En estas semanas ha seguido el oposicionismo desafiante del conservadurismo
y sus redes beneficiarias del poder corrupto, con sus personeros funcionarios
de los gobiernos estatales y empresarios, que siguen con su campaña para
descreditar las políticas de salud, que estamos procesando, para lograr los
cambios de fondo para la reforma de la salud, de la 4T, que tiene por objetivo
hacer realidad, el cumplimiento cabal de otorgar el derecho a la salud de las y
los mexicanos, y más para hacer un sistema de salud pública, con capacidades
resolutivas, semejantes a países como Canadá o los países nórdicos, como lo ha
referido nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador.
Así, se han
manifestado nueve estados que no se adhirieron: Aguascalientes, Baja California
Sur, Guanajuato, Jalisco, Nuevo León, Chihuahua, Coahuila, Michoacán y
Tamaulipas, están contra las estrategias inmersas en los convenios, que se les
han propuesto, dirigido a la federalización de los servicios y el
funcionamiento del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), con sus
programas dirigidos a acabar con la corrupción y lograr que la Federación, se
haga cargo de la infraestructura, personal y equipamiento de los hospitales en
las entidad. Solo 23 gobiernos estatales claramente se comprometieron con este
nuevo esquema y se adhirieron al sistema de salud para el Bienestar, según informó,
Hugo López Gatell, subsecretario de Salud.
Refiere AMLO que el desastre de nuestro sistema de salud, fue generado por
el mercantilismo atroz del modelo neoliberal, que genero gran corrupción y
abusos en la prestación de los servicios, agregaríamos la deshumanización de la
medicina, con la prevalencia de la medicina curativa, sobre la medicina
preventiva, con sus reduccionismos, lo que nos debe llevar a recordar, como en el
siglo pasado, se generó el proceso de integración conceptual, que logró la definición
en 1947, de la salud, como “un estado de completo bienestar físico, mental y
social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”, por la
Organización Mundial de la Salud (OMS).
Luego siguieron los tiempos en que
prevalecieron los grandes avances de las ciencias de la salud pública, de la
medicina social, preventiva, comunitaria y en las técnicas para el diagnostico
y tratamiento de las enfermedades, conformando la necesidad de que nuestro
pensar sobre los procesos de salud enfermedad, integraran los diferentes
niveles biológicos, ambientales, socioeconómicos, psicosociales y
existenciales, con sus estilos de vida en la prevención y tratamiento de los
problemas de salud de nuestra población.
Influidos por la oleada mundial de movimientos sociales, emergente de los
años sesentas, demandantes para lograr acabar con las lacerantes desigualdades
sociales, generadoras de las lacras de pobreza y hambrunas, inmersas en la
explotación, las injusticias, la transgresión de los derechos humanos y
sociales fundamentales, con gobiernos autoritarios, antidemocráticos y
dictatoriales, nos sumamos a los movimientos de resistencia contra los
regímenes de oprobio, logrando integrar en las luchas universitarias por la
autonomía y la reforma académica de nuestro país, la necesidad de combatir la
deshumanización y el mercantilismo imperante que prevalecía en el ejercicio de
la medicina, producto del prevaleciente sistema de enseñanza en las escuelas y
facultades de medicina de nuestro país, que veíamos con pavor, como se estaba
integrando a las instituciones del sistema de salud pública. Así, logramos
impulsar la reforma de la enseñanza de la medicina dirigida al cambio de los
planes de enseñanza, donde predominaban los contenidos biológicos,
fortaleciendo paradigmas reduccionistas, deshumanizantes del ejercicio médico,
con su modelo curativo, desdeñando la prevención y el saber de los contenidos
filosófico humanistas inherentes al ser médico.
En tan sólo dos décadas, el capitalismo atroz, que dominaba a los estados
nación, como México, emergía como un gran depredador del humanismo, alejándose
de la visión integral, que la OMS, había construido para guiar los procesos de
atención a la salud y la enfermedad, haciendo énfasis en la participación
comunitaria y del ejercicio medico inmerso en la prevención, con el trabajo en
equipo, donde se ejerciera la interdisciplinariedad, concurrente de las
diversas áreas de las ciencias sociales y de la salud para lograr los más altos
niveles de salud de las poblaciones.
Quienes impulsamos y bregamos en Nuevo León, por reformar la enseñanza de
la medicina y luchar frontalmente, contra la medicina mercantilista y
deshumanizante que imperaba en nuestra sociedad, sufrimos una gran represión de
los grupos dominantes conservadores, que no sólo lograron aniquilar nuestra
escuela, alma mater, sino obstaculizar nuestro reconocimiento legal para lograr
el ejercicio profesional, que afortunadamente logramos, estigmatizando luego
nuestra existencia profesional, llegando al grado de negarnos el derecho los
estudios de postgrado de las instituciones públicas que controlaban.
Nos asistía la razón, que luego la misma OMS, siguió promoviendo en sus
múltiples resolutivos, no solo sobre la necesidad de reformas los planes de
enseñanza, sino de reformular los procesos de atención a la salud, haciendo
énfasis en los modelos de prevención, sobre los curativos, que luego en La Conferencia Internacional sobre Atención
Primaria de Salud de Alma-Ata de 1978 fueron enmarcados en La Declaración de
Alma-Ata, que surge en esta Conferencia, donde se reivindica el derecho a la
salud como un derecho humano fundamental de todas las personas. Sus
definiciones han permitido interpretar la Atención Primaria de Salud (APS) como
estrategia política de los Estados y la sociedad civil para transformar los
sistemas de salud y los procesos de determinación social de la salud de la
población.
Sin embargo, otra vez el neoliberalismo capitalista, durante estos 40 años
a pesar de haber acumulado conocimientos y experiencia en materia de salud,
siguió predominando con su modelo mercantilista y deshumanizante, logrando la
prevalencia de la medicina curativa, sobre la preventiva, haciendo que esa
agenda promovida por la OMS, sigua inconclusa, aún hay metas por cumplir y
millones de personas carecen de acceso al derecho a la salud, no sólo en México
sino en todo el mundo.
Hoy en la 4T donde reafirmamos que la Atención Primaria a la Salud, es un
camino sostenible para lograr la salud universal, como derecho de todas y todos
con calidad, equidad y justicia social, con políticas de Estado que garanticen
tales derechos, respeten la diversidad y cuenten con recursos económicos
suficientes y equitativos, fortaleciendo a las comunidades como factor de
transformación de las realidades y que ninguna persona quede fuera del sistema
de salud. Es necesario que este concepto este integrado, en todos y todas los
trabajadores de la salud, como una propuesta de construcción social, política y
técnica que permita el ejercicio efectivo del derecho a la salud a todas y
todos, y en especial a aquellas personas en condiciones de vulnerabilidad y
exclusión social, solo así lograremos que la transformación de los sistemas de
salud integre un nuevo modelo de atención orientado a las necesidades de salud
de la población, que permita garantizar la equidad y la justicia social.
Transformar nuestro sistema de salud a partir de un nuevo modelo de
atención, donde cambiemos el enfoque predominantemente medico curativo,
hospitalario, con servicios de salud sin recursos humanos suficientes ni
formación orientada a la Atención Primaria a la salud, con el modelo preventivo y limitada participación social, con la falta de
recursos públicos e infraestructura inadecuada en las instalaciones del sector
salud, seguirá enfrentando resistencias de quienes en sus funciones siguen con
la mentalidad tradicional, inmersos en sus paradigmas de la medicina
neoliberal, curativa, deshumanizante, simuladora, sobre todo de quienes siguen
como funcionarios de nuestras instituciones de salud, con pasados de ser serviles y seguir
integrados a las redes de los poderes de los personeros del régimen de oprobio que
estamos tratando de acabar.
Debemos asegurar el modelo institucional del Estado que permita cumplir con
su responsabilidad ineludible, de garantizar el derecho a la salud, en el marco
de los derechos humanos, no basta con luchar contra la corrupción y desarrollar
los marcos jurídicos y normativos para garantizar el ejercicio pleno del
derecho a la salud para todas y todos. Hay que generar estructuras nuevas,
desmantelando las viejas redes de poder, institucionales, reformar los planes
de enseñanza en las escuelas y facultades, formadoras de trabajadores de la
salud, eficientar los procesos que correspondan a las responsabilidades de las
autoridades de salud, incluyendo las
áreas de rectoría y regulación de los sistemas de salud, así como la capacidad
de articulación intersectorial para el abordaje de procesos de determinación
social de la salud.
Si no generamos mecanismos de participación de los trabajadores de la salud
y de la sociedad en forma real, profunda, inclusiva y accesible, con
perspectiva de diversidad intercultural y funcional, garantizar el ejercicio pleno del derecho a la
salud, seguirá siendo el gran pendiente de nuestro Estado.
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