Termina el 2010 y con ello una década que nuevamente destacó por crisis económicas cíclicas, cada año y con mayor fuerza la del 2009 desatada por los insaciables empresarios financieros con la complicidad de los organismos financieros internacionales del capitalismo (FMI y Banco Mundial) y los poderosos gobiernos encabezados por el imperio estadounidense que no tardaron en implementar sus políticas económicas privilegiándoles apoyos de los recursos financieros de los estados para su rescate y lo mas ignominioso para que continuaran con sus privilegios. En tanto para la mayoría de los pueblos afectados por estas crisis por el desempleo, la perdida de su patrimonio, su empobrecimiento y los que conservaron sus trabajos mal remunerados se fortalecieron reformas laborales destinadas a disminuir el poder adquisitivo de su salario y el bienestar de los trabajadores, modificando el régimen de prestaciones y derechos así como el sistema de seguridad social y afectando gravemente el sistema de jubilaciones y pensiones. También recurrieron a la disminución de los recursos financieros que el estado utiliza para desarrollar los programas sociales de apoyo a los pobres y los grupos vulnerables como los discapacitados, adultos mayores, madres solteras y lo más importante mejorar la atención de la salud, la educación, vivienda y la alimentación como derechos inalienables de todos los ciudadanos. Los retrocesos fueron ya reconocidos en este año en ese informe sobre el desarrollo humano, que anualmente elabora la ONU, incrementándose la franja de los países con bajo nivel de desarrollo que libran las batallas contra la pobreza y donde en nuestro país se distinguió por su incremento en este rubro. En suma ha sido una década de retroceso en la anhelada prosperidad y felicidad para la mayoría de los ciudadanos que habitamos en este mundo globalizado y dirigido por una prevaleciente ideología neoliberal que idolatra el libre mercado con sus lacras de deshumanización donde fomentan el individualismo, el consumismo, el patrimonialismo y desdeñan los valores humanos elementales aniquilando el amor fraternal y la solidaridad elemental para el desarrollo colectivo de las sociedades.
Sus principales generadores han sido gobernantes y oligarcas empresariales con sus “sabios economistas” que han llegado a decir estupideces como “que sin crecimiento económico no es posible la democracia” y que tenían como dogma la no intervención del estado en las políticas económicas de su libre mercado, reculando cuando fue el estado exigido para rescatarlos y desde luego siempre beneficiandose en los apoyos con infraestructura, donaciones, privilegios, exentarlos de impuestos y concesiones de recursos económicos de los programas de servicios, obras e infraestructura pública en procesos corruptos donde impunemente prevalece la ineptitud y la impunidad alimentando su voracidad y sus ambiciones. Con el poder de los medios de comunicación, de los cuales son dueños, no han cesado en manipular con sus estrategias de mercadotecnia donde prevalecen las mentiras, las frivolidades, la desinformación y sus contenidos idiotizantes “para los jodidos” como cínicamente lo han reconocido. Una y otra vez niegan las crisis económicas, estas se dan y la atribuyen a situaciones externas, sus lacayos economistas en complicidad con periodistas e intelectuales trabajan para darnos explicaciones tranquilizadoras, esperanzadoras, todos defendiendo esas políticas económicas.
Nunca he confiado en los economistas ni en la economía actual como ciencia con sus modelos teóricos y paradigmas que según, las escuelas y sus teóricos mas avanzadas desde hace lustros ya nos hubieran proporcionado la solución a los graves problemas sociales como la pobreza, la desigualdad y la violencia con sus recetas fracasadas para alcanzar el desarrollo integral del ser humano logrando la satisfacción creciente de las necesidades existenciales, materiales y sociales de la sociedad.
Formo parte de la generación de los cincuentas del siglo pasado, de la postguerra, que vivía en el pregonado estado del bienestar, en boga en las políticas públicas, prevaleciente no sólo en México sino en la mayoría de los países latinoamericanos sumergidos en regimenes dictatoriales militarizados o disfrazados en gobiernos de partidos únicos. Sí de un Estado de Bienestar que fue destruido por el neoliberalismo con su visión de la mercadolatría como estrategia fundamental capaz de lograr la distribución con justicia de los recursos de la sociedad, generando las lacras más aberrantes de explotación, pobreza y marginación en todo el mundo conformando, además de una grande población en pobreza, dos grandes clases sociales como lo analiza y concluye definiendo Julian Tudor Hart en su magnifico libro “La Economía Politica de la Sanidad”: los que vivimos de lo que hacemos y los que viven de lo que tienen con sus niveles de riquezas y ostentosidades. Nosotros cada vez con mayor uso del tiempo en el trabajo, mal remunerado e intentando satisfacer los mínimos del bienestar de nuestras familias, con el temor permanente a perder el empleo y llenos de deudas. Ellos con menor uso del tiempo trabajando, con remuneraciones estratosfericas, satisfaciendo el máximo de sus niveles de bienestar con sus excentricidades, invadidos por la codicia y sus vulgares ambiciones con sus grandes inversiones en bancos nacionales y extranjeros, con una gran riqueza de bienes inmobiliarios y beneficiándose hasta de las crisis económicas que ellos mismos generan en nuestras sociedades. Han sido sus grandes economistas egresados de las mas famosas escuelas de economía del mundo (Harvard, Massachussets, Cambridge, etc..) que nos han recetado sus paradigmas donde lo único que vivenciamos es en los hechos que ni siquiera saben sumar, multiplicar ni dividir los grandes recursos económicos que sus modelos logran en sus exitosas operaciones; sólo vemos como son expertos en restar, sustrayendo sin limites la riqueza de los pueblos y de sus naciones; muy alejados hasta de Adam Smith, en sus ideas sobre los fines de la economía en “La Riqueza de las Naciones”. Han compartido con nosotros siempre sus perdidas, haciéndonos “el favor” de convertirla en deudas para que paguen hasta nuestros nietos y descendientes no nacidos, en tanto sus riquezas se convierten en un insulto con sus frivolidades y fundaciones “humanistas” para apoyar religiones, discapacitados, enfermos, retrazados mentales, desnutridos, pobres y dizque la cultura.
Así década tras década hemos vivido con gobiernos autoritarios que nos han sumergido con sus políticas financieras en crisis económicas, que nos producen mas empobrecimiento, dificultando el logro de la anhelada prosperidad y los mínimos del bienestar básico de nuestras vidas y la de nuestras familias, con mejor salud, alimentación, educación, viviendas dignas, empleos bien remunerados, tiempo para la convivencia familiar, con acceso a actividades culturales, artísticas y de esparcimiento y con el disfrute de las desestrezantes vacaciones. Sus economistas siempre intentando medir nuestro desarrollo humano con sus indicadores superfluos de salud, educación o cuantía de ingresos económicos, ausentándose los otros aspectos de ese bienestar de la existencia humana y el concepto de solidaridad social eficaz y sostenible imprescindibles para la definición de ese desarrollo.
El propósito fundamental de esa economía ha sido los cálculos econométricos o los resultados de sus matemáticas financieras y no el objetivo difícil de lograr en términos aritméticos: la felicidad y la libertad de las personas. Han convertido a la economía en la ciencia social matemáticamente mas avanzada pero humanísticamente mas atrasada porque se han abstraído de las condiciones sociales, políticas, psicológicas y ecológicas inseparables de las actividades económicas. Sus economistas construyen sus modelos en su obsesión de mostrar que el mercado gobierna con la fuerza de las leyes naturales produciendo el mejor de los equilibrios posibles, garantizando pleno empleo en libertad, la construcción de un sociedad genuinamente humana no es su objetivo por lo tanto su capacidad creativa e innovadora no se guía en esa dirección, es mas aunque reconocen y exaltan al ser humano como la verdadera riqueza de una sociedad desdeñan sus necesidades para lograr ese desarrollo pleno, marginan la ética y la filosofía de los cimientos de la ciencia económica y las agencias internacionales del neoliberalismos integradas por el FMI, el Banco mundial y la Organización Mundial del Comercio con gusto ejercitan y aplican sus modelos excluyentes del desarrollo humano.
Son economistas que desdeñan la cultura democrática, no le reconocen la gran capacidad creativa, innovadora que genera el uso de la libertad en la actividad productiva y que llevaría a las sociedades a la máxima riqueza posible disfrutando de los bienes adecuados a los precios adecuados. La libertad como ideal fue plasmada en todas las actas de independencia de los países occidentales como conquista de la humanidad que se da en el marco de la vida social y que se concreta en un conjunto de libertades especificas protegidas en un catalogo creciente de derechos políticos, civiles y sociales que han evolucionado a lo largo de la historia contemporánea; derechos que en el presente siglo han sido aceptados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como otras “esferas de opciones inherentes al desarrollo humano”. Su tesis ha sido reiterativa en cada informe sobre el desarrollo humano de los países en el mundo al señalar “Los derechos humanos y el desarrollo humano tienen una visión común y un propósito común: Velar por la libertad, el bienestar y la dignidad en todas sus partes. Velar contra la discriminación ya sea por razón de género, raza, origen nacional, etnico o religioso; Libertad de la necesidad para disfrutar un nivel de vida decente; Libertad del temor, de las amenazas contra la seguridad personal, de la tortura, de la detención arbitraria y otros actos violentos; Libertad de la injusticia y de las violaciones del imperio de la ley; Libertad para participar en la adopción de decisiones, expresar las opiniones y formar asociaciones; Libertad para tener un trabajo decente, sin explotación”. Si tan sólo entendieran a la libertad simple y llanamente como lo establece el diccionario de las academias de la lengua como “la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”.
Finalmente se debe complementar la realización de la libertad con la búsqueda de la felicidad, anhelada desde los griegos, sobre todo en los ensayos de Platon y Aristóteles que planteaban desde hace mas de 23 siglos que el fin ultimo del ser humano era la felicidad pero no reducida al placer, los honores o la riqueza sino conforme a la manera de ser conforme a ciertos valores. Solo si la ciencia de la economía y los economistas retoman la ética y la filosofía en sus paradigmas lograran reintegrarla como ciencia social humanista. La felicidad depende del bienestar humano y en su expresión integral es el principio y fin que debe regir la forma y extensión de las políticas económicas de cualquier gobierno que se califique como humanista y que es evidente que en nuestro México no existe y desde el próximo año debemos de fortalecer las bases para lograr el cambio de gobierno que en el 2012 liberara a nuestra patria de las décadas perdidas por las crisis económicas recurrentes que no sólo han obstaculizado el crecimiento económico y la prosperidad de las familias sino que han creado la sociedad corrupta, violenta e insegura que nos agobia.
Sus principales generadores han sido gobernantes y oligarcas empresariales con sus “sabios economistas” que han llegado a decir estupideces como “que sin crecimiento económico no es posible la democracia” y que tenían como dogma la no intervención del estado en las políticas económicas de su libre mercado, reculando cuando fue el estado exigido para rescatarlos y desde luego siempre beneficiandose en los apoyos con infraestructura, donaciones, privilegios, exentarlos de impuestos y concesiones de recursos económicos de los programas de servicios, obras e infraestructura pública en procesos corruptos donde impunemente prevalece la ineptitud y la impunidad alimentando su voracidad y sus ambiciones. Con el poder de los medios de comunicación, de los cuales son dueños, no han cesado en manipular con sus estrategias de mercadotecnia donde prevalecen las mentiras, las frivolidades, la desinformación y sus contenidos idiotizantes “para los jodidos” como cínicamente lo han reconocido. Una y otra vez niegan las crisis económicas, estas se dan y la atribuyen a situaciones externas, sus lacayos economistas en complicidad con periodistas e intelectuales trabajan para darnos explicaciones tranquilizadoras, esperanzadoras, todos defendiendo esas políticas económicas.
Nunca he confiado en los economistas ni en la economía actual como ciencia con sus modelos teóricos y paradigmas que según, las escuelas y sus teóricos mas avanzadas desde hace lustros ya nos hubieran proporcionado la solución a los graves problemas sociales como la pobreza, la desigualdad y la violencia con sus recetas fracasadas para alcanzar el desarrollo integral del ser humano logrando la satisfacción creciente de las necesidades existenciales, materiales y sociales de la sociedad.
Formo parte de la generación de los cincuentas del siglo pasado, de la postguerra, que vivía en el pregonado estado del bienestar, en boga en las políticas públicas, prevaleciente no sólo en México sino en la mayoría de los países latinoamericanos sumergidos en regimenes dictatoriales militarizados o disfrazados en gobiernos de partidos únicos. Sí de un Estado de Bienestar que fue destruido por el neoliberalismo con su visión de la mercadolatría como estrategia fundamental capaz de lograr la distribución con justicia de los recursos de la sociedad, generando las lacras más aberrantes de explotación, pobreza y marginación en todo el mundo conformando, además de una grande población en pobreza, dos grandes clases sociales como lo analiza y concluye definiendo Julian Tudor Hart en su magnifico libro “La Economía Politica de la Sanidad”: los que vivimos de lo que hacemos y los que viven de lo que tienen con sus niveles de riquezas y ostentosidades. Nosotros cada vez con mayor uso del tiempo en el trabajo, mal remunerado e intentando satisfacer los mínimos del bienestar de nuestras familias, con el temor permanente a perder el empleo y llenos de deudas. Ellos con menor uso del tiempo trabajando, con remuneraciones estratosfericas, satisfaciendo el máximo de sus niveles de bienestar con sus excentricidades, invadidos por la codicia y sus vulgares ambiciones con sus grandes inversiones en bancos nacionales y extranjeros, con una gran riqueza de bienes inmobiliarios y beneficiándose hasta de las crisis económicas que ellos mismos generan en nuestras sociedades. Han sido sus grandes economistas egresados de las mas famosas escuelas de economía del mundo (Harvard, Massachussets, Cambridge, etc..) que nos han recetado sus paradigmas donde lo único que vivenciamos es en los hechos que ni siquiera saben sumar, multiplicar ni dividir los grandes recursos económicos que sus modelos logran en sus exitosas operaciones; sólo vemos como son expertos en restar, sustrayendo sin limites la riqueza de los pueblos y de sus naciones; muy alejados hasta de Adam Smith, en sus ideas sobre los fines de la economía en “La Riqueza de las Naciones”. Han compartido con nosotros siempre sus perdidas, haciéndonos “el favor” de convertirla en deudas para que paguen hasta nuestros nietos y descendientes no nacidos, en tanto sus riquezas se convierten en un insulto con sus frivolidades y fundaciones “humanistas” para apoyar religiones, discapacitados, enfermos, retrazados mentales, desnutridos, pobres y dizque la cultura.
Así década tras década hemos vivido con gobiernos autoritarios que nos han sumergido con sus políticas financieras en crisis económicas, que nos producen mas empobrecimiento, dificultando el logro de la anhelada prosperidad y los mínimos del bienestar básico de nuestras vidas y la de nuestras familias, con mejor salud, alimentación, educación, viviendas dignas, empleos bien remunerados, tiempo para la convivencia familiar, con acceso a actividades culturales, artísticas y de esparcimiento y con el disfrute de las desestrezantes vacaciones. Sus economistas siempre intentando medir nuestro desarrollo humano con sus indicadores superfluos de salud, educación o cuantía de ingresos económicos, ausentándose los otros aspectos de ese bienestar de la existencia humana y el concepto de solidaridad social eficaz y sostenible imprescindibles para la definición de ese desarrollo.
El propósito fundamental de esa economía ha sido los cálculos econométricos o los resultados de sus matemáticas financieras y no el objetivo difícil de lograr en términos aritméticos: la felicidad y la libertad de las personas. Han convertido a la economía en la ciencia social matemáticamente mas avanzada pero humanísticamente mas atrasada porque se han abstraído de las condiciones sociales, políticas, psicológicas y ecológicas inseparables de las actividades económicas. Sus economistas construyen sus modelos en su obsesión de mostrar que el mercado gobierna con la fuerza de las leyes naturales produciendo el mejor de los equilibrios posibles, garantizando pleno empleo en libertad, la construcción de un sociedad genuinamente humana no es su objetivo por lo tanto su capacidad creativa e innovadora no se guía en esa dirección, es mas aunque reconocen y exaltan al ser humano como la verdadera riqueza de una sociedad desdeñan sus necesidades para lograr ese desarrollo pleno, marginan la ética y la filosofía de los cimientos de la ciencia económica y las agencias internacionales del neoliberalismos integradas por el FMI, el Banco mundial y la Organización Mundial del Comercio con gusto ejercitan y aplican sus modelos excluyentes del desarrollo humano.
Son economistas que desdeñan la cultura democrática, no le reconocen la gran capacidad creativa, innovadora que genera el uso de la libertad en la actividad productiva y que llevaría a las sociedades a la máxima riqueza posible disfrutando de los bienes adecuados a los precios adecuados. La libertad como ideal fue plasmada en todas las actas de independencia de los países occidentales como conquista de la humanidad que se da en el marco de la vida social y que se concreta en un conjunto de libertades especificas protegidas en un catalogo creciente de derechos políticos, civiles y sociales que han evolucionado a lo largo de la historia contemporánea; derechos que en el presente siglo han sido aceptados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como otras “esferas de opciones inherentes al desarrollo humano”. Su tesis ha sido reiterativa en cada informe sobre el desarrollo humano de los países en el mundo al señalar “Los derechos humanos y el desarrollo humano tienen una visión común y un propósito común: Velar por la libertad, el bienestar y la dignidad en todas sus partes. Velar contra la discriminación ya sea por razón de género, raza, origen nacional, etnico o religioso; Libertad de la necesidad para disfrutar un nivel de vida decente; Libertad del temor, de las amenazas contra la seguridad personal, de la tortura, de la detención arbitraria y otros actos violentos; Libertad de la injusticia y de las violaciones del imperio de la ley; Libertad para participar en la adopción de decisiones, expresar las opiniones y formar asociaciones; Libertad para tener un trabajo decente, sin explotación”. Si tan sólo entendieran a la libertad simple y llanamente como lo establece el diccionario de las academias de la lengua como “la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”.
Finalmente se debe complementar la realización de la libertad con la búsqueda de la felicidad, anhelada desde los griegos, sobre todo en los ensayos de Platon y Aristóteles que planteaban desde hace mas de 23 siglos que el fin ultimo del ser humano era la felicidad pero no reducida al placer, los honores o la riqueza sino conforme a la manera de ser conforme a ciertos valores. Solo si la ciencia de la economía y los economistas retoman la ética y la filosofía en sus paradigmas lograran reintegrarla como ciencia social humanista. La felicidad depende del bienestar humano y en su expresión integral es el principio y fin que debe regir la forma y extensión de las políticas económicas de cualquier gobierno que se califique como humanista y que es evidente que en nuestro México no existe y desde el próximo año debemos de fortalecer las bases para lograr el cambio de gobierno que en el 2012 liberara a nuestra patria de las décadas perdidas por las crisis económicas recurrentes que no sólo han obstaculizado el crecimiento económico y la prosperidad de las familias sino que han creado la sociedad corrupta, violenta e insegura que nos agobia.
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