Estamos viviendo en México cambios sociales, culturales, políticos
y económicos propuestos en el marco de la Cuarta transformación que con el
gobierno de Andrés Manuel López Obrador impulsamos para lograr alcanzar los máximos
niveles de desarrollo humano de las y los ciudadanos.
Son cambios que deben corresponderse con el cambio de
mentalidad de los habitantes de nuestra nación, que por décadas han estado
inmersos en procesos de pensamiento alienados a los intereses del neoliberalismo,
con sus paradigmas del éxito, subordinados al individualismo, el consumismo, el
patrimonialismo ostentoso, el hedonismo, las ganancias económicas, con su dios
mercado y las lacras letales de la moral,
la ética y el desarrollo humanista de nuestras sociedades.
Nos generaron hábitos, costumbres, creencias, formas de
pensar e ideales del ser de nuestras personas y del buen vivir, engañándonos,
inmersos en mediocres procesos educativos, precarizando los sistemas de educación,
sobre todo la pública, fomentando el analfabetismo funcional, inhibiendo el
desarrollo cognoscitivo, obstaculizando las inteligencias, disminuyendo las
habilidades inmersas en el dominio de las ciencias, las artes y las
humanidades, para así atraparnos más fácilmente en sus redes de intereses
mercantilistas y deshumanizantes, que habilidosamente manejan en sus mercadeos
publicitarios y las estrategias de sus empresas mediáticas.
El mal mayor fue la gran corrupción que generaron, permeando
todas las instituciones, desdeñando el valor de la honestidad, la verdad, la
integridad, la congruencia, el respeto y la dignidad de las personas, usaron
todo su poder económico y político para imponerse, conformando redes
delincuenciales que controlaban todo en el régimen de oprobio que combatimos y
que pretendemos derrumbar en esta 4T. Fueron miles de millones de dólares que
se fueron por el caño de la corrupción, evitando que lográramos la inversión
necesaria que nos dotara de la infraestructura del transporte ferroviario,
carreteras y caminos en todo el país, pero lo más grave tener las suficientes escuelas,
universidades y unidades de salud (hospitales, clínicas, centros de salud),
bien equipadas para garantizar el derecho a la salud y la educación de todos
los mexicanos.
En todos los niveles de ejercicio de autoridad en las
instituciones ahí estaban y estarán en tanto no se desarticulen de las
instituciones públicas de la administración gubernamental, con los cambios
estructurales que los desplacen y sean sustituidos por personal, con conciencia
y convicciones, cuyo desempeño integré ese cambio de mentalidad, acorde a los
objetivos transformadores del proyecto alternativo de nación que pretendemos
construir.
Son tiempos de que las y los mexicanos debemos cambiar nuestra
mentalidad, superando los prejuicios, mitos y tabúes que nos impusieron,
obstaculizando nuestro desarrollo social y humano, alienándonos a sus intereses
económicos perversos, con su dios dinero, que todo lo compra convirtiéndonos en
mercancías, sumergiéndonos en el valor de uso, como objetos, degradante de
nuestro ser humano.
Estamos enfrentando grandes resistencias de los corruptos beneficiarios
del poder, por la clara amenaza de la perdida de sus privilegios, pero la
amenaza más peligrosa se ciñe con la
prevaleciente mayoría de la población, que no logremos cambiar su mentalidad para
lograr los cambios revolucionarios que pretendemos con la 4T.
La tarea inmediata es desarrollar acciones en todos los
niveles relacionales de nuestra existencia, generando información y procesos de
pensamiento dirigidos a cambiar la mentalidad de la población, liberándola de
los falsos paradigmas, inmersos en el neoliberalismo.
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