar
de que el eje fundamental que se propone en las políticas de salud pública, es
la prevención en el marco de un modelo de atención integral, holístico a los
problemas de salud.
En un modelo holístico de atención a la violencia los ejes de
trabajo, que recomendamos la mayoría de los profesionistas de las ciencias
sociales y de la salud son: la promoción de la igualdad, la justicia y la
dignidad de las personas, el fomento de la tolerancia y el respeto al otro, la
potenciación de la responsabilidad individual y colectiva, frente a la
situación actual de difusión social de la responsabilidad, la facilitación de
un enfoque constructivo en la solución de conflictos, la reducción de la
disonancia cognitivo-emocional, en las creencias étnicas y políticas; la
reducción de los procesos de justificación moral de la violencia y de la
utilización de eufemismos al referirse a ella, el fomento de conductas pro-sociales en las
escuelas y en las instituciones de la sociedad; la promoción de políticas de
perdón y de reconciliación; manejo positivo de las emociones inter-grupales; la
reducción de la incertidumbre y el desconocimiento entre los miembros de grupos
étnica e ideológicamente diferentes.
Desde la salud pública, se tienen que hacer frente a los factores de riesgo
individuales y adoptar medidas encaminadas a fomentar actitudes y
comportamientos saludables, en los niños
y los jóvenes durante su desarrollo y a modificar actitudes y comportamientos en los individuos
que ya se han vuelto violentos o corren riesgo de atentar contra sí mismos. Influir en las relaciones personales
más cercanas y trabajar para crear entornos familiares saludables, así como
brindar ayuda profesional y apoyo a las familias disfuncionales. Vigilar los
lugares públicos así como a concienciar a la población sobre la violencia,
fomentar las actuaciones comunitarias y asegurar la asistencia y el apoyo a las
víctimas, hacer frente a las desigualdades entre los sexos y a las actitudes y
prácticas culturales adversas.
Las diferentes formas de violencia comparten numerosos
factores de riesgo subyacentes comunes, algunos consisten en características
psíquicas y del comportamiento, como un escaso control de impulsos, emociones,
como la ira, una baja autoestima, trastornos de la personalidad y la conducta.
Influyen también problemas psiquiátricos, como la depresión y otros trastornos
anímicos, la ansiedad, la esquizofrenia, trastorno bipolar o un sentimiento
general de desesperanza. Otros como el suicido, están ligados a experiencias,
como carencias afectivas, falta de lazos emocionales y de apoyo, el contacto
temprano con la violencia en el hogar y
las historias familiares o personales marcadas por divorcios o separaciones.
La violencia es un problema polifacético, para el que no
existe una solución sencilla o única, antes bien es necesario actuar
simultáneamente en varios niveles y en múltiples sectores de la sociedad para
prevenirla, Como vemos son ámbitos de la conducta humana que sólo logran
integrarse en individuos cultivadores y promotores de la salud mental, de
conformidad con la conceptualización, que los expertos en salud mental de la
OMS han consensado y que desde este milenio, luchamos por su integración y que
se concreticen en planes y programas de salud mental para nuestros estados.
Como podemos darnos cuenta existe una fuerte interrelación
primaria entre la violencia, la salud pública y la salud mental, si queremos
superar enfoques reduccionistas y con ello estar intentando tratamientos
sintomáticos a problemas que requieren atención a sus raíces, la única forma es
desarrollar planes y programas de salud pública dirigidos a fortalecer las
acciones de prevención y fomento de la salud mental con una visión integral que
atienda la multifactoriedad de estos problemas psicosociales como el
comportamiento violento.
Reproducir modelos de atención, sin atender nuestra realidad
social, cultural, económica, política y los avances del conocimiento
científico, sólo sirve para fomentar la
simulación y con ello la ineficiencia de las acciones en estos problemas
psicosociales.
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