viernes, 11 de mayo de 2012

LAS VICTIMAS DE LA DEPRESION

Un paciente que denominaremos Oscar, por respeto a su persona ocultamos su verdadero nombre, de 59 años, que vive sólo, en una colonia de clase media baja, separado (ha tenido dos matrimonios, en los cuales procreo siete hijos) con un escolaridad que apenas le alcanzó hasta el sexto grado de primaria, desempleado, con un curso de vida laboral de mas de cuarenta años, que se inicio a los 15 años y que consistieron desde actividades de ayudante de servicios generales, auxiliar de oficina, chofer, guardia de seguridad, hasta el último de taxista que fue truncado hace un año por la diabetes, hipertensión y varios infartos cardiacos que le hospitalizaron y coadyuvaron a la aparición de el terrible glaucoma que hoy amenaza con provocarle ceguera total. Oscar es enviado por su medico general de su centro de salud para que sea tratado en nuestro centro comunitario de salud mental (CECOSAM) por depresión con riesgo suicida moderado que ha venido presentándose desde hace mas de un año, justo después de que le pronosticaron la evolución de la ceguera por el glaucoma. Oscar, vivía de su trabajo de taxista y no ha tenido oportunidades de empleo por “su edad” y tratar adecuadamente sus padecimientos, sobrevive de algunos apoyos económicos que algunos de sus hermanos le proporcionan para cuando menos comer y pagar los servicios públicos de su casa que renta. No ha tenido los beneficios de la seguridad social (IMSS), por no haber “cotizado” lo suficiente, para recibir pensión ni jubilación, actualmente sólo recibe beneficios limitados por su afiliación al programa del seguro popular del gobierno actual, que no incluye el tratamiento integral de su glaucoma, y se le ha negado la ayuda oficial que deben proporcionar las secretarias de desarrollo social de los diferentes niveles de gobierno porque no reúne los requisitos para ser beneficiario de algunos de los programas de apoyo a los adultos mayores y/o discapacitados.
Oscar tiene una personalidad donde además de predominar los síntomas terribles de la depresión como la tristeza, llanto al relatar sus problemas, insomnio, sentimientos de minusvalía, autoestima baja, sin disfrute de las actividades generadoras del placer (como alimentarse, tener sexo, jugar, practicar algún deporte, etc..), pesimismo, melancolía, desesperanza, sin deseos de relacionarse socialmente, aislamiento; predominan conductas pesimistas, oposicionistas y desafiantes a los valores que alimentan la fe, la esperanza y los sentimientos fraternales y solidarios con los problemas humanos, vengan de las religiones, la política, los gobernantes, las instituciones altruistas o de cualquier persona que trate de integrárselos, no ve ningún futuro ni motivos para seguir viviendo y según el lo que le falta es valor para cometer el suicidio que ha pensado realizar mediante ahorcamiento en sus casa, a sus 59 años siente y piensa que ya no tiene sentido su vida, que ya dio todo lo que tenía que dar.
Paradójicamente se enorgullece de que sus hijos que se han convertido en excelentes cristianos, algunos de la iglesia pentecostés, otros testigos de jehová y católicos, incapaces de proporcionarle el amor inmanente y las generosas bondades que deben hacer fluir el elemental apoyo solidario con su padre, que ni siquiera es beneficiario de la acción caritativa que distingue y se cultiva en sus integrantes religiosos. Oscar a su vez cuestiona la existencia de un dios, llámese como se llame: "Cristo, Jehová, Yahvé o Ala", porqué no lo conoce, no le consta su existencia, confronta y desdeña a sus predicadores que le visitan en su casa y que al menos le sirven para interaccionar socialmente. No conoce otras ideologías filosóficas y el conocimiento de algunas y nuestras realidades sociales se ha limitado a lo que los medios, principalmente la televisión abierta y a veces los periódicos, le proporcionan para enmarcar sus formas de pensar ante los hechos que le transmiten. Nunca se ha interesado en integrar habilidades para el manejo de los aparatos de la tecnología de la informática, como la computadora, el I Pod, el Black Berry, sólo tiene un teléfono celular que ha dejado de usar por que nadie le habla y para ahorrase el gasto en un uso que no necesita y no le interesa el acceso al Internet.
Oscar no solo es una cifra más de esa cabalgante enfermedad denominada depresión, que afecta a mas del 12 % de la población adulta, y entre pacientes que sufren de enfermedades físicas o médicas las tasas son superiores del 22 al 23% para pacientes hospitalizados con tasas variables en enfermedades específicas; representa de acuerdo a el Banco Mundial y la Organización Mundial para la Salud el cuarto lugar en la carga global de enfermedades, se prevé que para los próximos años ascienda hasta el segundo lugar, después de las enfermedades isquémicas del corazón y que será la primera causa de baja laboral en los países desarrollados y la segunda enfermedad más frecuente en el mundo. En México se ha reconocido que las enfermedades mentales constituyen un grave problema de salud pública coexistiendo graves rezagos en los servicios de salud mental, estimándose que del 15 al 18% de los mexicanos padecen algún tipo de enfermedad mental, el 18% de la población urbana entre 18 y 64 años sufre trastornos afectivos principalmente depresión afectando a más de 4 millones de mexicanos, los trastornos depresivos y la ansiedad son los trastornos mentales más frecuentes en la consulta de los tres niveles de atención, se estima que cerca del 6% de la población adulta ha intentado suicidarse en algún momento de su vida. Tan sólo Oscar requiere un modelo integral de atención a sus problemas de salud que requiere la intervención coordinada y eficaz de un equipo interdisciplinario de un medico internista cardiólogo, un endocrinólogo, un oftalmólogo, psiquiatra y un psicólogo, que el sistema de salud pública no ha sido ni será capaz de lograr con sus burocracias inmersas en las tareas mercantilizadas de la medicina deshumanizante que les prevalece en sus direcciones.
Los problemas de salud física, emocionales, socioeconómicos, existenciales y espirituales que Oscar padece, son una muestra mas de las miles de victimas de la degradación deshumanizante del sistema capitalista, por la depredación de los niveles de bienestar y prosperidad que gobiernos, como el nuestro, al igual que en todos los países con gobernantes neoliberales, han venido haciendo desde hace más de cuarenta años transgrediendo los derechos laborales, sociales y humanos que los estados deben garantizar en sus políticas dirigidas a ejercer las virtudes de la justicia y sus peroraratas del bien común.

Tiene razón Andres Manuel López Obrador (AMLO), candidato a la presidencia de nuestro país por la Coalición Movimiento Progresista (PRD-PT y MC) cuando dice que “sí la mayoría de la gente en México decide votar por los partidos (PRI-PAN) sería un masoquismo colectivo”, sí, porque son los causantes del grave deterioro de sus gobiernos neoliberales que nos han dañado gravemente nuestro bienestar, el desarrollo social y humano con sus millones de victimas dolorosas que como Oscar viven en la pobreza, con niveles mínimos de educación, sin acceso a buenos servicios de salud, desempleado, sin seguridad social y sin la acción solidaria de un estado incapaz de proporcionarle apoyo en los problemas generados por sus enfermedades.



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