En el marco del
neoliberalismo, desde el siglo pasado, han proliferado los cursos y seminarios
encuadrados en la psicología motivacional, con un reduccionismo absurdo, donde
los contenidos hacen énfasis en la fuerza de las razones, dentro del individuo,
como determinante del logro de sus metas y éxitos y con ello del bienestar, su
felicidad y los máximos niveles de desarrollo humano. Se desdeñan las fuerzas
externas, ambientales, como los factores psicosociales, socioeconómicas,
culturales y políticos inherentes al desarrollo de las personas.
Así, emergieron cientos de personas
“expertas” motivacionales, algunos sin ser profesionales de las ciencias de la
conducta, otros, idolatrados como artistas, dedicados a la producción de los
individuos de “excelencia”, ofreciendo formaciones, transformaciones y
renacimientos, desde el ámbito personal hasta el profesional. Al mismo tiempo
las empresas integraban cursos y seminarios de desarrollo para la conducción
empresarial y liderazgo, destinado a sectores acaudalados, como el denominado “coaching”
se ofrecía desde formación en el ámbito personal y profesional.
El culto al reconocimiento
del yo, del ego, fomentaba autoestimas personales, organizacionales y
empresariales, donde los narcisismos desbordaban, llegando a generar delirios
de grandiosidad, nutriendo las ortodoxias, con sus dogmas y fundamentalismos,
que lograban integrarse en sus verdades filosóficas del ser exitoso. El
mercantilismo, con sus fines de lucro desmedido, generó una elite de pseudo
intelectuales, vividores, expertos en este ámbito, que se enriqueció, donde el
costo de sus honorarios económicos, eran el distintivo de la calidad de sus
exposiciones, entre más caros, eran mejores, se ufanaban de los privilegios de
quienes lo podían pagar, poco les importaba el estado del desarrollo humano de
sus audiencias, ni el estado de la salud, mental, emocional, ni el del
desarrollo cognitivo, inmerso en sus experiencia educativas.
Con el fin de
obtener máximas utilidades económicas, poco les importo fomentar la adopción de
actitudes e identidades, que llegaban a ser doctrinarias en la forma de
relacionarse, con sus propias familias y con el mundo ajeno, llegando a
conformarse verdaderas sectas, donde su diluía la identidad personal enajenándose
con los lideres, llegando a la esclavitud afectiva y sexual como se ha estado
revelando en el escándalo de Nxivm, en el proceso penal de Keith Raniere, que
se lleva en Nueva York, por acusaciones relacionadas con delitos sexuales, como
trata, tortura y extorsión, con evidencias de que mujeres eran sometidas
sexualmente y fueron marcadas con las iníciales de su nombre en sus cuerpos.
Raniere, fue el fundador,
guía e ideólogo de la asociación quien conceptualizó los llamados programas de “éxito
ejecutivo” que involucra a Carlos Emiliano Salinas, hijo del ex presidente
Carlos Salinas, Cristina Fox, hija de otro ex presidente, y Rosa Laura Junco,
hija del propietario del diario Reforma, y más de 100 mexicanos, muchos
integrantes de las elites empresariales y políticas de nuestro país, que además
llegaron al activismo con su oposición ideológica a los movimientos
progresistas, con sus desmedidas fobias contra toda política derivada del
socialismo.
La psicología sectaria trata
de conseguir que la persona llegue a desconfiar de sí misma y desarrolle una
nueva identidad, en la que la doctrina es el programa maestro para todos los
pensamientos, sensaciones y acciones, con esta pseudo identidad, no necesita
estar en presencia del líder para saber lo que tiene que hacer. Son programados
para actuar, pensar o sentir, satisfaciendo al líder sectario. Esta es una
manera de explicar cómo los miembros de un grupo terminan distanciándose de sus
familiares y amigos. Se les ha hecho creer que las personas de fuera, aquellos
que no pertenecen al grupo, son una mala influencia, les frenan en su desarrollo,
evolución o en su progreso de alguna manera.
Por
eso las personas con antecedentes de carencias afectivas, problemas de
identidad, autoestima deficiente, inmersas en el analfabetismo funcional,
alejados del conocimiento de las ciencias y las artes, con limitaciones
cognoscitivas, relacionales y con poca tolerancia a la frustración, son las más
proclives a ser las víctimas del mercantilismo de los expertos motivacionales y
las perversas sectas que prevalecen en nuestras sociedades.
Los que trabajamos en la
salud mental, damos cuenta del resultado de personas que, en el contexto de su participación
en este tipo de cursos y seminarios, llegan a cursar con estados depresivos,
ansiedad, abusos de alcohol, drogas, estrés postraumático y hasta crisis psicóticas,
entre otras enfermedades mentales.
Así que cuidado con las
sectas.
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