Estoy muy molesto por nuestra sociedad pasiva, incapaz de reaccionar con solidaridad y rebeldía ante los crímenes atroces colectivos que desde hace mas de tres años se han venido incrementando en nuestro estado de Nuevo León (tragedias del casino Royale, el bar Sabino Gordo, el centro penitenciario de Apodaca, los menores asesinados en el Topo Chico, en el centro de la ciudad, etc.). El domingo 13 de mayo nuevamente se repitieron estas tragedias, con el asesinato y mutilación de los cuerpos de 49 personas en el municipio de Cadereyta, colocándonos nuevamente en la principal nota roja del periodismo informativo internacional, generados por un estado un estado y sus gobernantes incapaces de generar su función minima de garantizar la paz y la seguridad y lograr el pleno disfrute de los derechos humanos y sociales y con ello mejorar el bienestar y la prosperidad de sus habitantes; vemos, además, como lamentablemente se siguen deteriorando los valores humanos básicos en las conductas de los agentes de cambio existentes en las instituciones publicas y privadas.
Esto sólo es posible cuando en los gobernantes, políticos, periodistas, intelectuales, académicos, educadores y profesionistas siguen prevaleciendo, ante estos hechos y otros problemas sociales trascendentes, conductas alienantes, reduccionistas, dispersas, conformistas, pasivas, resignadas, en algunos casos con cinismo y desvergüenza mintiendo, enalteciendo el ejercicio de los contravalores letales del humanismo de nuestra sociedad. Son los que en aras de mantener sus prosperidades personales y temerosas de perder sus estatus económicos y sus capacidades consumistas pululan, temerosas del cambio social verdadero, liquidando los valores inherentes a la solidaridad entre los integrantes de nuestra sociedad. Las conductas de los demás se convierten en objeto de uso, en utilitarias, sólo les resultan atractivas si les proporcionan un beneficio personal, no importa si tienen que ser contribuyendo a la deshonestidad, la injusticia, a la explotación y manipulación de las masas para beneficio de la prevaleciente ignorancia, con sus lacras de desigualdad, pobreza, corrupción y violencia social que nos caracteriza como sociedad actual. El ejemplo mas patético se da diariamente en los medios de comunicación con sus trabajadores prestos a capitalizar el sensacionalismo de las tragedias en el nombre del rating, transgrediendo los valores elementales de la vida, con sentimentalismos superficiales, para luego contribuir en la dispersión de la atención al problema, para la resignación y el conformismo de los ciudadanos y así satisfacer los intereses de los oligarcas que nos gobiernan. Ni que decir del rol deficiente crónico de los educadores en los diferentes niveles, desde la educación elemental hasta la de postgrado, que no logran florecer la inteligencia y los valores humanos que trasciendan para lograr los más altos niveles de desarrollo humano y social de nuestra sociedad..
Los políticos cuyas virtudes deberían estar centradas en la búsqueda de la justicia y enaltecerse por las bondades solidarias del amor y los valores humanos, siguen ausentes de nuestras realidades, negando, racionalizando, disociándose, para seguir gozando de los privilegios que están acostumbrados a disfrutar para satisfacción de su hedonismo perverso a costa del sufrimiento generalizado de nuestra sociedad. Sus inherentes conductas transformadoras y sus peroratas modernizadoras de luchar contra la injusticia, la pobreza y la desigualdad siguen alimentando demagógicamente sus personas, llegándose a transmutar en celebridades atractivas para una ciudadanía desinformada alejada del uso racional del conocimiento, incapaz de pensar por si misma, fácil presa de los manipuladores que en estos tiempos de campañas electorales alcanzan su plenitud exhibicionista en la sociedad. Son políticos que nos tratan de deslumbrar con sus imágenes visuales simpáticas, sonrientes y joviales que les impone el marketing, aunque sus vidas personales transcurran con grandes afluentes de sus personalidades coléricas y autoritarias, incapaces de generar esas felicidades amorosas en sus vidas cotidianas en el seno hasta de sus propias familias. Se agregan los mensajes utilitarios para beneficio de los partidos políticos teniendo que soportar el ignominioso trato de sus oligarcas con sus nefastos centralismos déspotas y renuentes a fomentar las conductas participativas, libres y democráticas que enriquecen la creatividad de las organizaciones, se alinean así a los modernos controles de la rebeldía del sistema social con sus espejismos ilusorios y satisfactores narcisistas de acceder, por esta vía a el poder para satisfacer sus aspiraciones que en el mejor de los casos no va mas allá de su integración al engranaje sumiso y pasivo de las redes delincuenciales del poder que prevalecen en nuestro estado.
Vea sólo algunos ejemplos, tan sólo en nuestro estado los candidatos prevalecientes a los mas importantes cargos son personalidades, sobre todo a alcaldes a los municipios de la zona metropolitana de Monterrey, por los partidos gobernantes PRI y PAN, con antecedentes obscuros, integrantes de las redes del poder corrupto que nos gobierna, ex funcionarios con sus fortunas engendradas en el trafico de influencias, en la impunidad, en la protección de funcionarios delincuentes, con fortunas que no soportarían auditorias imparciales, son políticos enriquecidos, convertidos en empresarios al amparo del poder publico, que nunca se les dificulta al abuso y la desviación de los recursos públicos para sus actividades proselitistas políticas, algunos cínicamente nos dicen que son honestos porque hacen lo que las leyes les permiten, deformando este valor ético por excelencia; otros son simplemente personajes al servicio de los poderosos, quienes a cambio de protección y apoyos se congracian para seguir recibiendo las prebendas que sustentan sus estatus político y económico del que dependen ignominiosamente.
Lamentablemente sus tentáculos del poder abarcan profesionistas, intelectuales, académicos, científicos, empresarios, periodistas, educadores y demás dependientes económicos que los mantienen integrados a las dependencias de gobierno con sus privilegios, en los diferentes sectores económico, educativo, de salud, del desarrollo social, de la procuración de justicia y seguridad, del desarrollo urbano, también de las instituciones públicas, escuelas, normales y universidades; otros son beneficiarios de las concesiones, que como franquicias les otorga el estado, para seguir lucrando con sus licencias en el otorgamiento de estas mismas funciones sin los controles adecuados del estado consumando un circulo virtuoso corporativo de apoyo a sus modelos políticos y económicos de gobernabilidad que prevalecen alienando y enajenando a la mayoría de la población. Son los que en su mayoría pierden su mística de servicio y no cumplen con integridad y congruencia sus funciones sociales como agentes de cambio catalizadores de procesos que coadyuven a mejores niveles de desarrollo humano y social de nuestra nación.
En el momento que escribía esta reflexión el escritor Carlos Fuentes había fallecido, recordé inmediatamente, uno de sus pensamientos expresados sobre los políticos, en una de sus últimas entrevistas con la prensa, donde opinaba sobre que la sociedad requiere ser analítica y critica y que debemos de eliminar la lambisconería como medio de vida. (Q.E.P.D).
Agrego: necesitamos que emerjan los ciudadanos libres, pensantes y participativos que dejen de estar subordinados a las comodidades materialistas del consumismo mercantilista, que les otorgan las prebendas alienantes de su ser político, alienando sus conciencias, inteligencias y conductas solidarias al servicio del poder, necesitamos que el humanismo les lleve a enaltecer sus oficios y profesiones, para evitar la degradación social que amenaza desintegrarnos.
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